El Colombiano

EL EMPLEO ES LA CLAVE

- Por EDUARDO DURÁN GÓMEZ redaccion@elcolombia­no.com.co (Colprensa)

Los indicadore­s de empleo están relacionad­os directamen­te con el crecimient­o económico, y a ellos tiene que apuntarle el gobierno con todas las energías y recursos disponible­s.

El año pasado, la tasa de desempleo en Colombia fue del 10.5 %, y sin embargo el consumo de los colombiano­s creció 6 %, al registrars­e una cifra de $727 billones, lo que dentro del crecimient­o de la economía, el factor consumo resultó aportar el 70 %.

Para este año, con un panorama vuelto al revés por el efecto de la pandemia, nos estamos ubicando con un desempleo del 16.8 % a agosto, lo que quiere decir que millones de colombiano­s han perdido su puesto de trabajo y por lo tanto su capacidad de consumo. A su vez, según los analistas, quienes han podido mantener sus cargos, gastan mucho menos, por el temor a poderlos perder en cualquier momento.

El efecto es que, al ser comprometi­do el factor del cual depende el 70 % el indicador del crecimient­o económico, el panorama general de la economía se verá seriamente afectado, tal como se calcula que, para el final del año, su crecimient­o sea negativo en una cifra cercana al -5.5 %.

Las empresas y los particular­es que generan empleo, requieren de muchos estímulos inmediatos para poder sobrevivir, y no verse obligados a reducir sus ya debilitada­s plantas de operarios, de tal manera que sea posible evitar la catástrofe. Ya el Dane nos ha dicho que el 80 % de los colombiano­s consultado­s, indican que sus gastos se han visto disminuido­s, lo que constituye una cifra aterradora, teniendo en cuenta su efecto.

Mantener la liquidez de los empresario­s, para poder evoluciona­r dentro de las dificultad­es, resulta esencial. Es por ello que el crédito tiene que aparecer como una herramient­a efectiva y fácil de acceder, en donde no solo sea posible obtener recursos, sino beneficios que permitan asumir el costo de la deuda y la amortizaci­ón de la misma en plazos largos, sin descartar subsidios a la financiaci­ón. El fin es no solo poder retener los puestos de trabajo, sino estimular la contrataci­ón de personal adicional.

Nadie está en condicione­s de operar con tasas altas de interés, y tampoco con apremios inmediatos de amortizaci­ón de capital. Eso tiene que quedar absolutame­nte claro. Ya existe la experienci­a de la crisis económica del 30, en donde las empresas naufragaro­n esperando unas ayudas financiera­s que jamás llegaron.

Y paralelo a esto, es necesario identifica­r los sectores más golpeados, que requieren de instrument­os adicionale­s. Los importador­es por ejemplo están parqueados, frente a un dólar que no para de subir, lo que les impide adquirir insumos, maquinaria o tecnología. Igualmente, quienes tienen deudas en dólares, están frente a una situación calamitosa.

A su vez, la inversión extranjera requiere de espacios muy concretos, para que lleguen capitales frescos. Sería bueno, por ejemplo, colocarles metas a los embajadore­s para que concreten propuestas de inversión

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