Científicos desarrollaron suero antiofídico en polvo. Informe.
En el Carmen de Viboral quedará la planta de Tech Live Saving para producir suero antiofídico.
Una pequeñísima cantidad de veneno de serpiente se le inyecta al caballo sin causarle ningún daño o malestar. Una vez el sistema inmunológico del equino genera suficientes anticuerpos se le extrae una muestra de sangre de la cual se separan sus componentes para obtener el plasma que luego se lleva al laboratorio y se convierte en antiveneno.
Posteriormente se realiza la liofilización, es decir, un proceso de secado por congelación que vuelve el antiveneno en polvo (para no requerir refrigeración) y otro proceso más para reducir su capacidad alergénica. Así se producen los sueros antiofídicos de tercera generación con los que la spin-off (Ver Para saber más) Tech Life Saving –TLS– garantizará que ninguna zona del país, por apartada que sea, sufra en el futuro por falta de viales necesarios para salvar la vida de personas con mordeduras de serpiente.
En Tech Life Saving, nacida en 2017, convergen la labor científica del Grupo de Investigación de Ofidismo y Escorpionismo de la Universidad de Antioquia, liderado entonces por Sebastián Estrada –hoy director técnico científico de la spin-off– y la visión empresarial de la holding Tech Innovation Group –TIG–, capaz de llevar al escenario industrial investigaciones universitarias.
“El Grupo de Ofidismo y escorpionismo (hoy llamado Grupo Toxinología, Alternativas Terapéuticas y Alimentarias) tenía años de experiencia, resultados y el laboratorio para producir suero antiofídico de tercera generación en un país en el que el Instituto Nacional de Salud produce algunos sueros de primera generación, es decir, que requieren refrigeración, y que muchas veces escasea para atender accidentes. Ahí es donde entramos nosotros para mostrar que se puede crear empresa a partir de ese conocimiento”, explica Juan José Zuluaga, químico farmacéutico de la U. de A., fundador y director de TIG.
“Hay un reto financiero grande y es llevar estos modelos valorados en laboratorio a una escala industrial. En este caso con un desafío adicional y es superar los procesos regulatorios, especialmente complejos cuando se trata de tecnologías en salud”, dice Maria Isabel Montoya, bacterióloga y gerente de proyectos de Tech Life Saving.
El país necesita antivenenos
En 2020 se presentaron en Colombia 4.894 accidentes ofídicos y una letalidad del 0,86 %, levemente superior al periodo anterior (0,72 %) según el INS. La entidad indicó, además, que el año pasado la proporción de uso de antivenenos en los pacientes clasificados con algún grado de envenenamiento fue del 81 %, por debajo del 85 % que se reportó en promedio en los últimos años. Esto significa que la disponibilidad de sueros antiofídicos no es suficiente.
El INS produce suero polivalente contra el veneno de la subfamilia de las víboras del género Bothrops (mapaná, equis, pelo de gato, entre otras), las patoco; y las cascabel, del género Crotalus durissus. Así como antiveneno contra mordeduras de coral. En 2020, el Instituto produjo más de 19.000 viales, una baja cifra si se tiene en cuenta que
un solo caso severo requiere hasta 10 viales. De ahí que el país deba importar sueros de Brasil y México. Se han presentado incluso casos en los que víctimas por mordedura deben aguardar por un antiveneno que llegue desde el exterior.
Detrás del déficit de producción de antiofídicos en el país, Zuluaga dice que hay una mirada netamente financiera de la industria: “Montar una planta de suero antiofídico requiere una inversión muy grande, conocimiento de muchos años y el mercado no es que sea alto, todo esto ha causado que los accidentes ofídicos sean una enfermedad desatendida, según la OMS. Nuestra apuesta es pensar más allá del signo pesos, con el propósito superior de democratizar las ciencias de la vida y esto tenga un impacto social concreto”.
