¿Qué sucede cuando se pierde un ser querido?
Un duelo afecta la mente y obliga a manejar las emociones. ¿Cómo enfrentarlo y recuperar el equilibrio?
Si bien la muerte es común a todos los seres humanos, cada duelo tiene una circunstancia diferente. Sin embargo, existen reacciones biológicas habituales que generan una cascada de estrés o una respuesta de lucha, huida o ataque. Además, el sistema nervioso se activa, afectando los sistemas circulatorio, respiratorio y cardiovascular.
Jorge Gómez Calle, médico y acompañante de duelo, explica: “Es como si nuestro cerebro experimentara un terremoto que ocasiona mucho miedo, un sube y baja de emociones y una sensación de no encajar. Esto sucede porque las cuatro partes del cerebro (reptil, paleolímbite, co, neolímbico y prefrontal) se ven afectadas”.
Por un lado, el cerebro reptil o de supervivencia, se perjudica lo cual crea ansiedad, ira o una sensación de anestesia. Así mismo, el paleolímbico, encargado de las habilidades sociales, reacciona si uno de la manada desaparece y se manifiesta con una sensación de abandono y el pensamiento recurrente de “no voy a ser capaz de seguir adelante”.
Por otro lado, el neolímbico explica lo tangible, y el duelo se encuentra en el terreno de lo misterioso y lo invisible; por lo que la persona se siente confundida, desconcentrada y actúa con torpeza. Esto sin hablar de la parte prefrontal que le da el sentido trascendente a la vida, y se encuentra conectada con el latido del corazón, que se afecta ante un trauma.
Alejandra Jacome Aristizábal, psicóloga en acompañamiento de duelo y trauma emocional, explica que la pérdida es un proceso adaptativo, no lineal, que tiene subidas y bajadas emocionales que se deben vivir por más intenso que sea. Esto con el fin de poder integrarlo a la vida, reconstruir quiénes somos después de la pérdida de un ser querido y darle un sentido nuevo a lo que ha sucedido, para así trascender el dolor y reconocer el amor que sigue existiendo con quien ha muerto.
Lo difícil es que la sociedad exige que el proceso de sanación sea rápido y que la persona vuelva a sus labores diarias y a su comportamiento habitual lo más pronto posible.
“Esto sucede porque nos duele, y al mismo tiempo, nos incomoda el dolor de los demás porque no sabemos qué hacer con él. Nos recuerda el propio, lo que aún no hemos sido capaces de afrontar o nos muestra el espejo de eso que tememos: perder las personas que amamos”, explica Jacome y agrega que estamos inmersos en una cultura de respuesta instantánea, sin tiempo para celebrar rituales y generar espacios para compartir y conmemorar la vida de quien ha muerto porque hay que ‘dejar ir’.
“La muerte se considera una de las situaciones más difíciles de afrontar. Para muchas personas sobrepasa la capacidad de vivirla de forma más adaptativa y darle respuesta adecuada”, comenta Jacome y añade que “se debe comprender que avanzar implica también experimentar las noches más oscuras del alma para volver a aprender a vivir con uno mismo. Permitamos que el duelo se trabaje en el ‘hoy’ y que se comprenda que para ‘uno volver a la vida’ se requiere tiempo”.
En cuanto a lo que puede hacer una persona en este proceso, es vital la actividad física, pues cuando el cuerpo se mueve las emociones también. Igualmenmantener una buena alimentación e incorporar hábitos de sueño para descansar. También es importante tener un diario de gratitud, disfrutar del aire libre, hacer actividades en nombre de la persona fallecida, orar y tener un espacio para identificar lo que se está sintiendo. Jorge Gómez Calle menciona la importancia del perdón, la gratitud y la confianza. Pues en el momento en que estas tres fuentes se unen, la persona se permite tener pensamientos y emociones tranquilas
“La muerte es el maestro de la vida simple, y el duelo es el maestro del amor profundo. Uno siente que ama más cuando no están. Nace un amor en ausencia, sin esperar nada a cambio”.
JORGE GÓMEZ CALLE
Médico y acompañante de duelo