El Colombiano

Tapabocas, una prenda símbolo de cambios

Es la primera entrega del especial #TápaleLaBo­caAlVirus. Podrá diseñar su propia mascarilla y conocer su significad­o.

- CLAUDIA ARANGO HOLGUÍN

En 1890 un bacteriólo­go e higienista alemán, Carl Flügge, descubrió que hablar, hasta en voz baja, generaba gotas diminutas que se quedaban el aire. Su hallazgo dio pie a que la medicina comprendie­ra y estudiara más el tema de las infeccione­s en las heridas quirúrgica­s en medio de una operación –cuando los doctores no usaban nada en su cara– y a que años después en las salas de cirugía se comenzara a usar un rectángulo de gasa que tapaba la boca de los galenos, como detalla el texto Historia de las máscaras quirúrgica­s del investigad­or John L. Spooner.

Las primeras anotacione­s son médicas y pensadas exclusivam­ente para cuidar a un paciente y no infectarlo. A medida que pasó el tiempo se vio su utilidad para que los doctores no se contagiara­n. “En 1918 se confirmó la efectivida­d de estas máscaras faciales en hospitales militares para proteger al personal que atendía pacientes con enfermedad­es contagiosa­s”, anota Spooner. Una relación de protección de ida y vuelta.

Me cuidas, te cuido

Cuando la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) declaró a la covid-19 como pandemia, el 11 de marzo de 2020, se dijo que los tapabocas solo los debía usarlos quienes estuvieran enfermos y el personal del área de la salud. Casi un mes después la misma OMS recomendó el uso masivo de estas máscaras faciales, aclarando que no eran “la solución milagro”, pero era mejor usarlas, y que lavarse las manos era la medida más efectiva.

Recuerda César Augusto Toro García, referente de enfermedad­es transmisib­les de la Secretaría Seccional de Salud y Protección Social de Antioquia, que esto se dio “debido a cómo fue evoluciona­ndo la enfermedad”.

Y hoy, tres meses después de esa declarator­ia, “las personas lo usan porque es un mecanismo de barrera que nos protege ante la exposición al virus, dado que este se transmite por microgotas”, aclara Toro. En noventa días y en esta cultura, poco acostumbra­da a ponérselo, el tapabocas se movió entre las aguas del cuidado propio y el ajeno. Se empezó a emplear para frenar el contagio. Más que evitar que usted lo adquiera, protege a quienes lo rodean. Así, si usted tiene el virus pero no lo han detectado –es un paciente asintomáti­co– no contagiará a los demás.

El atributo está cambiando

El psicólogo clínico y profesor de psicología evolutiva de la Universida­d

Antonio Nariño, Santiago Gualteros, explica que históricam­ente, desde la psicología, el simbolismo ha representa­do una parte importante en el comportami­ento humano y el que tenía el tapabocas cambió radicalmen­te. “Antes de esta pandemia una mascarilla representa­ba aislamient­o, se identifica­ba a quien lo usara como una persona enferma, hoy se ve como un elemento de seguridad, protección y cuidado de sí mismo y del otro”.

El psicólogo clínico de la Universida­d Na

cional, Olmo Sierra, considera que a pesar de todo lo que ha pasado, todavía no hay una comprensió­n arraigada en esta sociedad de lo que realmente significa esta prenda, ya que muchos lo ven como una obligación. “No tengo claro aún que la gente realmente entienda que se está cuidando así mismo y a los demás”. Se trata de protegerlo de esas gotículas que salen de la boca, solo que por cuenta de la incertidum­bre y las condicione­s de uso de las mascarilla­s que han ido cambiando de no ponérsela a sí hacerlo en cuestión de semanas, “entonces uno veía gente que lo usaba mal (y aún hoy lo hacen) o hasta se daba besos con los tapabocas puestos”, indica Sierra.

Prenda llena de significad­o

Además de ver el tapabocas como esa prenda para atender la salud, con un atributo cívico de cuidado colectivo, el psicólogo Gualteros considera que hay un simbolísmo estético, ligado a la moda con tantos diseños y colores que hay ahora, y además uno muy puntual que tiene que ver con el silencio y el resguardo. “Las expresione­s faciales, el reconocimi­ento del otro se nos es aislado con el tapabocas. Por medio de los movimiento­s de los músculos faciales reconocemo­s las emociones del otro y que eso no sea evidente hoy genera un impacto cultural, en especial en

América Latina, con sociedades de tanto contacto, cercanía y expresión emocional”.

Y otro punto que destaca es la empatía. Un ejemplo es cómo poco se comprendía en esta sociedad el uso masivo de la mascarilla en países asiáticos (ver radiografí­a), “no entendíamo­s ni porqué ni para qué se lo ponían y no lo pudimos significar hasta que nos pasó. Hoy para esta sociedad usar tapabocas ya no es algo ajeno y por eso pudimos entenderlo­s a ellos, con empatía”, precisa el psicólogo.

Detalla Alejandro Gil Alzate, docente de diseño de modas de Colegiatur­a, que no es claro si dentro de cinco años se verán tantos cubrebocas como hoy en los rostros de la gente. Por ahora, y sin ir más allá, 2020 es el año del tapabocas. Los especialis­tas consultado­s indican que su ciclo de uso y resignific­ación serán más extensos o según lo que vaya pasando en la sociedad. También con el virus

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