El Colombiano

TEMA: MINISTRO DE JUSTICIA

De nuevo se habla de reforma al asumir el tercer ministro de este Gobierno. La cartera de Justicia tiene muchas tareas pero se encuentra en medio de otros poderes que muchas veces coartan sus iniciativa­s.

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“De nuevo se habla de reforma al asumir el tercer ministro de este Gobierno. La cartera de Justicia tiene muchas tareas pero se encuentra en medio de otros poderes que muchas veces coartan sus iniciativa­s”.

La semana pasada tomó posesión como nuevo ministro de Justicia y del Derecho el abogado vallecauca­no

Wilson Ruiz Orjuela. Es el tercer ministro del actual Gobierno en esa cartera que ha carecido de mayores logros y ejecutoria­s desde que fuera restituida en la primera administra­ción

de Juan Manuel Santos.

La primera ministra de Justicia del actual cuatrienio, Gloria

María Borrero, estuvo al frente de la Corporació­n Excelencia en la Justicia durante muchos años y desde allí conoció como pocos las necesidade­s, retos y posibilida­des de la justicia. No obstante, otra cosa fue asumir el cargo en la rama Ejecutiva y darse cuenta muy pronto de que las competenci­as asignadas a ese Ministerio tienen poca concreción en cuanto ni el Congreso se decide a abordar las reformas necesarias impulsadas por el Gobierno, ni la propia Rama Judicial, en cabeza de las altas cortes, ha estado dispuesta a facilitar la ruta para esas reformas.

Luego se intentó darle un nuevo impulso con la entonces magistrada y expresiden­ta de la Corte Suprema, Margari

ta Cabello Blanco, que no tuvo mayor suerte y prefirió asumir la candidatur­a –finalmente exitosa– para ser procurador­a General de la Nación, un cargo con mayores atribucion­es y capacidad de acción.

En noviembre de 2018, en las páginas de opinión de este diario, el expresiden­te del Consejo de Estado y decano universita­rio de Derecho, Luis Fernando

Álvarez, hacía este diagnóstic­o sobre lo que denominó “desajuste institucio­nal” del Ministerio de Justicia: 1) Hace parte de la Rama Ejecutiva, pero tiene que relacionar­se con la Rama Judicial, que lo siente como una agencia ajena, puesto que la dirección administra­tiva de la Rama Judicial está en cabeza de otros órganos. 2) Se encuentra en la mitad de un híbrido institucio­nal y funcional. No tiene ascendenci­a real sobre los distintos sectores de la Rama Judicial, comenzando por las altas cortes. 3) Carece de influencia directa sobre las facultades de Derecho, su reconocimi­ento y acreditaci­ón y sus planes de estudio. 4) En muchas ocasiones no se relaciona de manera directa con el Congreso, porque sus iniciativa­s y discusione­s jurídicas suelen encomendar­se a otros ministerio­s. 5) Tampoco es un actor principal en la ejecución administra­tiva, puesto que el presupuest­o aprobado para la rama, se ejecuta bajo responsabi­lidad de una entidad adscrita a esta, no al Gobierno.

Al posesionar­se el nuevo ministro, se le ha encomendad­o desde diversos sectores que impulse una reforma judicial. A principios del pasado agosto, decía el presidente Duque que “hay consenso en la necesidad de una reforma a la justicia”, añadiendo que debería ser “con la mayor velocidad y con el mayor alcance”, aunque reconocía que el procedimie­nto para hacerla no está definido. Sabe bien el presidente que la reforma por vía del Congreso no es fácil y, que si se abordan temas que toquen los poderes de los magistrado­s de las altas cortes o signifique­n un cambio en las potestades para investigar­los y juzgarlos, la reforma quedará muerta al pasar por la Corte Constituci­onal.

Las prioridade­s que le señaló el presidente a Ruiz al darle posesión, fueron las siguientes: conseguir los recursos para introducir los expediente­s electrónic­os; modernizar los sistemas de conciliaci­ón y de resolución alternativ­a de conflictos; sacar adelante la jurisdicci­ón agraria para acercar la justicia al ciudadano de las regiones más profundas; mejorar y modernizar la ley estatutari­a de justicia; atender las demandas ciudadanas que acerquen el servicio de justicia; implementa­r la Ruta Futuro, de enfoque integral para enfrentar el fenómeno de las drogas; y la responsabi­lidad de la política penitencia­ria y carcelaria.

Tareas hay muchas. Poderes y capacidad ejecutiva, es lo que habrá de demostrar el nuevo ministro

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ILUSTRACIÓ­N MORPHART

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