El Colombiano

A LA BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN

- Por AGOSTINHO J. ALMEIDA @Agos_Almeida

La perfección suele asociarse a una acción o proceso de mejora de algo hasta que quede impecable. Ernesto Sabato, un escritor argentino, solía decir

“siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección”, para referirse a esos momentos inverosími­les y raros en los que la perfección se alcanzó o, al menos, se percibió que haya alcanzado. La búsqueda de la perfección ha sido un motor de muchas innovacion­es importante­s y avances científico­s, así como de la propuesta de valor de diferentes organizaci­ones. Incluso en ciencias de la computació­n o ingeniería, los sistemas y procesos se construyen con redundanci­as porque sí pueden ocurrir fallas. Pero es clave comprender la diferencia entre apuntar a la perfección y creer que la perfección es el objetivo final. Steve Jobs, por ejemplo, era conocido por perseguir la perfección, muchas veces de manera incansable y empujando los límites que, según diferentes fuentes, llegaban a ser modales descortese­s e incluso hostiles. Pero tanto su aceptación de los fracasos a lo largo de la vida como de los errores cometidos fueron puntos clave de aprendizaj­e y probableme­nte una de las principale­s razones de su éxito; y sí, segurament­e un componente importante de la innovación en Apple.

En un escenario extremo, el perfeccion­ismo puede estar asociado con una larga lista de trastornos psicológic­os; de hecho, varios estudios han venido demostrand­o que se trata de un problema muy difícil de solucionar y en auge en la sociedad. Me he preguntado en diferentes ocasiones por qué ocurre esto. Nuestra cultura, el formato de educación (tanto formal como en el hogar), cómo trabajamos o practicamo­s deportes… las métricas bajo las cuales medimos el éxito desde una edad temprana podrían estar asociadas a esto, posiblemen­te enraizándo­se en nuestra mentalidad. No necesariam­ente malo, pero segurament­e tendrá su influencia. Adicionalm­ente, la poca apertura de nuestra -y otras culturaspa­ra estar abierta a aceptar los fracasos como un inductor de valor tan importante para nuestras vidas profesiona­les y personales y tan asociado al ADN innovador y emprendedo­r de que tanto se habla como una caracterís­tica cada vez más importante en la sociedad. Interesant­e cómo se entrelazan y deben equilibrar­se estos temas: lograr la excelencia, pero desde la capacidad de asumir riesgos y los errores como parte del proceso, sin caer en la tentación de dejar la perfección quitarnos la claridad de juicio.

También es cierto que la calificaci­ón de lo perfecto dependerá del contexto y de quien lo califica. Por ejemplo, en este momento fundamenta­l que EPM y Ruta N y sus respectivo­s líderes, más que buscar la perfección logren enfocarse en reducir al mínimo el impacto que han tenido los últimos hallazgos, aprender de los errores y colocar toda la energía en devolver su impacto positivo en la ciudad y su gente. Definitiva­mente, es importante comprender la diferencia entre la perfección y perseguirl­a para lograr la excelencia; y sobre todo fundamenta­l la forma como lo transmitim­os a las generacion­es más jóvenes. En las palabras de Salvador Dalí, “No tengas miedo de la perfección, nunca la vas a alcanzar”

Es clave comprender la diferencia entre apuntar a la perfección y creer que la perfección es el objetivo final.

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