EL NUEVO BOSQUE DE CHAPULTEPEC
¿Capricho presidencial y futuro elefante blanco o una obra trascendente para millones, como lo fue la remodelación del centro histórico de la capital?
Lo que comenzó como una necesidad modesta, darle un nuevo uso a la exresidencia presidencial de Los Pinos, terminó convirtiéndose en un vasto proyecto para reconvertir casi 800 hectáreas de bosque y todo lo que contiene en la apuesta urbana más ambiciosa del Gobierno de López Obrador. Además de un presupuesto significativo, 500 millones de dólares en tres años, se invitó para coordinarlo a Gabriel Orozco, una de las luminarias del arte contemporáneo internacional y él mismo un artista acostumbrado a las tempestades.
Aunque muchos detalles del plan maestro no se han presentado aún, la obra ha generado una ola de descalificaciones de distinta índole y de variopinta procedencia. Un análisis de los documentos preliminares y los entretelones del proyecto me llevan a concluir que se trata de un proyecto brillante, pero no superfluo.
El Bosque de Chapultepec es un proyecto urbano de enorme impacto para efectos acuíferos y ecológicos (algunos de ellos urgentes) y de trascendencia urbanística al modificar las vialidades e interconexiones de amplias zonas desvinculadas, entre otras cosas, por el parque mismo. Las obras consideradas modificarían la vida cotidiana de varios cientos de miles, si no es que millones de ciudadanos de esta parte de la ciudad.
Entre 15 y 20 millones de personas, según la fuente, acuden al bosque de Chapultepec cada año. Basta asomarse un fin de semana para darse cuenta de que la gran mayoría pertenece al sector de los que menos tienen y, por lo mismo, carecen de jardines en casa o espacios de esparcimiento en sus barrios. La posibilidad de potenciar este sitio de esparcimiento, salud, cultura, aprendizaje y opciones económicas tiene un impacto redistributivo por donde se le vea, por no insistir sobre las nuevas zonas beneficiadas por la conectividad y recuperación ambiental.
Por lo demás, la atención de la pandemia requiere también de la construcción de símbolos de esperanza. Por razones históricas, por su tamaño, por su importancia ecológica en el contaminado valle de México, el Bosque de Chapultepec es emblemático para los mexicanos. Equivale a dos veces la extensión de Central Park de Nueva York y casi tres a Hyde Park de Londres.
Se puede diferir sobre la ubicación específica de un pabellón en tal sitio o los alcances de un nuevo museo, y habrá que esperar el detalle de cada obra, pero la mera posibilidad de construir un símbolo de esperanza me parece una tarea urgente en este país y en este momento
La atención de la pandemia requiere también de la construcción de símbolos de esperanza.