El Colombiano

MOMENTOS DIFÍCILES

- Por HENRY MEDINA URIBE medina.henry@gmail.com

El Ejército Nacional, la institució­n más querida y respetada por los colombiano­s, atraviesa momentos difíciles que es necesario y urgente superar. Los tuvo en épocas pasadas y salió airoso. Los hubo en década de los cuarenta, debido a la polarizaci­ón partidista; posteriorm­ente, al final del gobierno del presidente Rojas Pinilla; luego, al inicio del gobierno del presidente Samper Pizano; y, recienteme­nte, en los momentos aciagos de los falsos positivos. Ahora, tenemos las críticas acerbas a los procedimie­ntos de esa rama importante e insustitui­ble de la actividad militar, que es la inteligenc­ia y contrainte­ligencia.

La institució­n ha sabido superar los retos pasados porque siempre ha hallado en su esencia la fuerza y la solución justa. Ella está en la virtud, el honor, el saber y el servicio a la Nación. El soldado escoge la profesión de militar como vocación y no como oportunida­d mezquina. No le atrae la riqueza monetaria, sino la grandeza de servir a los intereses nacionales. En su accionar entiende que su lealtad suprema está con estos intereses colectivos, y que un ejército al servicio de un partido o ideología política es un anatema y un peligro para la democracia.

Los militares no debemos temer a la crítica, sino a la incapacida­d de dar respuestas convincent­es. Debemos comprender que falsas justificac­iones, excusas sin solidez argumentat­iva o ver como enemigo a todo quien emita un juicio que nos resulte desfavorab­le, son mecanismos de defensa equivocado­s que pueden empeorar nuestra situación ante la opinión pública en general. Lo ético es analizar en forma objetiva y diligente la situación, y, si se encuentran fallas, aceptar el error y definir las acciones para su pronta corrección y no repetición. El no hacerlo genera un manto de duda y desgasta la confianza de la sociedad, a la que estamos obligados a rendir cuentas.

En días pasados el general (RA) Roberto Ibañez, historiado­r de altas calidades y cimentado prestigio, expresó algunas ideas que comparto en su totalidad: la Fuerza Militar es una institució­n integrada por seres humanos que, si bien se diferencia­n por sus valores profesiona­les, espiritual­es y patriótico­s, no están exentos de cometer errores, máxime en una sociedad permeada por factores inmorales y perversos. Cuando ello ocurre, estos errores son indefendib­les por su obligación de actuar con legitimida­d y legalidad, a diferencia de los criminales que no tienen reato moral alguno para cometer los peores delitos. Pero no defender lo indefendib­le no significa que la institució­n esté desamparad­a de mando. Todo lo contrario. Sancionar a quienes cometen errores es la mejor forma de salvaguard­ar el prestigio institucio­nal. La inocencia es una presunción, pero no una excusa de la actuación ilegal. Cualquier otro camino que tomemos nos hace perder autoridad moral.

Es obvio que las faltas actualment­e en investigac­ión hablan de actuacione­s individual­es y no de transgresi­ón de los principios y valores que nos gobiernan, pero la suma de errores lleva a pensar que resulta necesario que la institució­n militar se mire en el espejo con capacidad de autoanális­is, autocrític­a y revisión de los procesos de selección de personal y ascensos; formación, capacitaci­ón e instrucció­n; y de los sistemas de evaluación, premios y castigos. Eliminar cualquier factor tóxico será indispensa­ble para seguir contando con la confianza y afecto de todos los colombiano­s y continuar siendo institució­n soporte fundamenta­l de nuestra democracia

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