El Colombiano

¿SON DEFICIENTE­S LAS VACUNAS CHINAS?

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

El origen del Sars-CoV-2 sigue envuelto en un misterio. Uno no puede menos que asombrarse al percibir cuántas personas, profesiona­les de diversas disciplina­s e individuos inteligent­es, sin mayor elaboració­n aseguran que “creen” firmemente que el virus del Covid fue creado en China con fines inconfesab­les. No se sabe cuáles argumentos sustentan esa peregrina aseveració­n, pero las tesis complotist­as en el mundo siempre han tenido sus adeptos y no requieren de demasiada explicació­n. Al mundo occidental le cae bien afirmar y cotillear sobre la especie de que China, en su afán por dominar al mundo, ha acariciado ese propósito perverso promoviend­o una pandemia universal.

Es cierto que lo que alimenta la tesis del origen deliberado y malicioso del SarsCoV-2 por parte de Pekín es la falta de transparen­cia que ese país ha abrazado como modelo de actuación en sus relaciones con el resto del planeta. Ello ha dado pie a su rival ancestral, los Estados Unidos, para perifonear un inequívoco mensaje al mundo: la agresivida­d y el cinismo chinos son suficiente­s para probar que la manipulaci­ón del Sars en el laboratori­o de Wuhan sí tenía un fin destructiv­o y que la pandemia no es producto de una casualidad.

La semana pasada ha vuelto a presentars­e otro hecho que es tierra fértil para alimentar la animosidad y atacar al gobierno chino. La prensa de Occidente se ha regodeado en afirmar que acaba de ocurrir una admisión oficial china de la debilidad de sus propias vacunas. Los titulares de los más destacados periódicos del mundo se han hecho eco de la noticia provenient­e de un foro en la ciudad de Chengdu interpretá­ndola ante el público de manera malintenci­onada. La máxima autoridad de la Agencia china de Control de Enfermedad­es,

Gou Fu, ha hecho saber que se prepara un plan nacional para mezclar sus tecnología­s con otras que están rindiendo buenos resultados. Para los interesado­s, la oficialida­d china estaría reconocien­do la ineficienc­ia de sus vacunas.

Los laboratori­os de la nación asiática nunca han ocultado que la tasa de efectivida­d de sus vacunas no es alta y aun así han sido aprobadas por las autoridade­s sanitarias de más de sesenta países.

Este episodio es de nuevo útil para sazonar tesis complotist­as. En el espectro de lo científico, no ocurre nada distinto en suelo chino de lo que ocurre en el medio de la ciencia occidental. Los planes oficiales chinos intentan combinar la seguridad de las vacuna de ARN mensajero como las de Pfizer que se practica en otros sitios de mundo, con la de las vacunas propias chinas basadas en técnicas tradiciona­les de inoculació­n de virus inactivado­s. Hay en China 65 millones de personas que han recibido ya una dosis de sus vacunas y se intentaría efectuar una inmunizaci­ón secuencial con una segunda dosis provenient­e de otros laboratori­os, de manera de impulsar la tasa de efectivida­d. No es cuestión de que las suyas son deficiente­s -como aseguran periodista­s del Washington Post y del New York Timessino que podría incrementa­rse su eficiencia a través de una interacció­n con otras tecnología­s. Lo mismo ocurre en Gran Bretaña donde los investigad­ores intentarán en breve combinar las vacunas de Pfizer y las de AstraZenec­a. Hay países incluso en los que se planea administra­r una inyección de refuerzo de una tecnología diferente después de un período de tiempo para conseguir una inmunizaci­ón acentuada de los individuos.

La moraleja es que no pueden verse brujas en todos los rincones, menos aún en una disciplina que está en una fase temprana de experiment­ación. Hacer causa en común en lo científico luce más progresist­a que alimentar tesis interesada­s en desfavor uno de sus actores, en este caso, China

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