El Colombiano

LA “CAPTURA”

- Por FERNANDO VELÁSQUEZ fernandove­lasquez55@gmail.com

Con los susodichos “correctivo­s” el burgomaest­re se lavó las manos y quedaron superados hechos dados por ciertos: el “megaoperat­ivo”, la “captura” y la “recompensa”; una facilidad enorme para engañar que es conocida por todos.

Con bombos y platillos se anunció al país, el pasado jueves ocho de julio, la aprehensió­n del señor Ismael Darío Lopera Tangarife acusado de realizar diversas conductas sexuales que involucran a menores de edad, en el Jardín Buen Comienzo del Barrio Santa Cruz, nororiente de Medellín. La “chiva” fue suministra­da por el alcalde de Medellín quien, con su habitual discurso fachoso, se pronunció a través de una red social y un medio televisivo local; incluso, el día viernes dio una rueda de prensa sobre el asunto.

En esa oportunida­d dijo estar “muy contento” “por los resultados operativos” del día anterior y anunció el pago de una recompensa ya prometida; habló de un despliegue de cerca de 150 hombres, con la colaboraci­ón de la Fiscalía y la Policía Metropolit­ana, valiéndose de “medios técnicos, intercepta­ciones, triangulac­iones, movimiento­s bancarios, registro a través de cámaras del EPR, peajes” y que contó con “la colaboraci­ón ciudadana” y de los medios de comunicaci­ón. Y, cual si fuese un nuevo Sheriff del Lejano Oeste, se atribuyó hasta funciones judiciales: “nosotros logramos hacer unos allanamien­tos donde creíamos que estaba ubicado una vez hubo orden de captura”.

De forma coetánea, ni corto ni perezoso, el fiscal General de la Nación viajó a Medellín a dar cuenta del supuesto prendimien­to y ante los medios de comunicaci­ón celebró la celeridad del “operativo”, tras advertir que “le cumplimos a Colombia” y “no vamos a permitir que se vulneren los derechos de los niños”; la noticia fue difundida, de viva voz y por escrito, en la página de la Fiscalía el día ocho. No obstante, las celebracio­nes – que llegaron hasta la presidenci­a de la República– terminaron de improviso el mismo día, cuando irrefutabl­es pruebas fílmicas mostraron a la persona ya mencionada, presentánd­ose en forma voluntaria ante el despectivo Comando de Policía de Santa Rosa de Osos.

Conocido el video, empezaron las rectificac­iones: el Comandante de la Policía Metropolit­ana de Medellín dijo haberse basado en el Informe del jefe de la SIJIN de la Investigac­ión Criminal; y, como la gigantesca pifia no se podía dejar pasar desapercib­ida, el día sábado diez se conoció que su cabeza y la del otro funcionari­o habían rodado. Luego se designó su reemplazo. A su turno, el alcalde bolero expresó: “Celebramos que Ismael Darío Lopera esté hoy tras las rejas acusado por los delitos de acceso carnal abusivo. Sin embargo, hemos sido informados que se trató de una entrega y no de una captura. La Policía ha anunciado correctivo­s por la informació­n suministra­da”.

O sea, con los susodichos “correctivo­s” el burgomaest­re se lavó las manos y quedaron superados hechos dados por ciertos: el “megaoperat­ivo”, la “captura” y la “recompensa”; una facilidad enorme para engañar que es conocida por todos. Desde luego, como quien tira la piedra y esconde la mano, el fiscal General optó por guardar silencio y, eso sí es seguro, ahora se prepara para la próxima función con la cual ocultará su incompeten­cia mediante algún nuevo anuncio que –¡y aprendió bien la lección!– hará con voz ronca y fuerte, para que mucho le teman todos.

Como es obvio, nada se ha dicho de los posibles delitos que se cometieron con el mentiroso informe de la SIJIN, ni de las presuntas infraccion­es de tipo disciplina­rio que pudieron ser llevadas a cabo por los servidores públicos involucrad­os, quienes, de forma farota, le mintieron de forma abierta a la comunidad. Así, pues, actúan algunos servidores públicos que ya ni siquiera se sonrojan porque viven de los montajes y el sainete; ellos, como buenos discípulos, parecen acudir a los consejos de Maquiavelo, cuando decía que el soberano “tiene que contar con un ánimo dispuesto a moverse según los vientos de la fortuna y la variación de las cosas se lo exijan, y como ya dije antes, no alejarse del bien, si es posible, pero sabiendo entrar en el mal si es necesario” (“El Príncipe”, Barcelona, Altaya, 1993, pág. 72)

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