El Colombiano

Expedición paisa busca preservar los corales

Investigad­ores de la Universida­d CES de Medellín se sumergirán en dos puntos del Caribe para estudiar la reproducci­ón de estos animales.

- Por JESSICA QUINTERO SERNA

Para ilustrar la importanci­a de los arrecifes de coral en los ecosistema­s marino costeros, Lizette Irene

Quan Young, docente de Ecología de la facultad de Ciencias y Tecnología de la Universida­d CES de Medellín, recuerda que: “Cubren el 1 % de la superficie de la Tierra, pero albergan el 25 % de las especies marinas del mundo”.

Además, aunque a simple vista estos animales con forma de roca y con el comportami­ento de una planta, parecen ser solo parte del majestuoso paisaje que esconden las profundida­des del océano, son los responsabl­es de prevenir la erosión de las costas, proveen de alimento y protegen a las comunidade­s costeras de eventos climáticos que los pongan en riesgo.

Pese a ser tan relevantes, la ONU indica que el 70 % de los arrecifes de coral está amenazado, el 20 % de ellos ya está destruido sin esperanza de recuperaci­ón, el 24 % corre riesgo inminente de colapso y un 26 % más está en riesgo por amenazas a largo plazo generadas por la acción humana.

Ante el desolador panorama, Quan Young, en compañía de Daniel Velásquez González, estudiante de la maestría en Ciencias Biológicas del CES, adelantan una investigac­ión que busca preservar este ecosistema en las costas colombiana­s.

La investigac­ión, Arrecifes de dos zonas del Caribe colombiano: cobertura y reclutamie­nto coralino y su relación con variables ambientale­s, permitirá evaluar la cobertura, el reclutamie­nto coralino y conocer el estado de salud de los arrecifes, además de establecer si existe una asociación entre los ecosistema­s de Isla Fuerte, en Bolívar; y Capurganá y Sapzurro en Chocó, los lugares donde se hará el trabajo de campo.

“Lo que queremos es evaluar el espacio que ocupan los corales en estas dos zonas y cómo está el fondo con respecto a otros grupos de organismos”, explica la docente.

Pero, además, el estudio se centrará en el reclutamie­nto de coral, que es el proceso mediance el cual las diminutas larvas de este animal se reproducen y se establecen como miembros de una comunidad de arrecifes.

Esto, detalla la docente, se lleva a cabo mediante dos formas de reproducci­ón: asexual y sexual.

En la reproducci­ón asexual, un organismo coralino se divide en fragmentos que permiten generar otras colonias sin intercambi­o genético, es decir, organismos “clones”.

La sexual, por su parte, es más compleja, pues realiza un proceso de fecundació­n (entre ovocito y espermatoz­oide) que forma un embrión o plánula y ambos tienen la capacidad de desarrolla­rse en la columna de agua y, dependiend­o de la especie, pueden transporta­rse hasta 90 días por las corrientes marinas.

“Luego, unas señales químicas particular­es del ambiente registran un determinad­o lugar como el adecuado para que esa larva, arrastrada por la corriente, se asiente. El organismo se va al fondo, se pega a algún sustrato, normalment­e duro como una piedra de origen coralino o un alga y una vez se pega, empieza la metamorfos­is para convertirs­e en un primer coral, que luego creen tamaño y por todo este proceso se le considera un recluta”, señala Quan Young.

Técnica innovadora

Para estudiar este proceso de reclutamie­nto coralino, que es un indicador del estado de salud de los arrecifes, los investigad­ores del CES emplearán una técnica poco utilizada en el país: el buceo nocturno.

“Lo que haremos en condicione­s nocturnas es utilizar una luz UV, que los buzos llaman luz negra, para observar más fácilmente a los reclutas aprovechan­do su fluorescen­te

cia (emiten luz verde o naranja), ya que son muy pequeños y en el día es difícil ubicarlos”, sostiene la docente.

Para poder realizar esta actividad en la noche, los investigad­ores se certificar­on en un nivel avanzado de buceo, además, conocen la zona, pues han desarrolla­do otro tipo de investigac­iones ahí, lo que favorece la inmersión en la oscuridad.

“Uno no va a un sitio que no conoce a bucear de noche por primera vez, estos lugares ya los hemos recorrido de día, incluso, antes de sumergirno­s de noche primero vamos a bucear con luz para hacer reconocimi­ento, dejar algunas marcas y guías para que cuando regresemos sea seguro para nosotros, pero también seguro para el ambiente”, comenta Daniel Velásquez. Las inmersione­s nocturnas se realizarán a una profundida­d entre 10 y 16 metros.

El proyecto, que inició el pasado 23 de abril y se extenderá hasta octubre de 2022, hará su trabajo de campo en tres fases, que coinciden con variacione­s climáticas en Capurganá e Isla Fuerte.

La primera fase se hará

en octubre, luego regresarán en febrero y por último en junio de 2022.

“Estas temporadas tienen que ver con los momentos de reproducci­ón de los corales del Caribe. Muchos de ellos se reproducen de forma sincrónica y esto se da entre julio y septiembre, entonces cuando vayamos en octubre van a estar chiquitos, cuando regresemos en febrero deben estar, los que sobrevivan, un poco más grandes y en junio ya podrían estar completame­nte formados”, dice Quan Young.

La investigac­ión, finalmente, busca reconocer la importanci­a de este ecosistema, pero además concientiz­ar de la amenaza bajo la que se encuentran. “Nos preocupamo­s por conocerlos cada vez mejor y aportar a soluciones reales y a su conservaci­ón”, concluyó la docente

“Conocer el estado de los arrecifes y generar informació­n sobre los corales ayudará a que las comunidade­s los protejan”. DANIEL VELÁSQUEZ Estudiante de maestría, Universida­d CES

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