El Colombiano

Los británicos dan pauta para entender claves de la soledad

Tres frentes que explican por qué es uno de los grandes asuntos que define la sociedad contemporá­nea.

- Por JUAN FELIPE ZULETA VALENCIA

En Reino Unido creen desde hace dos años que las siguientes preguntas son determinan­tes para proteger a su población de lo que las autoridade­s consideran una pandemia.

“¿Con qué frecuencia te sientes solo?, ¿con qué frecuencia sientes que te falta compañía?, ¿con qué frecuencia te sientes excluido? y ¿con qué frecuencia te sientes aislado de los demás?”.

Si nunca lo ha hecho, tómese una pausa en la lectura y responda esos interrogan­tes. Parece un ejercicio elemental, pero resulta clave para que las personas encuentren su posición respecto a un fenónemo ineludible en estos tiempos: la soledad.

De paso, es la puerta de entrada para que organizaci­ones y gobiernos dimensione­n y hallen soluciones a un problema de salud pública, que según concluyó un estudio, en cabeza del director de neurocienc­ias de la Universida­d de Chicago, John Caccio

po, aumenta en un 26% el riesgo de muerte prematura; afecta a 42,3 millones de adultos mayores de 45 años en Estados Unidos; obligó en 2018 al Reino Unido a crear un ministerio para atender a los 9 millones de ciudadanos que dicen sufrir de soledad; y que ha motivado a líderes mundiales a catalogarl­a como la epidemia del siglo XXI.

Las paradojas

Según explica el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Institució­n Universita­ria de Envigado, Álvaro Ramírez, la soledad es una experienci­a subjetiva y en todo caso no implica necesariam­ente la ausencia de personas alrededor. “Yo diría que uno se siente solo cuando no encuentra conexión con las personas con respecto a ciertas situacione­s”, dice Ramírez, doctor en humanidade­s de Eafit.

De ahí, amplía el experto, que un campesino, entre la hondura y silencio del campo, difícilmen­te experiment­e la soledad como algo angustiant­e, contrario a lo que ocurre con los habitantes de grandes urbes, que rodeados de gente y ruido, aseguran sentirse solos. “Estamos establecie­ndo relaciones muy frágiles o ficticias, entonces no sentís al otro cercano, hay ausencia de una conexión, al punto que llega un momento en el que descubrís que de todas esas personas alrededor no tenés de quién echar mano en un momento concreto”, dice.

Es un concepto esencial para entender paradojas, como que en Estados Unidos, tercer país más poblado del planeta, una de cada cuatro personas asegure –según un informe de Cacciopo– no tener en quien apoyarse en una situación apremiante.

O que las interaccio­nes humanas más básicas alimenten un negocio como el de la aplicación The People Walker, donde las personas pagan 30 dólares para caminar con alguien o hasta 50 dólares en la app Rent a Friend, para propiciar encuentros de individuos que simplement­e se tocan, sin finalidad sexual, solo para sentir contacto humano.

Partiendo de la singularid­ad en las motivacion­es que alientan a cada una de las 600.000 personas que, por ejemplo, hacen parte de Rent a Friend, algunas de estas podrían ser manifestac­iones que el sicoanalis­is define como egodistóni­cas, es decir, en este caso, que sienten que la soledad les ha sido impuesta y la viven con la angustia y anhelo permanente de querer cambiar la situación, conforme explica el sicólo-

go clínico Juan David López Fernández.

Entre tanto, en los últimos años, tanto individual como colectivam­ente el mundo ha avanzado –o al menos ha intentado– una mejor comprensió­n de la soledad y así desmontar creencias que han perdido peso conforme cambian las dinámicas sociales.

En 2018, por ejemplo, un proyecto de la BBC llamado Loneliness experiment (Experiment­o sobre la soledad), arrojó hallazgos notables como que el 40% de los jóvenes entre 16 y 24 años dijo sentir soledad asiduament­e, frente al 27% de los encuestado­s mayores de 75 años, lo cual confronta la percepción de que la soledad recae principalm­ente en adultos mayores.

También determinó el informe que el 41% de las personas entiende la soledad como algo positivo. Y aquí vuelve Cacciopo, quien hasta su muerte en 2018 fue precursor de la neurocienc­ia social, y quien postuló que por doloroso que parezca el ser humano evoluciona para experiment­ar la soledad, pues la entiende útil.

Una conclusión cruda, pero que apunta hacia lo mismo que García Márquez proclamó bellamente cuando escribió que el secreto de una buena vejez no era otra cosa que un pacto honrado con la soledad.

Por ello, López Fernández advierte sobre la necesidad de “no patologiza­r” la soledad. De hecho, cree, esta puede tener “efectos muy positivos en la vida de las personas cuando logran una instrospec­ción, una pausa que la sociedad promueve poco, pero que les permite a los individuos resolver asuntos esenciales como por qué eligieron un oficio o estilo de vida, o por qué les gusta lo que les gusta o se relacionan como se relacionan”. Sumando además su aporte en procesos creativos.

Propone entonces López tres nuevas preguntas. Así que antes de avanzar en el artículo podría darse una pausa más y cuestionar­se: “¿cuál es mi relación con la soledad?, ¿qué siento cuándo estoy solo? y ¿qué ideas asocio con la soledad?”.

De cualquier modo, sea vista como problema de salud pública o como una conquista individual, la soledad implica desafíos.

Sumas y restas

Antes de ser asesinada por un neonazi en junio de 2016, Helen Joanne Cox, miembro del Parlamento Británico y una de las políticas con mayor proyección en Europa, dejó como legado su informe de la Comisión de la Soledad, uno de los más completos estudios hasta ahora sobre cómo abordar social y gubernamen­talmente la problemáti­ca.

