Barrett, un timonazo a la derecha para la corte
La inminente llegada de Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo consolida una mayoría conservadora.
Concluyeron las audiencias en el Senado de EE. UU. para confirmar a Amy Coney Barrett, la nominada de Donald Trump al Supremo. Todo indica que la votación será a su favor. Este es el poderoso tribunal al que llega.
Ayer, el Senado de EE. UU. concluyó cuatro días de extensos cuestionarios en los que la nominada por Donald Trump para ocupar una silla en la Corte Suprema de Justicia de ese país, Amy Coney Barrett, rindió cuentas sobre sus posturas frente a diversos temas, pero, sobre todo, en torno a la independencia con la que asumiría decisiones judiciales que entrararían en conflicto con su fe católica.
Si nada extraordinario ocurre, el Senado votaría antes del 22 de octubre y la jueza sería confirmada como integrante del máximo tribunal, en reemplazo del ícono progresista Ruth Bader Ginsburg, considerada una de las más fuertes voces del feminismo, que falleció el pasado 18 de septiembre.
Tras la nominación de Barrett, medios como The New York Times, The Washington Post y Bloomberg han barajado dos premisas: que su llegada consolida una mayoría conservadora en la corte, que ya está integrada por cinco jueces versus tres del ala liberal, y que sus creencias religiosas podrían influenciar su jurisprudencia. Pero, ¿por qué es tan importante el perfil personal de cada juez que llega al máximo tribunal estadounidense?
Para comprenderlo, el investigador de Sistemas Internacionales de la U. Externado, David Castrillón, plantea una diferenciación inicial entre quienes se autodenominan “originalistas”, es decir, que buscan una interpretación literal de la Constitución y los deseos de quienes la redactaron emitiendo opiniones muy conservadoras, frente a aquellos juristas que, por el contrario, buscan una interpretación más contextual de las leyes.
“Quienes no son originalistas se ubican en diferentes gradientes y la personalidad de esos jueces influye en la forma en la que toman decisiones, y esas miradas tienen que ver con su identificación dentro del espectro político. Entonces hay jueces que le dan prevalencia al aspecto individualista de la Constitución, mientras que otros, como lo hacía Ruth Bader Ginsburg, dan prioridad a los intereses de un grupo. Por ejemplo, en un tema como el aborto, prevalecía la protección de las mujeres como colectivo, que la del feto de forma individual”, explica.
En ello concuerda Erin O’Leary, docente de la St. Louis University School of Law, quien añade una perspectiva desde el bipartidismo: “La pérdida de Ginsburg como la jefa del ala liberal de la corte materializa los temores de los progresistas en todo el país. A dos semanas de un proceso electoral de alto riesgo (a juzgar por las encuestras), la mayoría republicana en el Senado está
más que apurada en lograr una confirmación rápida”.
Barrett sería la quinta mujer en llegar a una corte que en 231 años de historia solo ha tenido dos jueces afroamericanos, una hispana y tres hijos de migrantes. Pero en opinión de Castrillón, ella “no llegará a hacer historia por lo que es. Ya Sandra Day O’Connor fue la primera mujer blanca en llegar al tribunal. Barrett tendrá peso por lo que cree y ahí sí es relevante que engrosará una mayoría de jueces católicos en un país protestante”.
Para medir las fuerzas que actualmente entran en tensión en el tribunal, con información del proyecto Oyez, una reconocida iniciativa académica de la Cornell Law School, Justia y el ChicagoKent College of Law, que compila y analiza la jurisprudencia del Supremo, EL COLOMBIANO presenta un perfil de cada togado y cómo ha votado en cuatro casos claves a nivel político y de derechos.
En el primero, Distrito de Columbia v. Heller (2008), el tribunal derogó una disposición de la capital federal que prohibía el registro de armas de fuego y restringía su porte. En el segundo, Bostock v. Condado de Clayton (2020), los jueces interpretaron la Ley de Derechos Civiles de 1964 para proteger a un empleado público gay que sufría discriminación en su lugar de trabajo.
En el tercero, Espinoza v. Montana (2020), la corte determinó que un programa estatal de becas escolares, que prohibía a los beneficiarios utilizarlas en escuelas religiosas, era discriminatorio y no se ajustaba a la Constitución.
Y, por último, en Trump v. Mazars USA (2020), los togados consideraron que aplicando un test de equilibrio de poderes, el Congreso puede pedir a un presidente en ejercicio la presentación de sus registros financieros, aun cuando estos revelen asuntos privados y no oficiales
4 mujeres han sido juezas del Tribunal Supremo de EE. UU. en 231 años de historia.