Cinco minutos para contar hasta diez
Las personas están buscando más videos sobre meditación y yoga en Youtube, pero eso no es lo mismo que la espiritualidad.
Las aplicaciones para meditar están en furor. Un informe de Sensor Tower, una herramienta de monitoreo digital dice que, el año pasado, el gasto de los usuarios en estos programas creció un 52 % con respecto al 2018. Analizó las más descargadas en 2019 (ver Recomendados) y llegó a la conclusión de que “las aplicaciones de meditación pasaron de ser una moda pasajera a una fuente de ingresos”.
Durante la cuarentena, por ejemplo, la gente empezó a buscar más contenido en YouTube relacionado con la calma y la relajación, asegura Pablo Castellanos, gerente de investigación para Google en México, Colombia y Centroamérica
Según datos de la compañía, los videos relacionados con la meditación o con las palabras “meditación guiada” en el título tuvieron más de 94 millones de visitas globales desde el 1 de marzo, y los videos de yoga acumularon 450 millones de visualizaciones en todo el mundo entre el 15 de marzo y el 30 de abril.
Las aplicaciones e instructores que hoy abundan en la red hacen una invitación a la calma y la introspección, pero hay diferencia entre meditar y ejercitar la espiritualidad, aclara Kiki de la Espriella, instructora de yoga especializada en hatha, una línea que profundiza en el trabajo del cuerpo. “La meditación es un ejercicio principalmente de la mente, el yoga, dependiendo de la línea, es un trabajo físico; y la espiritualidad, parte de autoconocerse y escoger una creencia. Finalmente todo confluye porque somos un todo: espíritu, mente y cuerpo”.
Meditación, ¿para qué?
Desde el punto de vista psicológico, meditar es prestar atención al momento presente con interés, curiosidad y aceptación, cuenta el médico neuropsiquiatra Jorge Franco. Es una práctica probada para reducir el estrés y hay maneras formales e informales de hacerla.
Por ejemplo, una práctica informal es comer prestando atención a los sabores y tratar de diferenciar los alimentos de acuerdo con su textura; en lugar de masticar automáticamente mirando una pantalla. Para las prácticas formales se debe sacar un tiempo y espacio y ejercitar la concentración con una guía.
Se pueden hacer con ayuda de aplicaciones ( Jorge Franco recomienda Lojong, Calm y Headspace) o de profesionales en el estudio de la mente que dictan cursos de reducción de estrés basados en mindfulness o atención plena. Uno de los ejercicios más conocidos es el de escaneo corporal, que consiste en acostarse unos minutos, respirar de manera consciente y prestar atención a las sensaciones del cuerpo.
Ahí el trabajo es más de la mente y no es necesario tener una religión concreta, como Franco, que es instructor y fundador del Centro Mente Aprende (ver Para saber más).
Trascender
Kiki de la Espriella explica que hay una línea del yoga llamada “kundalini”, que está muy enfocada en lo espiritual. En ella se repiten mantras en el idioma sánscrito y se comienza la sesión con el famoso “ommmmm”.
Cuenta que de sus viajes a Tailandia y los cursos de formación que ha tomado para ser instructora aprendió que no quería iniciar ese viaje espiritual porque no se sentía cercana a esa creencia. “Todo parte de autoconocerse y aceptar de dónde viene uno. La invitación del budismo es bellísima, pero yo aprendí a acercarme a Dios de otra manera, a pedirle y hablarle como me enseñaron desde niña”.
Desde la perspectiva del sacerdote John Jairo Osorio, teólogo y profesor en la Universidad
Pontificia Bolivariana, la espiritualidad es la intención de invocar a un ser superior, “algo que ha estado presente históricamente y se ha manifestado en las diferentes religiones del mundo. Para nuestra cultura, particularmente, hay una experiencia más instintiva y menos preparada de acercamiento a Dios, con repetir con devoción algunos rezos que nos enseñaron en la infancia nos podemos sentir cerca de él”, señala y agrega que en tiempos de crisis, como los que se viven ahora, las personas tienden a creer y a buscar más a Dios.
En la espiritualidad se tiende a creer en un dios o dioses, por medio de un ejercicio de fe. Se puede ir más allá haciendo parte de una religión conocida como la católica o la cristiana, o estudiando doctrinas como la panteísta, que cree en la naturaleza como una deidad absoluta.
En Colombia hay instructores de yoga que dan una guía también para comenzar un camino espiritual hacia la religión budista, originaria de la India. Otros, como Kiki de la Espriella, enfatizan en su creencia católica antes de una clase y se centran más en el trabajo corporal.
Ya sea para conectarse con su cuerpo, relajar la mente con meditación o alimentar el espíritu con una devoción personal, las opciones e invitaciones a la calma y la relajación están más presentes que nunca