Así avanza la alternancia en la educación inicial
El uso del tapabocas y el distanciamiento físico ahora son parte del aprendizaje.
En el Centro Educativo Venusitos, ubicado en La América, cada niño es dueño de su propia nube o luna, y de esta no se puede mover hasta que la docente se lo permita. En La Arboleda, cuya sede queda en El Poblado, la estrategia es muy similar, pero en su caso recurrieron a casas de colores, que acogen a grupos reducidos de menores acompañados de una profesora, y solo ellos pueden ingresar y compartir allí.
Esta es solo una de las estrategias a las cuales han acudido los centros educativos de primera infancia que desde septiembre reactivaron clases presenciales mediante modelos de alternancia en Medellín y el Valle de Aburrá, tras cumplir los protocolos de bioseguridad exigidos por el Ministerio de Salud y las respectivas secretarías municipales de salud.
Beatriz Vélez, presidenta de la Asociación Antioqueña de Educación Infantil y a su vez directora del jardín infantil La Casa de los Colores, en Laureles, comenta que la preparación para la aplicación de los modelos de alternancia comenzó desde mayo, cuando el Ministerio emitió los lineamientos que servían de guía para la implementación de los protocolos, pero por el comportamiento de la pandemia, solo hasta septiembre algunas instituciones pudieron reabrir, siempre con el visto bueno de las familias.
“La reapertura mediante el modelo de alternancia nos ayuda a mitigar la situación financiera que para muchas instituciones fue complicada en estos seis meses, y también sirve para cuidar la salud mental de los niños y oxigenar el ambiente familiar y escolar”, señala Vélez.
La Asociación ha acompañado a sus afiliados – 47 instituciones como jardines infantiles, centros educativos, colegios y fundaciones, entre otras– para la reapertura, que se calcula en un 30 %.
Un aprendizaje rápido
Maritza Gil, directora de Venusitos, expresa que el centro reabrió el 1 de septiembre, y con su estrategia de nubes y lunas ha conseguido que los niños –cerca de 100– sepan dónde ubicarse y aprendan de manera didáctica la secuencia de higiene.
“Se lavan las manos con frecuencia, solo se quitan el tapabocas al comer la lonchera. Al llegar cumplen con el protocolo, se toman la temperatura, se cambian los zapatos, y usan un lavamanos portátil instalado en el ingreso. El material pedagógico y los juguetes son desinfectados. En las zonas de juegos –menos la piscina de pelotas, que sigue cerrada– controlamos el aforo mediante una lotería, si los cartones están llenos, nadie más puede ingresar”.
Ella calcula que en las adecuaciones que debieron hacer, invirtieron cerca de dos millones de pesos.
Regreso paulatino
Adriana Jaramillo, directora de La Arboleda, comenta que las actividades reiniciaron también el 1 de septiembre, con 24 familias. Una de sus estrategias más efectivas ha sido la creación de las salas de protección, en las que los niños usan una protección tipo “avioncito”, con figuras de Toy Story y el personaje de Buzz Lightyear, y así mantienen el distanciamiento y aprenden a través del juego.
“La alimentación se lleva directamente a las casas de colores. Los materiales no se pueden compartir, y el uso de los juegos es individual. En cada salón hay un lavamanos e hicimos una canción en la que manifestamos la alegría del regreso. Los niños nos han demostrado mucha sensatez y cumplen juiciosos los protocolos”, resalta Jaramillo
“A los niños no les hablamos de distanciamiento social sino físico y seguimos promoviendo el afecto, los abrazos, aunque haya restricciones”.
ADRIANA JARAMILLO
Jardín infantil La Arboleda