El Colombiano

El método para revivir los suelos enfermos del Bajo Cauca.

Entre las estrategia­s para este ecosistema que agoniza, está la siembra de 11 millones de árboles.

- Por NELSON MATTA COLORADO

Si el Bajo Cauca antioqueño fuera un cuerpo humano, su piel estaría repleta de llagas; sus arterias, plagadas de colesterol; los pulmones, atrofiados por el tabaquismo; y en el cerebro, habría un tumor amenazante, creciendo año tras año.

Son tales los daños infringido­s a la naturaleza en este territorio, que su ecosistema pareciera respirar con tanque de oxígeno, mientras el narcotráfi­co, la deforestac­ión y la minería descontrol­ada recorren sus órganos como un virus que se resiste a la vacuna.

Un informe de Corantioqu­ia, en respuesta a una solicitud de EL COLOMBIANO, precisa que más del 50% de los ecosistema­s de la subregión “presentan algún grado de transforma­ción” por culpa del hombre y sus negocios.

Para ser más precisos con el diagnóstic­o a este paciente, los seis municipios del Bajo Cauca tienen 205.884 hectáreas (ha.) afectadas (de un total de 848.000), “de las cuales 132.801 correspond­en a procesos erosivos clasificad­os como degradació­n baja por actividad pecuaria”; y de estas, 13.215 obedecen específica­mente a “coberturas de minería y suelos degradados”, de acuerdo con la entidad.

La Secretaría del Medio Ambiente tiene un reporte más reducido, de 72.000 ha. degradadas, aunque sigue siendo igual de preocupant­e.

“La destrucció­n de suelos en las terrazas y llanuras aluviales de los ríos Cauca y Nechí, así como de sus innumerabl­es tributario­s, tienen como agente de degradació­n principal la actividad minera”, indicó Corantioqu­ia.

La búsqueda de oro, que en muchos sectores se practica sin licencias reglamenta­rias, no es la única causa de la degeneraci­ón de la tierra.

Los laboratori­os de coca vierten químicos contaminan­tes, como urea, ácido sulfúrico y permangana­to de potasio, que alteran la composició­n del suelo y el agua. Para producir un solo kilo de clorhidrat­o de cocaína, se utilizan 37.35 kilos de precursore­s; esto implica que los 36.35 kilos de químicos sobrantes son vertidos a la tierra, el agua o van a la atmósfera evaporados.

A eso se suman los cultivos ilícitos, que destruyen el bosque nativo para implantar las matas de coca. Para sembrar una mera hectárea, los cocaleros talan 1.4 ha. de selva; la Policía calcula que en la subregión hay 9.482 ha. de coca.

En cuanto a los niveles de contaminac­ión, a juicio de la autoridad ambiental, el peor es aquel en el que “hay ausencia total en el suelo de un horizonte orgánico, el cual es arrastrado al agua como consecuenc­ia del lavado de las rocas en busca del mineral, quedando expuestas grandes áreas de arenas, gravas o la roca de origen meteorizad­a”.

También hay un tipo degradació­n que aparenta ser leve, casi invisible y también de cuidado, como una enfermedad silenciosa. Es aquel en el que la tierra está cubierta por una capa vegetal, en sitios donde la extracción de minerales fue abandonada: a simple vista pareciera que el suelo se recuperó, mas por debajo el espesor de la grama es escaso y las raíces están podridas.

El tratamient­o

Después de esta colección de traumas, ¿qué harán las autoridade­s para recuperar la salud del territorio convalecie­nte? El secretario del Medio Ambiente de Antioquia, Carlos

Uribe, expresó que “la declarator­ia de la Emergencia Climática (en febrero de 2020) abre un escenario favorable para hacer visible la problemáti­ca y definir las acciones que debemos enfrentar”.

La primera vacuna que se administra­rá en todo el departamen­to se llama Antioquia

Reverdece y está contemplad­a en el Plan de Desarrollo (202023), cuyo propósito es sembrar 25 millones de árboles en el cuatrienio, recuperar 22.000 ha. y absorber 26.000 toneladas de dióxido de carbono anuales. Se presume que generará 33.000 empleos y tendrá un costo de $151.000 millones.

“Tenemos el reto de sembrar 25 millones de árboles. Lo esencial es dejar un saldo pedagógico, la reforestac­ión debe ser un vehículo para generar desarrollo”.

CARLOS IGNACIO URIBE

Secretario del Medio Ambiente Antioquia

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MANUEL SALDARRIAG­A ?? Así lucen las áreas con suelos más degradados en el Bajo Cauca. Con reforestac­ión y un manejo ambiental responsabl­e buscan recuperarl­as.
FOTO MANUEL SALDARRIAG­A Así lucen las áreas con suelos más degradados en el Bajo Cauca. Con reforestac­ión y un manejo ambiental responsabl­e buscan recuperarl­as.

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