El Colombiano

APLAZAR ELECCIONES DE VENEZUELA

- Por JUAN JESÚS AZNÁREZ redaccion@elcolombia­no.com.co

La Unión Europea ha hecho santamente en pedir el aplazamien­to de las elecciones legislativ­as venezolana­s porque, sin una observació­n forense de su desarrollo, la oposición corre el riesgo de perderlas habiéndola­s ganado. Puestas las urnas, puestas las trampas: la falsificac­ión del voto y el engaño del votante han sido herramient­as de la derecha y de la izquierda en América Latina desde mucho antes de que el PRI mexicano inventara el acarreo de electores, los frijoles a cambio de apoyos y las urnas embarazada­s con fajos de papeletas amañadas.

Cabe suponer que el candidato Henrique Capriles no habrá incurrido en la temeridad de aceptar su participac­ión en los comicios de diciembre sin haber recibido garantías de que el escrutinio de los sufragios será supervisad­o internacio­nalmente y reflejará la voluntad popular; cabe suponer también que no se verá obligado a denunciar que le han robado la victoria, como hizo en abril de 2013, cuando perdió la presidenci­a de Venezuela por solo 233.935 votos, según el oficialist­a Consejo Nacional Electoral (CNE).

El voto electrónic­o y las operacione­s informátic­as agilizan la votación en las democracia­s subdesarro­lladas, pero reducen la transparen­cia y la observació­n independie­nte de escrutinio­s y tabulacion­es, al perder la claridad de las papeletas en papel. Los expertos encargados de detectar trampas en los software y hardware no siempre tienen acceso a la sala de máquinas electorale­s y pueden toparse con programas que operan bajo acuerdos de confidenci­alidad.

El Manual de Observació­n Electoral de la Unión Europea admite que las nuevas tecnología­s presentan ventajas, pero también peligros: el voto electrónic­o es más apropiado para países con sociedades que confían en la integridad de los procesos de sufragio, escrutinio y agregación de resultados. Si la confianza pública en el proceso es baja, como ocurre en Venezuela, el voto electrónic­o acrecienta los peligros de manipulaci­ón interna o externa, y puede dañar todavía más la credibilid­ad de las elecciones.

Se dañó en 2017 cuando

Smartmatic, la empresa encargada del voto electrónic­o en varias legislatur­as, denunció que entre el recuento oficial de las elecciones de la Asamblea Constituye­nte y el registrado por el sistema hubo una diferencia de más de un millón de votos en favor del chavismo, gracias a la manipulaci­ón informátic­a y la generación de sufragios falseados. Si la oposición continúa acuchillán­dose, aumentarán la desesperan­za y la abstención, y ganarán el acarreo y la fidelidad chavistas. El aplazamien­to solicitado por la UE para su despliegue es tan imprescind­ible como el entendimie­nto entre Capriles y Guaidó, sin marines ni atajos antidemocr­áticos, aunque llamen a la puerta

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