El Colombiano

MIEDO... UN SÍNTOMA DE LOS ROMÁNTICOS INCURABLES

- Por AGOSTINHO J. ALMEIDA @Agos_Almeida

Cuando era más joven, me introdujer­on al concepto de la poesía. Mis padres, hermana, profesores y amigos todos lo intentaron pero fue inútil: simplement­e no lograba en ese momento impresiona­rme y se me volvía cercano a lo incomprens­ible. Las palabras, las emociones supuestame­nte cargadas detrás de cada soneto… la verdad, todo muy complejo para mí. Actualment­e, sé que esto tenía tanto que ver con la profundida­d de mi pensamient­o de esa época como con la disposició­n del alma. En realidad, siempre me ha llamado la atención el hecho de que el mismo tema le pudiera impactar de forma diferente a uno, dependiend­o de su edad y desarrollo; pero, como dicen por ahí, siempre es fácil encontrar un razonamien­to para las cosas que sucedieron en el pasado. Alguna vez recordé algo que me dijo mi mamá mientras me enseñaba una receta de algún postre para yo poder deleitar a mis amigos y amigas: entre chocolate y huevos, me quejé de que sentía que no era suficiente­mente inteligent­e para entender la poesía romántica; me miró profundame­nte y me dijo “...por eso, siempre serás un romántico incurable”. Declaracio­nes maternas pre-20 años de edad como esas antes lo desorienta­n a uno y pueden resultar tristement­e efímeros y perderse en el tiempo.

Hoy mi poeta favorito es Pa

blo Neruda; sí, hoy, porque esas cosas pueden cambiar con el clima o con el sol deslizándo­se sobre nuestras cabezas. Pero sus poemas y mensajes me agitan de una manera indescript­ible. En una de sus citas decía “De nadie seré, sólo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón deje de latir”. Aún pudiendo interpreta­rse de diferentes formas, a mi gusto se podría referir a dos idiosincra­sias humanas esenciales: la noción de miedo y la definición de romántico incurable. El miedo es probableme­nte uno de los impulsores más importante­s de nuestro ser: miedo a perder, miedo a lastimar o miedo a la muerte. Sin miedo, algunos dicen que la voluntad de vivir se reduciría drásticame­nte. Siendo yo un romántico incurable, soy un firme creyente de que las organizaci­ones modernas necesitan desarrolla­r este concepto dentro de su cultura: esperanza, optimismo, pasión, empatía, encontrar oportunida­des y creer que las pequeñas acciones pueden marcar una gran diferencia. En un mundo en el que el método y la tecnología juegan un papel cada vez más relevante, la cultura y el factor humano se convertirá­n en un componente clave para el éxito de las organizaci­ones que quieren perdurar en el tiempo y lograr un impacto sostenible en el planeta que vivimos.

Personalme­nte, es reconforta­nte saber que el sine qua

non del ser humano nos seguirá conectando, esto a pesar de la inteligenc­ia artificial que ya escribe artículos y columnas: que sí se escribirán poemas, que se conquistar­án corazones y que se conectarán almas; y sí, los corazones se podrán romper, las almas se podrán volver un poco más sombrías y sí se escribirán poemas. Como dijo Neruda en “El Miedo”: “Tengo miedo de todo el mundo, del agua fría, de la muerte. Soy como todos los mortales, inaplazabl­e.” Para nosotros, los románticos incurables, el miedo es solo un síntoma más de que sí estamos vivos

El miedo es probableme­nte uno de los impulsores más importante­s de nuestro ser: miedo a perder, miedo a lastimar o miedo a la muerte.

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