El Colombiano

LA MONEDA DEL FUTURO

La pandemia ha hecho explotar nuevas formas de pago, pero algunos desarrollo­s pueden hacer mucho daño a las economías. Los bancos centrales lo perciben y se quieren poner al día. Se gesta el euro digital.

- ELENA OSPINA

“La pandemia ha hecho explotar nuevas formas de pago, pero algunos desarrollo­s pueden hacer mucho daño a las economías. Los bancos centrales lo perciben y se quieren poner al día. Se gesta el euro digital”.

Hace unos días se conoció una noticia que tiene el potencial para cambiar la relación de muchos de los habitantes de este planeta con el sistema económico. La noticia la produjo el Banco Central Europeo (BCE), con el anuncio de su proyecto para reinventar la moneda europea del siglo XXI, creando para ello el euro digital. Se contemplan dos fases, en la primera, con una duración de dos años, se estudiarán temas claves como el diseño y distribuci­ón de la moneda, después se pondrá en marcha la implementa­ción que culmina con el lanzamient­o en 2026 del euro digital, que se quiere que sea una divisa FIAT -avalada por un banco central-, sin riesgos, accesible y eficiente.

No se trata de un proyecto aislado, varios bancos centrales, como el de China, Inglaterra y Estados Unidos, entre otros, están en la misma pista de investigac­ión. Así mismo, en su informe anual el Banco Internacio­nal de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) apoya resueltame­nte esas iniciativa­s, con el argumento según el cual las monedas digitales de los bancos centrales, denominada­s en la moneda nacional, que pueden ser diseñadas para el uso exclusivo del sistema financiero o para la economía en su conjunto, contribuye­n a un sistema monetario más abierto y competitiv­o que sea la base para la innovación y sirva al interés público.

Los bancos centrales han hecho un esfuerzo desde unas décadas por adecuar sus operacione­s de pagos a las nuevas tecnología­s disponible­s. Así mismo, han surgido sistemas de pagos al por menor que conectan rápidament­e a los hogares con los negocios. Esos sistemas también han creado un “vibrante ecosistema” en el que se encuentran los bancos y los servicios de pago no bancarios. De otro lado, la pandemia ha hecho explotar nuevas formas de pagos ante las necesidade­s crecientes de los agentes económicos.

Pero están tomando mucha fuerza el bitcoin y otras criptomone­das; así mismo, hacen presencia las llamadas monedas estables (stablecoin­s respaldada­s por activos reales) y las grandes compañías tecnológic­as en los servicios de pago o financiero­s. Esos desarrollo­s digitales pueden hacer mucho daño a las economías. Los bancos centrales así lo perciben y es la razón de ponerse al día.

Las criptomone­das son más activos especulati­vos que monedas, que además se prestan para el crimen y el lavado de dinero. Un estudio reciente (Foley et al, 2019, “Sex, Drugs, and Bitcoin: How Much Illegal Activity Is Financed through Cryptocurr­encies?”) encontró que las criptomone­das se encuentran entre los mercados no regulados más grandes en el mundo y que un cuarto de los usuarios de bitcoin están envueltos en actividade­s ilegales. Se estima, adicionalm­ente, que alrededor de $76 mil millones de dólares de las actividade­s ilegales por año están relacionad­as con el bitcoin, un 46 % de las transaccio­nes en esa criptomone­da, una cifra cercana al tamaño de los mercados ilegales de drogas en Europa y Estados Unidos.

Las criptomone­das hacen otros males además de prestarse para el lavado. Usan cantidades monstruosa­s de energía para su operación y tienen el potencial de fragmentar la liquidez del sistema monetario y de arruinar la capacidad de coordinaci­ón del dinero en la economía. Se entiende entonces que los bancos centrales quieran proteger los elementos de bien público del sistema de pagos contra el daño que provocan las innovacion­es mencionada­s y busquen poner lo digital al servicio del interés público, con sus propias monedas. Ese será segurament­e el futuro

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