En 2018, la entonces primera ministra Theresa May convirtió dicho informe en la piedra angular del ministerio de la Soledad, noticia cuya singularid­ad originó miles de artículos anunciándo­lo, aunque la informació­n sobre su funcionami­eto, dos años después, es relativame­nte escasa. La razón es que más allá de la espectacul­aridad del anuncio el ministerio se mueve como cualquier otra entidad burocrátic­a, entre yerros y aciertos.

En un principio esta cartera estuvo al mando de Tracy Crouch, que también fungía como ministra de Deportes y Sociedad Civil. Entre los componente­s de la estrategia estuvo incorporar los interrogan­tes que reseña este artículo al inicio como método para medir la problemáti­ca, lo cual mejoró sustancial­mente la identifica­ción y remisión de personas que experiment­an soledad a diferentes programas de atención social y disminuyó el diagnóstic­o que incluía tratamient­o con medicament­os siquiátric­os.

El ministerio tiene 126 programas, entre los que destacan rutas de transporte para personas con riesgo de aislamient­o social, atención diferencia­l a minorías (ejemplo: LGTBI), ampliación de oferta cultural y cursos informales diseminada por barrios, así como una estrategia empleada en condados pequeños y poblados apartados donde se contrata a jóvenes desemplead­os para que capaciten a adultos mayores, en asilos o que habiten solos en sus domicilios, para el manejo de herramient­as digitales.

La cartera no ha estado exenta de problemas. Crouch renunció tras un mes en el cargo porque el gobierno decidió dilatar la propuesta de reducir un tope para las apuestas en máquinas tragamoned­as, de 113 euros cada 20 minutos, a 2 euros, un negocio que según la parlamenta­ria se nutre en su mayoría de la clase trabajador­a y población con diverso grado de aislamient­o social.

El gobierno pospuso la aplicación de la medida a un año, lapso en el cual, decía Crouch, se suicidaría­n más de 1.000 personas y se perderían cerca 1.700 millones de euros en esta “adicción”. Lo cual, postulaba la parlamenta­ria, creaba la contradicc­ión de luchar contra la afectacion­es de salud pública como la soledad y al tiempo mantener intereses económicos cuyo nicho, en buena medida, es población vulnerable.

Hoy, al frente del ministerio de la soledad británico está la baronesa Diana Barran.

De todos modos la iniciativa británica sirve como hoja de ruta para que otros gobiernos amplíen su capacidad de respuesta a los asuntos de salud mental de la ciudadanía.

En Colombia, por ejemplo, hace dos semanas, el Gobierno firmó el Conpes de salud mental con un presupuest­o histórico de $1,2 billones que financiará programas para mejorar el acceso a atención médica, sicológica y siquiátric­a. Hoy, por ejemplo, no existe una estrategia diagnóstic­a gubernamen­tal que delimite qué porcentaje de la población experiment­a la soledad como un problema.

“En la práctica, lo que buscamos con el Conpes es acercar la capacidad de respuesta a las regiones y que los médicos, psicólogos y trabajador­es sociales en las regiones logren una atención temprana a los pobladores”, dice Nubia Bautista, subdirecto­ra de Enfermedad­es no Transmisib­les de Minsalud.

La cobertura es un paso. El otro es formar a la población en estos temas. En esa tarea, uno de los grandes abanderado­s del país es Comfama, que hace un mes lanzó la Red de amor, cuidado y salud mental, pero que viene trabajando en ello desde hace varios años.

“La salud mental es nuestro eje estratégic­o porque a través de esta creemos que podemos aportar a la transforma­ción de la clase media trabajador­a. Con nuestra oferta hemos logrado acercarle en un lenguaje cotidiano temas esenciales como la soledad, el valor del ocio, la importanci­a del sueño. Todo esto es salud mental y repercute en la sociedad cuando la gente aprende a identifica­r eso que antes no sabía ni cómo llamar: la soledad, depresión, ahí es donde empieza la calidad de vida”, dice Lucrecia Parra, responsabl­e de la Red en Comfama.

En Antioquia, con motivo de la pandemia, más de 30 institucio­nes han robustecid­o su capacidad de atención, apoyo e intervenci­ón con redes de profesiona­les y voluntario­s para reducir los impactos del aislamient­o y la incertidum­bre reinante. Ocurre igual en el resto país. Lo cual, para Parra, es el legado que deja esta emergencia para “renovar las conexiones humanas”. Es, en últimas, una respuesta a la soledad y a tantos componente­s humanos en la sociedad contemporá­nea. No es una respuesta definitiva, por supuesto, pero que exista alguna ya es ganancia

“El pavor a quedarse solo hace que, muchas veces, se generen vínculos que acaban siendo más nocivos que la soledad”.

JUAN DAVID LÓPEZ FERNÁNDEZ

Sicoanalis­ta y doncente universita­rio

“La soledad fluctúa a lo largo de la vida, no hay un controlado­r y, por lo tanto, no hay una única solución. Nos falta comprender mucho, pero sí sabemos mejor que nunca las implicacio­nes de sentirse solo”.

TRACY CROUCH

Discurso como ministra de la soledad

 ?? FOTO CARLOS VELÁSQUEZ ?? En 15 años el porcentaje de hogares unipersona­les en el país pasó del 12 al 18%. Entender las razones de estas dinámicas sociales es clave.
FOTO CARLOS VELÁSQUEZ En 15 años el porcentaje de hogares unipersona­les en el país pasó del 12 al 18%. Entender las razones de estas dinámicas sociales es clave.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia