MUNDO Sanciones marcan pulso entre Rusia y la UE
Europa toma medidas tras intento de envenenar a Alexéi Navalni, hecho en el que involucran a Putin.
Alexéi Navalni. Ese es el nombre que protagoniza por estos días la agenda entre la Unión Europea y Rusia, dos partes con unas relaciones rotas en los últimos años por la anexión de este último a la península de Crimea.
Esas tensiones de antaño por la influencia que el gobierno de Vladimir Putin intenta ejercer sobre los territorios de las antiguas repúblicas soviéticas, quedaron en pausa con el caso Navalni, el opositor al Kremlin que fue envenenado el 20 de agosto de 2020 y que ahora está bajo protección del bloque comunitario.
La UE considera que funcionarios el gobierno Putin tendrían responsabilidad en su caso, por el que casi pierde la vida. Por eso, aplicaron un paquete de sanciones al jefe de la Dirección de Política Interna de la presidencia, el director del Servicio Federal de Seguridad, dos viceministros de Defensa, un alto funcionario de la Oficina Ejecutiva de la presidencia y el representante de Putin en Siberia.
Estas se suman a las que otros funcionarios de su administración ya tienen por la anexión a la península de Cri
mea y Sebastopol, territorios ucranianos que Rusia controla por la fuerza desde 2014.
“Las sanciones sirven para des legitimar el gobierno y aislarlo. Sin embargo, poco se puede hacer además de eso”, afirma el internacionalista de la Universidad Externado, Miguel Martínez. Las penalidades contra Rusia impuestas por la comunidad internacional son una historia que se repite. Así como los castigos se mantienen, también persisten las conductas que los países democráticos cuestionan.
“¿Quién puede sancionar a Rusia?”, cuestiona Martínez. Son pocos los actores con un peso geopolítico para hacerlo. Además de la UE, también está Estados Unidos y el propio secretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, dice que el envenenamiento de Navalni fue ordenado por altos funcionarios del Kremlin.
El 27 de agosto pasado la Policía rusa comenzó una investigación por ese suceso. El 9 de octubre de 2020, el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo que su país no puede investigar el envenenamiento por falta de datos. Entonces, no hay avances en el proceso.
Más allá de Navalni
Otros como China se mantienen al margen de esa discusión, mientras sus vecinos soviéticos como Bielorrusia y Moldavia son determinantes en la balanza de las naciones que confirman su respaldo a Putin, a pesar de las discordias por Crimea o el caso Navalni.
El gobierno Putín y la UE pasan por un punto muerto en sus relaciones. De fondo, además de una cuestión diplomática, están los planes que los países europeos tenían con Rusia.
La ecuación funciona así: si bien la UE como bloque protagoniza una fractura con el gobierno Putin, sus estados miembros sí mantienen vínculos con él. Con Alemania está en proceso de construcción el proyecto del gasoducto Nord Stream 2 que tiene como objetivo proveer de gas a Europa en una conexión que cruzará el mar báltico conectando a las dos naciones.
De hecho, según la Comisión Europea, este suministró el 45 % del gas que el continente necesitó en 2019. Hay otros exportadores de ese hidrocarburo como Estados Unidos y Noruega, pero este último pasa por una disminución en su producción.
Por eso, entre las enemistadas de los europeos con Rusia, de fondo hay una relación de necesidad mutua. Aunque insistan en las sanciones diplomáticas, las circunstancias se mantienen: el caso Navalni no avanza y Crimea sigue bajo el dominio de Moscú