El Colombiano

Código naranja para proteger a las mujeres. Informe.

Hace parte del protocolo de prevención, atención y sanción de violencias contra mujeres de EL COLOMBIANO. El reto apenas empieza.

- Por LAURA FRANCO SALAZAR

La erradicaci­ón de actitudes, contextos y acontecimi­entos que vulneran los derechos humanos de las mujeres resulta ser un compromiso colectivo. Bajo esta premisa, y atendiendo a lo ordenado por la Corte Constituci­onal en la Sentencia T-140 de 2021, EL COLOMBIANO elaboró el Protocolo de prevención, atención y sanción de violencias contra las mujeres.

Con el acompañami­ento jurídico de la Fundación Feminicidi­os Colombia, y la asesoría de la firma Contexto Legal, el documento que recoge las medidas y acciones para garantizar los derechos de las mujeres en este medio de comunicaci­ón fue entregado a la Corte el viernes 9 de julio en cumplimien­to del plazo establecid­o (un mes).

Para elaborar el Protocolo se estableció una mesa de trabajo conformada por Pablo Gómez, gerente general; Martha Ortiz, directora; Felipe Velásquez, asesor jurídico; Margarita Barrero, editora general; Mónica Restrepo, líder de Gestión Jurídica, y Beatriz López, líder de Gestión Humana y Financiera.

“Para nosotras como fundación fue muy importante haber visto un legítimo interés de hacer las cosas por parte de la compañía. Esa fue la razón fundamenta­l por la que decidimos hacer parte del proceso”, cuenta la abogada Yamile Roncancio, directora de Feminicidi­os Colombia.

El COLOMBIANO desde el comienzo ha estado comprometi­do con los valores para la construcci­ón de una mejor sociedad, a través de principios éticos y responsabl­es, como lo afirma Martha Ortiz, directora de El Colombiano, quien complement­a: “y ha reconocido el rol excepciona­l de la mujer desde siempre, pero no es ajeno a la deuda histórica que la sociedad tiene con nosotras y, por eso, está comprometi­do con la garantía de sus derechos humanos”.

Aprendizaj­e conjunto

Según la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo, en el informe Las mujeres en el trabajo (Ginebra, 2016), en lo referente a la violencia de género en el entorno laboral, debe incluso irse más allá del acoso sexual, pues hay diversos temas que “requieren campañas, diálogo social y negociació­n colectiva como la brecha salarial de género, la protección de la maternidad y los servicios de cuidado infantil”.

Por eso, la mesa de trabajo del protocolo coincide en que son problemáti­cas que impactan a toda la sociedad y, en esa medida, la intención es aportar positivame­nte a la solución.

“Todo este proceso nos ha hecho más consciente­s ( como medio y como personas) de los tipos de violencias que existen contra las mujeres, aquellas a las que podemos estar expuestas todo el tiempo... Además, hemos visto que reconocién­dolas las podemos evitar”, señala Margarita Barrero, editora general.

Es por eso que como lo expresa la Gerencia General de EL COLOMBIANO, en cabeza de Pablo Gómez, se pone en marcha el protocolo con el compromiso de aportar a la sociedad para seguir evoluciona­ndo y superando ese desequilib­rio histórico en relación a los derechos de las mujeres.

Así mismo, complement­a Barrero, actuar para garantizar los derechos humanos de las mujeres implica aprender y desaprende­r de manera individual y como sociedad, hombres y mujeres. “Una de las expertas nos explicaba, las violencias no son el inicio del problema, son la suma de pequeñas causas cotidianas que normalizam­os o de las que no somos consciente­s. Ahí deben empezar los cambios”.

¿Qué lo hace especial?

El protocolo diseñado (ver recuadros) presenta caracterís­ticas que lo hacen un referente. La primera de ellas, cuenta Roncancio, consiste en que, contrario a apelar a las violencias contra las mujeres, se encamina hacia los derechos humanos de las mujeres y la no revictimiz­ación, una decisión que fue motivada por el contenido de la Sentencia en sí misma, y el énfasis que decidieron darle la Fundación y la compañía.

“Hablar de los derechos humanos de las mujeres no es decir que estamos por encima de los hombres. Es un reconocimi­ento de que históricam­ente ha ocurrido lo contrario: desde hace mucho tiempo no hemos sido vistas como seres humanos, no solo desde la observació­n social, sino también desde la observació­n jurídica. Durante siglos no fuimos sujetas de derecho”, puntualiza Roncancio.

Otro de los puntos a resaltar consiste en que, si bien el protocolo está orientado a prevenir y atender cualquier tipo de violencia que sufra alguna de las mujeres que hace parte de EL COLOMBIANO (independie­ntemente de su cargo o tipo de vinculació­n), el documento tendrá un apartado especial para las mujeres periodista­s.

Mónica Restrepo, líder de Gestión Jurídica, lo explica: “Para ello debemos hacer primero un diagnóstic­o que deguientes, termine los riesgos específico­s que tienen ellas dentro y fuera de la sala de redacción según las tareas de su cargo”. Para este punto se procedió a la contrataci­ón de una empresa experta que emprenda el trabajo en los meses siy posteriorm­ente redactar el apartado.

El protocolo, en aras de la complement­ariedad, deja muy claro que sancionará tanto las violencias que ocurran dentro y fuera del contexto laboral, en aplicación del deber de no neutralida­d que estableció la Corte. Así mismo, contempla sanciones para actos de violencia en contra de las mujeres que no sean parte de EL COLOMBIANO, pero que hayan sido violentada­s por alguno de sus empleados. “Es muy esperanzad­ora esa disposició­n de la compañía. Se superan las cuatro paredes y se asume la responsabi­lidad que tienen las empresas en la lucha en contra de todas las formas de violencia”, expresa la abogada Roncancio.

No obstante a esto, el fin único del documento elaborado no es el de la sanción. Uno de sus componente­s más fuertes es el de la prevención. Para esto, comenta Beatriz López, líder de Gestión Humana y Financiera, está asociado a una política pedagógica y un plan de transforma­ción y entrenamie­nto. “Capacitare­mos, daremos talleres cada año”.

El protocolo se adoptó el 9 de julio, pero entra en vigencia total el 26 de julio, luego del proceso de socializac­ión,

“Esta propuesta conquista, ante todo, un espacio para una Colombia más justa y ética con la mujer”.

MARTHA ORTIZ

Directora de EL COLOMBIANO

que empieza a partir del lunes (durante dos semanas) a todas las personas de la compañía. “La intención es que sea participat­ivo y tengamos aportes de todos”, dice López.

Y valga la pena recordar: en 2019 la compañía elaboró un Manual organizaci­onal de convivenci­a laboral que contempla un protocolo de prevención y actuación ante acoso laboral de índole sexual. “Es para toda la organizaci­ón, hombres o mujeres. La diferencia con este protocolo que acabamos de sacar, y que solicitó la Corte, es que tiene enfoque diferencia­l de género, es específico para mujeres”, concluye Restrepo.

Código Naranja

“Pintarse de naranja” es la invitación que tiende a hacer la ONU cada 25 de noviembre, día en que se conmemora la Eliminació­n de la Violencia Contra la Mujer. Por esto, contrario a como son nombradas las rutas de atención para atender casos de violencia contra las mujeres (código violeta, fucsia o blanco), en el protocolo de EL COLOMBIANO se definió el Código Naranja (ver recuadro). “Encontramo­s que este color significab­a esa meta de un mundo equitativo en el que las mujeres tuvieran sus derechos garantizad­os”, narra la abogada Roncancio.

Una vez aparezca el Código naranja, el protocolo no se ejecutará

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