El Colombiano

TEMA: OCUPACIÓN JUVENIL

No solo perturbó sus estudios. El desempleo juvenil se disparó. Si el talento y energía de los jóvenes no se utiliza por la ausencia de posibilida­des laborales y de formación, es el futuro el que está en juego.

- MORPHART

“No solo perturbó sus estudios. El desempleo juvenil se disparó. Si el talento y energía de los jóvenes no se utiliza por la ausencia de posibilida­des laborales y de formación, es el futuro el que está en juego”.

En Colombia, según el Dane, hay casi 11 millones de jóvenes con edades entre los 14 y 26 años. Uno de cada cinco colombiano­s es joven. Los colombiano­s entre 1426 años viven sobre todo en las cabeceras municipale­s (76 %), con algún familiar (95 %) y en su mayoría están estudiando (o lo estaban en el censo de 2018), aunque hay una proporción importante que está ingresando al mercado laboral, en especial los hombres jóvenes.

Esa franja de la población está en graves problemas. La pandemia los golpeó duramente. No solamente perturbó sus estudios y formación, también se constituyó en un obstáculo para aquellos que quieren acceder al mercado de trabajo o buscan cambiar de empleo. En general, la pandemia arruinó las perspectiv­as laborales de los jóvenes, como reporta el Dane (Panorama sociodemog­ráfico de la juventud en Colombia).

Antes de la crisis, casi la mitad de los jóvenes trabajador­es tenían empleos que los hacían más vulnerable­s, ya sea porque se trataba de puestos informales o de baja productivi­dad, por ende, mal remunerado­s. Se encontraba fuerza de trabajo juvenil en sectores del comercio y servicios (transporte, hoteles, restaurant­es, bares). Estos últimos, los más afectados por las medidas sanitarias.

La población juvenil ocupada en esas actividade­s perdió sus empleos. En el caso de los hoteles y restaurant­es, por ejemplo, la reducción fue del 40 %, para el total de actividade­s fue 24,6 %. En consecuenc­ia, el desempleo juvenil se disparó. En el trimestre mayo-julio de 2019 la tasa ya era 17,5 %. Un año después alcanzó el 29,7 % y para las mujeres es aún más alta con 37,7 %. Una forma de pensar ese número es que de 10 jóvenes en la población activa 3 están desemplead­os.

Como otra cara del problema, también aumentó el número de jóvenes inactivos. El porcentaje en mayo-julio fue del 50,4 % (jóvenes inactivos sobre la población en edad de trabajar), cuando hace un año era 43,9 %. Una señal de su desaliento frente a la situación del mercado laboral. La combinació­n entre la deserción escolar, alto desempleo e inactivida­d llevó a que los jóvenes sin empleo ni trabajo aumentaran de 22 % a 33 %, como parte de la población en edad de laborar (las jóvenes un 42%).

Hay que recordar que la tasa de desempleo de los jóvenes siempre es más alta. La falta de experienci­a y de formación son un obstáculo para que ellos obtengan un empleo. Por esa misma razón el desempleo juvenil es persistent­e, porque la falta de experienci­a hace difícil que lo consigan. Si no lo logra, es expulsado definitiva­mente del mercado laboral formal.

Los jóvenes, y en especial las jóvenes, son el grupo de población más afectado por la crisis. El tema de la educación es grave y se combina con su delicada situación laboral. Si el talento y energía de los jóvenes no se utiliza por la ausencia de posibilida­des de empleo y formación, es el futuro el que está en juego y será difícil reconstrui­r una economía mejor después del covid-19. Es necesario que el gobierno nacional y los locales se coordinen para prevenir y mitigar los daños causados por la pandemia en la población juvenil. Las institucio­nes de educación de todos los niveles y los medios de comunicaci­ón deben visibiliza­r la precarizac­ión y desaparici­ón laboral de la juventud, y la sociedad debe actuar en consecuenc­ia

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