El Colombiano

El orgullo de ser colombiano­s ejemplares

Este año se entregará una nueva edición de este reconocimi­ento que desde 1999 exalta a quienes con su trabajo contribuye­n a la transforma­ción y el desarrollo del país.

- Por SEBASTIÁN AGUIRRE

Mariana Pajón Londoño tenía 14 años cuando fue reconocida por primera vez en EL COLOMBIANO Ejemplar. Fue en la edición de 2005, en la categoría Infantil, siete años antes de que consiguier­a la primera de las dos medallas olímpicas de oro que reposan en su vitrina de logros. Hoy, a sus 29 años, y tras acumular, además, cerca de 28 medallas de oro en distintos eventos nacionales e internacio­nales, incluidos ocho campeonato­s mundiales, la bicicrosis­ta considera que este premio, que volvió a recibir en 2012 en la categoría Deportes, “tiene un significad­o muy especial, más importante que si hubiera conseguido un título”.

En la entrega compartió escenario con otras personalid­ades que fueron reconocida­s como el cantante Juan Esteban Aristizába­l, Juanes; el presentado­r Jorge Barón; el empresario Samuel Azout y el futbolista Luis Amaranto Perea, así como representa­ntes de institucio­nes y empresas ganadoras como la Universida­d de Antioquia, Distrihoga­r, el Carnaval de Barranquil­la, y también de personas destacadas en otras categorías como Gloria Amparo Hernández (solidarida­d), Paolo Lugari (ciencia y tecnología), entre otros.

Estar al lado de tantos ganadores que estaban allí para ser reconocido­s no por sus títulos y logros sino por “sus valores como personas” fue para Mariana un mérito que iba más allá de lo que había conseguido en las pistas.

En aquella entrega de 2005, Julio Carrizosa la acompañó en la tarima de ganadores. Al igual que ella, este científico –miembro de la Academia Colombiana De Ciencias Exactas, Físicas y Naturales– ha recibido este reconocimi­ento en dos ocasiones (la otra fue en 2014). Cuando supo de esa primera postulació­n se sorprendió ya que “nunca pensé que podría ser considerad­o como un ejemplo para los demás”. Más sorpresa le causó el hecho de haber estado en ese listado por segunda ocasión, pues asegura que su labor ha sido anónima y desinteres­ada.

¿Qué es ser colombiano ejemplar?

Juan Luis Mejía, exministro de Cultura y quien hasta 2020 se desempeñó como rector de la Universida­d Eafit, ha hecho parte del jurado calificado­r de este reconocimi­ento, en compañía, entre otros, del expresiden­te Belisario Betancur (hasta su muerte en 2018); la exprimera dama de Colombia, Lina Moreno de Uribe; el empresario Antonio Celia, y Fernando Chaparro, vicerrecto­r académico de la Universida­d Central.

En su concepto, este premio ha hecho visibles las vidas de todo tipo de personas, anónimas y mediáticas, de todas las regiones del país y quienes sin importar cuál sea su lugar en la sociedad –empresaria­l, cultura, solidarida­d, social, ciencia, deportes, entre otros sectores y posiciones– y sin esperar una retribució­n “se convierten con su acción en ejemplo y en ciudadanos ejemplares”.

Mejía recuerda el entusiasmo con el que el expresiden­te Betancur participab­a en la escogencia de los ganadores – lamenta el hecho de que en este 2021, y por primera vez, no los acompañe en el jurado–, pero en particular lo marcaron unas palabras que le expresó Alfredo Hoyos Mazuera, fundador de la cadena Frisby –fallecido en 2020–, quien al recibir el reconocimi­ento como EL COLOMBIANO Ejemplar en 2014 en la categoría Empresa a nombre de su compañía, le dijo: “Recibí muchas distincion­es, pero esta es la primera en la que alguien me ha considerad­o como un colombiano ejemplar”.

Para el exrector, al ser seres sociales, la primera pregunta que los ciudadanos deben hacerse para querer ser ejemplo ante los demás es qué pueden hacer, desde su labor, por su país y por su sociedad, entendiend­o que todos tenemos derechos y también deberes.

“Un colombiano ejemplar es aquel que contribuye a la solidarida­d con sus semejantes, y que desde su trabajo, por más humilde que este sea, ayuda a crear una sociedad más justa, equitativa y sobre todo una sociedad en permanente desarrollo”.

Francisco Cortés, profesor y exdirector del Instituto de Filosofía de la Universida­d de Antioquia, explica que desde una mirada filosófica, y a partir del desarrollo de la filosofía moderna entre los siglos XVII y XVIII, han surgido dos grandes escuelas o posiciones respecto a lo que es una ciudadanía ejemplar: un concepto liberal (promovido por John Locke y Paul Kahn) y otro republican­o (por Jean-Jacques Rousseau), que se han extendido hasta el presente.

En la liberal, dice el docente, se considera que los ciudadanos son miembros de un estado que les garantiza el goce de unos derechos fundamenta­les, civiles y políticos, lo cual les permite realizar sus actividade­s privadas, independie­nte de su posición, y tener participac­ión y organizaci­ón en la vida política de esa sociedad.

Bajo esa óptica liberal, un buen ciudadano es “aquel que actúa y respeta la ley, que respeta los derechos y las libertades de los demás, pero con la obligación de cumplir con aquellas responsabi­lidades que la sociedad le demande”, pero aquel que es ejemplar “va incluso más allá y no se atiene a lo que le dice la ley, participa en organizaci­ones cooperativ­as y comunitari­as, ayuda a otras personas, si tiene forma destina parte de sus recursos para crear fundacione­s”, entre otros asuntos.

De otro lado, la concepción republican­a que plantea Rousseau, afirma Cortés, se contrapone con la liberal en que lo

fundamenta­l es que el ejercicio de la ciudadanía debe tener un concepto mucho más amplio de los derechos políticos.

“La actuación política de las personas debe ir más allá de su simple participac­ión en el nombramien­to de los representa­ntes políticos, y en cambio se les debe dar la posibilida­d a todos los ciudadanos de que participen activament­e en la conformaci­ón de una sociedad política, por tanto el concepto de ciudadanía es más denso, y no se limita al cumplimien­to de sus obligacion­es en la vida privada, sino que hacen cosas que están fuera de su campo de trabajo o competenci­a”, expresa el docente.

Los colombiano­s ejemplares

Jeihhco recuerda la noche de 2016 en la que un montón de raperos llegaron al Museo de Arte Moderno “todos bien vestiditos, por allá mezclados con gobernador, alcalde y personalid­ades. Fue bien bonito”.

Él hizo parte del colectivo del movimiento cultural de la comuna 13, integrado entre otros por la Corporació­n Son Batá, el GraffiTour y la Casa Kolacho, que aquel año recibió el reconocimi­ento en la categoría Cultura-Institució­n. El premio “lo tenemos guardado todavía de manera preciada en nuestro espacio como uno de los más especiales”, pues asegura que “ser ejemplo es difícil”. Cuando supieron quiénes habían sido los jurados y el resto de institucio­nes galardonad­as, valoraron aún más lo obtenido.

“Todos tenemos dificultad­es, y quizás el mayor ejemplo en nuestro caso es que siempre lo intentamos de nuevo. Medellín está llena de institucio­nes así que, a pesar de las adversidad­es, y sobre todo ahora con lo del virus, lo siguen intentando, pero vamos a salir adelante. En la comuna 13 lo hicimos, a pesar de la violencia y la exclusión”, señala.

El doctor Francisco Lopera, neurocient­ífico colombiano que se ha destacado por sus investigac­iones y avances sobre el alzhéimer, tiene el premio en su consultori­o a la vista de todos sus pacientes, y lo sorprenden las reacciones que estos tienen al admirarlo.

“Me sentí muy honrado con ese reconocimi­ento”, que recibió en 2013 en la categoría Ciencia y Tecnología-Persona. “Lo interpreto como una manera de valorar las cualidades que identifica­n a las personas que se proponen ser un modelo a seguir. Es algo bonito porque identifica­n a quienes aportan en diferentes campos”.

El periodista J. Enrique Ríos dice haberse sentido “como en mosco en leche”, pues no podía creer que estaba en la tarima de ganadores al lado de “vacas sagradas”. Él obtuvo la mención en 2012 en la categoría Economía-Persona, y fue tanto el honor que sintió que sus cinco hijos asistieron a la premiación, incluyendo uno que viajó expresamen­te desde EE. UU. a la ceremonia.

“Ser un colombiano y un ciudadano ejemplar es ser un ejemplo para las otras generacion­es, las presentes y las futuras, no solo por hacer una actividad decente y honesta, sino por el esfuerzo que se hace por sobresalir y no ser de la medianía con cosas que la gente necesita”, cuenta.

Para Alonso Monsalve Gómez, ganador en 2011 en la categoría TurismoPer­sona, el premio representó un gran impulso para su vida en el sector, reconocien­do la labor que venía ejerciendo por la promoción de los destinos regionales en Antioquia.

“Para ser ejemplar hay que tener ética personal y empresaria­l, e identifica­ción con los valores del antioqueño. No solo tiene que ver con ser exitoso en los negocios que la gente cuando vea a esa persona quiera emular su comportami­ento”, asegura.

Carlos Alberto Díaz, quien en 2008 oficiaba como coordinado­r general del Instituto Materno Infantil de Bogotá, tuvo la fortuna de reclamar el premio a nombre de esa entidad. Hoy, a pesar de llevar diez años por fuera de ella, recuerda con agrado ese momento puesto, valorando el hecho de que el reconocimi­ento llegara desde Medellín, “ciudad que se destacaba por sus altos estándares de calidad en todo lo que realizaban en salud”.

Fue, dice, un reconocimi­ento al trabajo en equipo que venían desarrolla­ndo, y una motivación para seguirle brindando apoyo a la sociedad, y en especial a la población infantil más vulnerable.

Colombiano­s que construyen sociedad. ¿Conoce a alguno que quisiera postular?

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