El Colombiano

Cubanos exigen cambio político

Protesta masiva del domingo contra el gobierno, la mayor desde los 90 en procura de sus derechos, despertó temor a represalía­s. Análisis.

- Por JUAN DIEGO QUICENO MESA AFP

Patria o muerte. Lanzó la consigna al aire, frente al puerto humeante y destrozado de La Habana. Lucía ya entonces su caracterís­tica barba, negra y desarregla­da, con la que el mundo lo conoció y lo grabó en la memoria. Con la que, al siguiente día de ese 4 de marzo de 1960, abrió las portadas de todos los periódicos cubanos. “¡Venceremos!” prometió Fidel Castro sobre los restos del barco “La Coubre”, de donde salió la onda expansiva de dos explosione­s que acabó con la vida de 100 cubanos. Seis décadas después, sus pupilos repiten la consigna. Pero Cuba ya no parece ser la misma.

Las protestas abarcaron la isla el domingo pasado. Ubicado a 30 kilómetros de La Habana, San Antonio de los Baños es un lugar habitual a la historia. Fue este poblado de poco más de cuarenta mil habitantes, donde en 1961 cayeron las bombas de Estados Unidos sobre la terminal aérea, el epicentro del descontent­o: miles de personas se rebelaron al grito de otras consignas, las de “Libertad” y “Abajo la dictadura”.

“Un hecho sin precedente­s. Ni siquiera en el Maleconazo de 1994 la situación pintó como la del domingo pasado”, explica Laritza Diversent, exiliada cubana, abogada defensora de Derechos Humanos. En contraste a esa mítica jornada de protesta, concentrad­a en el Malecón de La Habana y hasta este domingo considerad­a la mayor muestra de descontent­o popular contra la Revolución, la del domingo pasado “fue en todo el país”, explica Diversent. Ciudades como Santiago de Cuba y Palma Soriano, poblados como Guira de Melena y Bauta, provincias como Cárdenas y Camagüey, y La Habana. En todas, las calles cobraron vida.

Cuba vive la mayor crisis de sus últimos 30 años. La pandemia de la covid ha llevado casi al colapso del sistema sanitario de la isla, con más de 238 mil contagios y 1.537 muertos. Los enfermos desbordan ya hospitales como el de Matanzas, al este de La Habana. “No hay medicina, no hay posibilida­d de tener una pastilla para el dolor de cabeza”, explica Diversent.

La economía, normalment­e difícil, bordea ya el abismo. Ante la obligada escasez del turismo, una de sus mayores fuentes de ingresos, el PIB de Cuba decreció en 2020 un -11 %. En un intento por reactivar la economía, el Gobierno llevó a cabo desde inicios de 2021 un plan en el que quintuplic­ó el salario mínimo hasta 2.100 pesos cubanos (87 dólares), lo que disparó el costo de vida. Según calculan páginas especializ­adas como The Economist Intelligen­ce Unit, la inflación cubana podría alcanzar un mínimo de 500 % durante 2021.

“Hay un desabastec­imiento general. Desde las 6 a.m hasta las 6 p.m haciendo colas para ponerle algo de comida a los hijos. El gobierno pone restriccio­nes a los intentos de la gente por sobrevivir”, anota Diversent, “¡las multas son más altas que el salario básico! Ocho mil pesos si te cogen vendiendo sin licencia, a gente empobrecid­a. Es insostenib­le”.

“Las calles fueron entonces por fin de todos los cubanos”, señala Rafael Gordo, periodista local, “normalment­e, y ante este tipo de situacione­s, el go

intenta buscar primero una solución que deje su imagen bien parada. En esta ocasión, lo primero que hizo Miguel Mario Díaz-Canel fue ir a San Antonio de los Baños”.

El presidente arribó con su comitiva. “La situación energética parece que fue la que levantó aquí algunos ánimos”, señaló en tono aparenteme­nte tranquilo frente a la prensa, reconocien­do los cortes de luz de hasta 6 horas al día que afectan a esa población como a otras regiones. Con el paso de las horas, el tono fue cambiando.

Casi a su regreso inmediato a la capital, Díaz-Canel se dirigió a la Nación, calificand­o las manifestac­iones de “provocacio­nes de la contrarrev­olución”, antes de exhortar: “A la calle los revolucion­arios”.

Represión

De repente, la lucha ya no solo fue en las calles. Como la red interconec­tada que es, internet se tornó en ese conducto nervioso que atizó la rabia. Videos y hashtags inundaron la isla.

“En la década de los 90 no había ni siquiera línea de teléfono. La situación de cada cubano era eso, de cada uno, algo que no pasaba del marco de cada comunidad”, dice Diversent, “pero ya cuando tú te empiezas a enterar que la situación que vives es la misma que se vive desde Guantánamo, te das cuenta que no es debido a tu mala suerte. Si todos estamos mal, la responsabi­lidad no puede ser nuestra”.

Antes de las calles, las redes sociales fueron el escenario de encuentro de los cubanos. “Sin internet, lo que pasó no hubiera podido pasar”, zanja Gordo. Tan consciente fue el Gobierno de aquello, que una de sus primeras medidas fue blo

quear el acceso a la red. Según confirmó el observator­io global de internet, NetBlocks, las redes sociales y las plataforma­s de mensajería en Cuba se interrumpi­eron desde el 12 de julio.

“Las métricas muestran que las plataforma­s de comunicaci­ones WhatsApp, Facebook, Instagram y algunos servidores de Telegram, están interrumpi­dos en Etecsa (Empresa de Telecomuni­caciones de Cuba), incluida Cubacel, la red celular operada por la única empresa de telecomuni­caciones de Cuba”, señaló en una nota pública. Del cerco, que aún se mantiene, se huye a través de VPN (tecnología de red privada) o a través del teléfono fijo, como logró comunibier­no

“Hay desabastec­imiento. Desde las 6 a.m. haciendo colas para ponerle algo de comida a los hijos”.

LARITZA DIVERSENT

Defensora de Derechos Humanos

Diversent con su madre.

“Ella es una mujer de 60 años, con discapacid­ad física. No ha salido de la casa. Tiene mucho miedo”, detalla la activista. Este lunes las calles de La Habana y de los grandes centros urbanos de la isla amaneciero­n militariza­dos. El velo en las comunicaci­ones sume también en la oscuridad las cifras de la represión. El Gobierno no clarifica aún capturados, heridos y mucho menos muertos. Desde el exilio, organizaci­ones cubanas hablan de más de 60 desapareci­dos (que es probable que estén capturados), decenas de heridos e incluso la posible existencia de víctimas fatales.

“Algo que me sorprendió es que en las protestas hubo gente joven y también personas que ya vivieron la crisis de los años 90, con la caída del campo socialista”, dice Diversent, “a ellos, 30 años después, les vuelve a pasar lo mismo. La gente ya no quiere pasar por eso otra vez. Es la misma generación a la que le pasa lo mismo dos veces. ¿Y el avance?”. La ruptura es por todas las bandas.

Los cubanos que nacieron después de los años 90, los hijos de esa gran crisis, no conocieron los primeros años de la revolución, cuando se conservaba aún el mito. “Esos sí que no tienen compromiso”, finaliza Diversent. Son los jóvenes que se sienten tal vez más representa­dos en consignas como las del grupo musical Gente de Zona que, negándose a la patria o muerte de Castro, prefiriero­n cantar “Patria y vida”

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FOTO Miles de cubanos salieron a las calles el pasado domingo a protestar contra la situación económica de la isla. Los reclamos incluyeron exigencias de libertad política e incluso la salida del gobierno comunista de Miguel Díaz - Canel.

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