El deportista paisa que también vende dulces en el centro. Historia.
Esta es la historia de un deportista paisa que también vende dulces en el centro de Medellín.
Aún en la penumbra del amanecer, Leonel se levanta para iniciar su jornada. Arregla su cama, se baña, se viste y con la ayuda de doña María, dueña de la casa donde vive, prepara su almuerzo.
Empaca la comida en su ‘coca’ y arranca a las 6:30 a.m. el recorrido desde Manrique La Cruz. Camina unos 10 minutos hasta el acopio, allí se va en moto porque a la zona no están subiendo los buses integrados del metro.
Su recorrido en el sistema masivo de transporte empieza en la estación Hospital, rumbo a San Antonio y Cisneros, su lugar de destino, al cual llega luego de las 8:00 de la mañana. Saca de su maleta los dulces y se instala en frente de uno de los ascensos que permite entrar al metro. Allí ofrece confites.
“La mayoría de la gente es muy amable, algunos pasan y me dan monedas, otros me compran los confites, a veces me hacen preguntas y yo les cuento para qué trabajo. Así fue como conocí a doña María, ella me compró unos chicles y nos pusimos a hablar. Le conté mi historia y me dijo que ella vivía en una casa muy humilde, pero que tenía una pieza y acepté irme a vivir allá”, comenta Leonel.
Su historia
Leonel nació en Nariño, Antioquia. Allí, este joven que actualmente tiene 22 años de edad, vivió junto a sus padres hasta el 2014 cuando decidió mudarse a Medellín para buscar mejores oportunidades.
A pesar de que tenía algunos problemas de visión, Leonel quiso experimentar, buscar un mejor rumbo, por ello viajó a la capital de la montaña y se radicó donde un tío.
A los pocos meses de vivir allí se enamoró de una mujer mayor, por lo que ya no pudo seguir en casa de su familiar.
Su historia de amor fue corta, tan solo cinco meses duró el idilio, y luego de ese tiempo empezó a vender dulces en los buses y a vivir en piezas en el centro.
“Esa época fue muy difícil, porque tuve malas amistades, me dediqué a tomar y a hacer otras cosas que no debía como consumir drogas, entonces en una de esas borracheras consumí un licor adulterado y perdí totalmente la visión en los dos ojos”, recuerda.
En los buses, vendiendo dulces, duró casi tres años, pero cuando perdió la visión totalmente la situación fue más compleja.
Conoció a Lina Macea (selección Antioquia de natación), “me habló del deporte y de que ella y sus dos hermanas ciegas entrenaban en el complejo acuático. Me invitó”.
“Fui por experimentar, pero me gustó tanto que empecé a entrenar, me animó mucho que rápidamente llegaron buenos resultados, fui
“Leonel tiene mucha sensibilidad en el agua, es arriesgado, se ubica bien, y en poco tiempo alcanzó buenos resultados”.
ALEJANDRO MACÍAS
Entrenador selección Antioquia.
campeón departamental en mis pruebas de libre, espalda y mariposa (en los 50 y 100 metros) y así llegué a la Selección Antioquia, con la que pude estar en los Juegos Paranacionales, en los que gané medalla de bronce en los 50 metros libres”, recalca orgulloso.
Representar a Antioquia en el deporte es lo mejor que le ha pasado: viajar, conocer otra ciudad, el mar y estar en competencia es una experiencia que lo marcó y lo ilusionó bastante cuando le dijeron que por ser medallista podría tener un espacio en la Villa Deportiva.
Pero la llegada de la pandemia ocasionó que todos los atletas tuvieran que dejar la Villa y Leonel no tuvo la oportunidad que esperaba.
Pertenecer a la Selección Antioquia, además de un esfuerzo físico tenía uno econógrave mico, pues durante cinco días de la semana debía contar con $15.000 para el transporte, plata que no siempre conseguía.
Ese problema de dinero hizo que Leonel renunciara a la Selección, pero siguió entrenando con el grupo del Inder dos días a la semana, los mismos en los que asiste a judo, otro deporte que le gusta y en el que, dice, faltar no es tan como en la natación, pues en casa puede seguir practicando los movimientos.
Leonel afirma que cuando estaba en su pueblo, sin saber, plantó la semilla que ahora en la ciudad lo tienen en las piscinas y los combates.
“Recuerdo que cuando estaba pequeño disfrutaba con amigos bañarme en el río y jugar lucha libre en los descansos, tal vez por eso es que ahora estoy en estos dos deportes”, reflexiona
Todos los martes y jueves, luego de su jornada de trabajo en los bajos del metro, va a la unidad deportiva Atanasio Girardot para practicar estas dos disciplinas.
“Vendo los dulces hasta las 2:00 de la tarde, luego me voy en metro para el estadio, primero para entrenar en el complejo acuático con el profesor Alejandro Macías, y al terminar, a las 4:00 p.m., me paso para el coliseo de combate para entrenar judo con Mauricio Macías”.
Y como si fuera poco, además de trabajar en el centro y entrenar dos deportes, los sábados cursa undécimo grado, porque su otro sueño es graduarse. “Por eso los miércoles en la tarde los destino a hacer las tareas”.
“No es fácil y más ahora en la virtualidad, porque a veces no tengo como conectarme a Internet, pero he tratado de no abandonar las clases, me quiero graduar y seguir estudiando, sé que el deporte y el estudio me pueden ayudar para lograr mis sueños, estar mejor y salir adelante”.
Sus entrenadores Alejandro y Mauricio Macías resaltan en este deportista paralímpico las ganas de salir adelante, su constancia para entrenar y su capacidad para superar la adversidad.
Este domingo, Leonel, quien es cinturón blanco y ya sabe ocho técnicas de pie y dos inmovilizaciones del judo, tiene su primera competencia departamental.
“Me siento bien preparado, creo que me puede ir muy bien, aunque ya en las competencias de piscina pude experimentar los nervios antes de las pruebas y a veces eso me hacía bajar mis registros. Hoy estoy positivo y espero tener buenos resultados”, argumenta Leonel, quien además ahora busca un nuevo aliado.
“Si alguien me pudiera ayudar con un patrocinio, para contar con los pasajes y poder ir a entrenar todos los días, se lo agradecería mucho, pues es lo que me hace falta para entrenar todos los días natación”.
Mientras eso ocurre, Leonel seguirá con su rutina: madrugando, alistando su almuerzo, vendiendo los confites y entrenando, porque sueña con volver a viajar, representar otra vez los colores de Antioquia, cosechar medallas y salir adelante por encima de las adversidades
“La pandemia hizo que tuviéramos que cerrar la Villa y aún no sabemos cuándo puede volver a funcionar”.
MAURICIO PINZÓN
Subgerente de Indeportes.