Viviendas en pandemia, el reto de Techo Medellín
La Fundación Techo llegó hace más de una década a Medellín con el objetivo de contribuir, a través de la entrega de módulos habitacionales, a la superación de la pobreza en las comunidades más vulnerables. Y no ha parado.
EL COLOMBIANO buscó a su director regional, Juan Diego Echeverri, con el fin de dialogar en torno a cómo está operando la organización en medio de la pandemia de coronavirus y de qué forma se proyecta cumplir la construcción de 40 viviendas en este atípico 2021.
También le hace un llamado al sector privado para que explore caminos a través de los cuales podría apoyar su operación en terreno.
¿Hace cuánto llegó Techo a Medellín?
“En Medellín, particularmente, llevamos 11 años trabajando de manera continua, y en Colombia llevamos ya 15 años. En este momento también tenemos presencia con oficina en Bogotá, Cali y Barranquilla. Sin embargo, estamos realizando labores en diferentes lugares como el archipiélago de San Andrés, Chocó y Puerto Carreño”.
¿Cuántas viviendas han logrado entregar?
“En Medellín hemos entregado más de 730, y en Colombia más de 5.600”.
¿Qué ha sido lo más difícil?
“Podríamos dividirlo en tres aspectos, no tanto como dificultades sino como retos. El primer reto sería de cara a la consecución de donantes y dinero, que es lo que nos mantiene con vida porque para realizar los proyectos necesitamos los recursos, o de algún donante que nos ayude a ejecutar”. El segundo aspecto sería de cara a encontrar voluntarios. Y, el tercero, sería de cara a la comunidad y encontrar la manera de articularla en pro de las soluciones que proponemos”.
¿Cuántos voluntarios hay?
“Es una cifra complicada porque el voluntariado es muy volátil. En Medellín tenemos fijas 60 personas. Pero hay semanas en las que interactuamos con otras 50 personas y hay semanas en las que interactuamos con 100.
Estas son cifras previas a la pandemia, porque en la pandemia también se administra bastante la aglomeración; entonces, no podríamos hacer las labores como antes”.
¿Cómo ha incidido la pandemia en las labores?
“El corazón de la organización está en la comunidad; entonces, el hecho de tener restringida la movilidad nos ha impactado, porque nos limita la presencia en campo y eso también nos movió un poco en la manera en que recaudábamos fondos.
El plan de contingencia que teníamos se llamó Despensas Comunitarias, y consistía en hacer llegar a las comunidades, priorizando a las familias con más necesidades, un kit de alimentación básico que les permitía subsistir en medio de los confinamientos.
Este año ya estamos empezando a retomar las labores en campo, pero teniendo en cuenta que tenemos restricciones”.
¿Entre los beneficiarios ya se contemplan las familias migrantes?
“En este momento el modo de operar ni prioriza ni discrima a las familias migrantes. Nosotros simplemente vemos personas en situaciones que no son las más afortunadas y la manera de priorizar a las familias para la construcción de una vivienda no depende de la nacionalidad”.
Nosotros tenemos en cuenta datos como el hacinamiento, es decir, cuántas personas duermen en determinados metros cuadrados; si hay enfermedades causadas por el estado de la vivienda y en qué materiales está construida”.
¿Cuáles son las metas a corto plazo?
“Estamos en un momento de incertidumbre y no podría hablar de metas claras porque las estamos cambiando casi que mes a mes.
Lo que sí tenemos claro para este año es que queremos retomar labores en campo y tenemos proyectada la construcción de 40 viviendas.
Para Colombia en general estamos proyectando la construcción de 200 viviendas y, en este momento, tenemos un proyecto comunitario que, para junio, estaríamos terminando. Es un espacio cultural en Condoto, Chocó y una ludoteca en la vereda Granizal, en Bello.
Antes de la pandemia estábamos entregando año a año alrededor de 140 viviendas, diríamos que, entre 120 y 150; era el promedio. Ahora siendo muy optimistas, estamos apuntando a que sean entre 35 y 40 viviendas”.
¿Por qué las personas deberían unirse al voluntariado?
“Yo, por ejemplo, llegué como voluntario en 2011 con la esperanza de ayudar a las personas que no viven en situaciones tan privilegiadas y, con el pasar del tiempo, descubrí que fui yo el que empezó a aprender mucho, cosas que no enseñan en la academia, eso es lo que puedo decir desde mi experiencia”