EL SENADOR QUE CONFIESA SER EL EJECUTOR DE UN CRIMEN ATROZ. ¿CUÁL SERÁ EL RASERO ÉTICO?
Julián Gallo o alias “Carlos Antonio Losada”, senador designado por las Farc en virtud de los cupos que sin necesidad de votación popular fueron definidos por los acuerdos entre la entonces guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos, miembro de una de las comisiones más importantes del Senado, la Primera (asuntos constitucionales, derechos y deberes, estructura de la administración pública, entre otros) dio un paso más ayer al revelar que fue él quien ejecutó la orden impartida por alias “Tirofijo” y “Mono
Jojoy” para asesinar al líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, en Bogotá, el 2 de noviembre de 1995.
En la teoría penal están bien definidas las categorías de la autoría de un crimen, desde quien da la orden, quien organiza la estructura criminal, hasta quien dispara sobre la víctima. Para todos los efectos, el hoy senador es, según confesión propia que requerirá las formalidades respectivas para plasmarse en una sentencia penal en firme, autor de un magnicidio que rompió el alma de millones de colombianos hace 25 años.
Este país se ha indignado con parlamentarios que han cometido delitos de diversa naturaleza, o han sido condenados disciplinaria o penalmente por distintas violaciones a la ley. No se conoce, no obstante, uno que confiese ser responsable de un homicidio de tal gravedad (y no solo fue el del doctor Gómez Hurtado, sino su asistente, José Huertas Hastamorir). ¿La condena ética tendrá el mismo rasero, o habrá una “ética diferencial” para intentar hacer aceptar lo inaceptable?