ASESINOS MADE IN COLOMBIA
El nombre de Colombia ha estado otra vez en las noticias más destacadas de la prensa mundial. Esta vez, por la participación de un comando de 26 exmilitares colombianos en el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, comemativos tido el jueves en la madrugada en Puerto Príncipe, en la casa del presidente.
El director general de la Policía Nacional de Haití, Leon
Charles, dijo que 18 mercenarios fueron detenidos, tres murieron abatidos y cinco se hallan prófugos. En el crimen también participaron dos haitianos nacionalizados en Estados Unidos. La esposa del presidente resultó herida, pero sus hijos lograron salir con vida.
En las últimas horas han circulado versiones encontradas que sostienen que los exmilitares colombianos eran contratistas del gobierno haitiano y llegaron a la casa del presidente cuando el crimen ya había sido cometido. Según estas versiones, los verdaderos asesinos fueron miembros del grupo de escoltas del presidente. Sin embargo, fotos de los colombianos detenidos, esposados y vigilados por la policía haitiana siguen apareciendo en periódicos y noticieros de todo el mundo.
“La vieja industria de mercenarios colombianos”: así se refieren a ellos medios inforeuropeos, como la BBC, al describir a los miembros del comando como “militares colombianos retirados, que hablan inglés y poseen entrenamiento en armas sofisticadas, inteligencia y operaciones internacionales”.
La mayoría de los detenidos hicieron parte de batallones financiados y entrenados por EE.UU. para combatir las guerrillas y el narcotráfico durante la llamada Operación Colombia, en la primera década de este siglo.
No es la primera vez que mercenarios colombianos son noticia mundial por su participación en operaciones militares fuera de las fronteras de nuestro país.
Durante los últimos veinte años, miles de exmilitares colombianos han sido contratados por empresas privadas para trabajar como mercenarios en guerras como las de Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Sudán, Sudán del Sur y otros países del Oriente Medio. Algunos también participaron en la guerra contra el Estado Islámico. Otros prestan servicios de seguridad y vigilancia a empresas privadas de EE.UU., Reino Unido y los Emiratos Árabes.
El caso más conocido de reclutamiento de mercenarios en Colombia ocurrió en 2015, cuando el gobierno de Emiratos Árabes Unidos decidió ampliar su ejército y ofreció ciudadanía y altos salarios a los militares colombianos que desearan viajar a ese país.
Algunos más han asesorado a carteles mexicanos de drogas como los llamados “Zetas”. También se ha dado el caso de oficiales retirados que han acabado trabajando en los ejércitos de sicarios de los carteles colombianos y han participado en sus guerras internas, como la ocurrida en el cartel del Norte del Valle.
El negocio de los mercenarios comenzó en el año 2005, cuando muchos militares que recibieron entrenamiento de EE.UU. por cuenta del Plan Colombia empezaron a pedir la baja. La mayoría viajaron hacia el Medio Oriente, enganchados por empresas estadounidenses de seguridad como Blackwater, uno de los más grandes contratistas militares del gobierno de ese país. Los militares colombianos eran bastante apetecidos por su buen entrenamiento y su disposición para trabajar por salarios bajos.
Según el derecho internacional, los mercenarios son “individuos reclutados para participar en un conflicto o un acto de violencia como derrocar un gobierno o socavar la integridad territorial de un Estado a cambio de una retribución material”. En la actualidad, existe un tratado de Naciones Unidas que criminaliza el reclutamiento, utilización, financiación y entrenamiento de mercenarios, pero Colombia no lo ha firmado.
Hay cientos de colombianos que se destacan en el mundo por su trabajo ejemplar en la medicina, la informática, la exploración del espacio, las artes, las ciencias y el deporte..
No pasa lo mismo con los mercenarios. Su exportación es una más de las tantas vergüenzas y desgracias que nos ha dejado la guerra