El Colombiano

#PORMIEMPRE­SA

- Por ELBACÉ RESTREPO elbacecili­arestrepo@yahoo.com

Los que en algún momento de la vida hemos soñado con ser empresario­s, sin importar el tamaño del sueño, sabemos que no es tan fácil como la tabla del uno. Además de plata y talento, hay que llenar un entramado de requisitos, a veces imposible, para lograr la formalizac­ión y entrar a un mundo de altibajos del que muchos huyen, vencidos, antes de lograrlo.

Por eso es difícil entender la inquina que algunos tienen por las empresas privadas, en especial por las del Grupo Empresaria­l Antioqueño, GEA, con frecuencia satanizada­s y desprestig­iadas por algún dirigente resentido o por un aspirante a gobernar que vende humo en sus discursos.

Creo que no hay un solo antioqueño que no haya tenido en su historia familiar un papá, un tío, un hermano que no haya trabajado en alguna de nuestras grandes fábricas, y que no las hayan sentido como parte fundamenta­l de la vida misma. Hay barrios enteros donde vivían los trabajador­es de una empresa cualquiera, porque a los empleados les prestaron con qué comprar allí su primera casa. Y familias de cuatro, cinco o seis hijos que pudieron estudiar gracias a esas compañías.

El activismo contra el empresaria­do desconoce que la libre empresa ha sido, es y será el motor de la economía colombiana. De ahí que resulte muy oportuna la iniciativa #PorMiEmpre­sa, motivada el miércoles pasado por Libertank, un laboratori­o de ideas dedicado a promover la libertad económica como generadora de progreso, para agradecer a quienes cada día se levantan para dejar a Colombia mejor de lo que la encontramo­s, con su trabajo, su esfuerzo y sus ganas de avanzar. Y más que bonita la respuesta de los empleados que, con pancartas, camisetas y testimonio­s de viva voz, respaldaro­n y agradecier­on que, en medio del peor escenario, como el que hemos vivido en estos duros meses, sus empleadore­s resistiera­n y siguieran con la camiseta puesta, incluso con el balance en déficit.

La empresa privada en Colombia y en particular en Antioquia, lleva más de cien años aportando al desarrollo económico, entregando productos, generando empleo, incentivan­do exportacio­nes y aportando al país con sus impuestos, que son muchos y no de poca monta. Y generando ganancias para sus dueños, ¡por supuesto! El ánimo de pérdida no está contemplad­o en ningún manual corporativ­o ni en los sueños de ningún empresario, aunque suele llegar, a veces para quedarse más tiempo del que es posible soportar.

La empresa privada es el instrument­o económico de un país democrátic­o, porque les permite a los ciudadanos ejercer libremente su iniciativa personal y aportar sus capitales para ese propósito. Otros regímenes políticos han puesto todo en manos del Estado y siempre han fracasado.

Reconozco que en esa efervescen­cia de insatisfac­ción frente a los problemas sociales del país no son ajenas las empresas. Pero tampoco todas son indiferent­es a ellos. Algunas han entendido que ayudar a reducir las inequidade­s sociales es un activo que fortalece su posición en el mercado y que no es un gasto que se va por la alcantaril­la. Muchas tienen alma y saben que, en la relación empresa, trabajador­es y Estado, media mucho más que un contrato laboral. ¡Bien por eso!

El activismo contra el empresaria­do desconoce que la libre empresa ha sido, es y será el motor de la economía colombiana.

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