Conservarlas y conocerlas
Con recursos de regalías, aproximadamente en tres meses arrancará la construcción de la planta para producir sueros antiofídicos ubicada en el Carmen de Viboral, en la Sede de Desarrollo Tecnológico e Innovación de la U. de A. La pri
mera meta, según apunta María Isabel, es garantizar el abastecimiento en el país, produciendo los antivenenos que cubran los requerimientos epidemiológicos de todo el territorio. Esto significa tener sueros que contrarresten el efecto miotóxico de las Bothrops, causantes del 60 % de los accidentes ofídicos en el país y que producen gangrena; y también sueros que respondan ante venenos neurotóxicos de las corales y cascabeles, que suman el 4,7 % de casos identificados y que afecta al sistema nervioso paralizando los músculos de la víctima y provocando falla respiratoria.
Otro horizonte del proyecto, señala la directiva de TLS, es aprovechar la afinidad biológica para exportar sueros antiofídicos a destinos en Centroamérica, justamente lo que han he
cho algunos países de la región abriendo mercado en Colombia ante la falta de una producción nacional. “Después de atender el mercado local, con la experiencia y desarrollo tecnológico, podemos recibir muestras de veneno de cualquier parte del mundo y fabricar antivenenos en polvo”, apunta.
El éxito de este proyecto podría mostrar un fecundo camino al país en el campo de la biotecnología y la industria farmacéutica, a partir de la investigación de serpientes que alberga Colombia, entre 270 y 300 especies, cerca del 9 % de la totalidad conocidas en el planeta, de las cuales unas 50 son venenosas.
Los estudios liderados por Sebastián Estrada han evaluado cómo los mecanismos de acción de enzimas que se hallan en venenos de corales, cascabel, mapaná, entre otras, pueden servir como base para sintetizar fármacos empleados en el tratamiento presión arterial baja, cuagolopatías, hemorragias locales y sistémicas, infecciones necrosantes, dolores, inflamaciones y algunas otras.
Pero todo esto requiere de una transformación cultural alrededor de las serpientes, según apunta David Echeverri López, Coordinador del Grupo Bosques y Biodiversidad de Cornare.
“Sí creo que hay más personas ahora preocupadas por ayudarnos a conservar estas especies a partir del conocimiento que compartimos con ellas sobre el importante papel que cumplen en los ecosistemas. Pero siendo sincero aún existen muchos estigmas, mitos y desinformación sobre estas, y es frustrante porque esto se traduce en muerte de muchos ejemplares, y lo que queda es volver a empezar el trabajo con las comunidades”, señala el biólogo.
De hecho, en la balanza de amenazas, el daño del ser humano contra las serpientes supera de lejos el daño causado por estos animales. El documento base del Programa
Nacional para la Conservación de las Serpientes reporta que cada año 109.000 ejemplares mueren en Colombia, el 47 % de estas pérdidas son por ataques de campesinos y otros labriegos en el campo.
En contraste, el promedio anual de muertes por mordedura de serpientes es de 32 casos, en tanto que el 6 % de los accidentes ofídicos puede dejar secuelas, aunque ambas cifras tienen como factor determinante la atención tardía o el manejo inadecuado.
La deforestación y la transformación del uso del suelo son condiciones que propician el encuentro con estas especies, pero Echeverry dice que es posible evitar cualquier contingencia con información oportuna.
“Evadir al animal siempre es la mejor opción, así como es útil identificar las especies que están en la zona para, en caso de un eventual accidente, poder orientar mejor la atención médica. Es posible y necesario conservar estas especies y evitar la confrontación”, dice.
El biólogo lamenta que el país ha perdido tiempo para explorar su riqueza ofídica. “Es triste que países como Brasil y México, que hicieron desarrollo tecnológico e investigación, nos vendan los sueros que necesitamos, cuando podríamos ser pioneros en el aprovechamiento de esta biodiversidad para usos en el campo de la medicina. Ojalá la educación en torno a las serpientes nos lleve hacia ese potencial”, declara
51 especies de serpientes se encuentran en la ecorregión Andina.
60% de los accidentes ofídicos en el país ocurren en área rural dispersa.
“La mordedura de serpiente está declarada como enfermedad desatendida. Por eso crear una empresa para producir sueros es un claro ejemplo de democratización de las ciencias de la vida”.
JUAN JOSÉ ZULUAGA
Fundador y CEO de TIG