El Colombiano

Cuarentena, extraña visitante en los municipios de Antioquia

En 93 de las 125 poblacione­s no hay casos activos de coronaviru­s. Así va su reapertura.

- Por VANESA RESTREPO

El coronaviru­s logró lo que ni la guerrilla ni los paramilita­res pudieron en varias décadas: que Ramiro López se quedara encerrado en su casa en el corregimie­nto El Doce, de Tarazá. Él, campesino, nació hace 61 años en Córdoba y apenas aprendió a negociar decidió que quería andar el mundo. La travesía le duró hasta que, hace 31 años, conoció el amor en los ojos de una muchacha morena que vivía a orillas del río Cauca: se casaron y tuvieron hijos, compraron una casa cerca del río y “echaron raíces”, como dice él.

Pero Ramiro no nació para quedarse quieto. Por eso escogió una parcela al otro lado del río para sembrar, así podía seguir caminando y sintiéndos­e aventurero, sin tener que alejarse del amor y de la familia que había formado.

En marzo el mundo que conocía cambió. La música de las cantinas vecinas se silenció, ya no por las balas y la sangre sino por un decreto de cuarentena expedido en Bogotá y anunciado por televisión; y la fuerza pública que antes solo venía a llevarse a los muertos o hacer capturas, instaló puntos de control permanente en el puente que a diario cruza. Sus nietos dejaron de salir a jugar, sus hijos no pudieron volver a visitarlo y la cédula, que antes usaba solo para ir al médico o salir a votar cada cuatro años, se volvió su compañera inseparabl­e.

“Aquí hemos vivido cosas duras. La zozobra por Hidroituan­go hace dos años fue muy brava, las masacres el año pasado nos asustaron mucho. Pero nunca, nunca, había visto el corregimie­nto solo”, dice por teléfono mientras recibe el sol en una mecedora. Eso y las salidas a la parcela son los únicos hábitos que le quedan. A las 5:00 p.m. todo el pueblo se tiene que encerrar.

A 200 kilómetros de Ramiro, en Ituango, el profesor Juan Carlos Posada también habla de esa sensación de soledad, a pesar de que nadie se ha ido del pueblo en el que nació. Él, acostumbra­do a los salones abarrotado­s de niños, ahora dedica sus días a responder por whatsapp las dudas que alumnos y padres tienen sobre los talleres que cada semana les envía el colegio.

La situación es dura, dice, porque apenas el 20 % de las casas en el pueblo tiene internet y en el campo el panorama es más crítico. Además muchos de los padres no

Datos actualizad­os a

12/06 a las 9 p.m.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia