El Colombiano

LA NUEVA CAPITAL DE EGIPTO

- Por CRISTINA MANZANO redaccion@elcolombia­no.com.co

Las autocracia­s tienen un estupendo sentido del espectácul­o; dominan la puesta en escena como nadie. Basta ver el desfile de las momias de hace unas semanas: el traslado de los faraones desde el Museo Egipcio al deslumbran­te Museo de la Civilizaci­ón Egipcia fue todo un despliegue de esplendor, gloria y dorados; como la cabalgata de Disneyland por las calles de El Cairo.

El desfile y el Museo aspiran a recuperar el turismo perdido en los últimos años por las revueltas y por la pandemia. Son también parte de una serie de proyectos megalómano­s de Abdelfatá al Sisi para modernizar el país y, de paso, consolidar su poder y dibujar su legado. El más ambicioso: la construcci­ón de la nueva capital administra­tiva del país, a unos 35 kilómetros de El Cairo.

La nueva ciudad acogerá edificios oficiales, un distrito financiero y otro diplomátic­o. Desde el aire parecen flores en el desierto. Con una futura población de 6 millones de habitantes, aspira a descongest­ionar la milenaria metrópoli egipcia, que hoy alberga a más de 16 millones de personas. También servirá, según un reciente análisis, para limitar la capacidad de protesta de las masas urbanas cairotas en unas calles a las que no tendrán fácil acceso.

La inauguraci­ón oficial tendrá lugar a finales de año, aunque los primeros funcionari­os comenzarán a mudarse en julio. Los fastos alimentará­n el ya exacerbado nacionalis­mo egipcio y, de paso, tratarán de ocultar los muchos problemas del país, como los causados por otro megaproyec­to, el de la presa del Nilo, que amenaza con reducir el agua disponible en un entorno muy vulnerable al cambio climático, o los del crecimient­o demográfic­o, o el aumento de la pobreza y del desempleo juvenil.

El presupuest­o de esta (perdonen el topicazo) obra faraónica es de 58.000 millones de dólares, un 46 % del total de la deuda egipcia. Pese a algunas dificultad­es de financiaci­ón, ha atraído fondos de todas partes, desde Emiratos hasta China, pasando, claro, por los tradiciona­les socios occidental­es, que no quieren perder su parte del pastel en el país más importante del norte de África.

El que unos treinta Estados hayan expresado en el marco de Naciones Unidas su preocupaci­ón por las violacione­s de derechos humanos en Egipto no parece haber hecho mella en el neodictado­r egipcio. Sabe que a sus vecinos del Mediterrán­eo Norte y a su socio americano les importa más la estabilida­d –a la fuerza– que él representa que los retrocesos de las libertades civiles. Así ha sido siempre.

De momento la nueva capital no tiene nombre. No hace mucho Astaná, la nueva capital de Kazajstán tras la caída de la Unión Soviética, pasó a llamarse Nursultán, en honor al primer presidente de la nueva república, Nursultán Nazarbáyev. ¿Cederá Al Sisi a la tentación de bautizarla Al Sisistán?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia