Retos de emprendimientos de mujeres en el país
Aunque crece el grupo de mujeres que crea empresas, el apalancamiento financiero sigue siendo restringido.
El 51 % de las empresas creadas en Colombia durante 2020 eran lideradas por mujeres, dijo Confecámaras en su reporte anual difundido en marzo, lo que se traduce en 104.617 unidades productivas.
Sin embargo, para ellas se mantienen las barreras para acceder a capital financiero y escalar sus proyectos. Estas son las alternativas para derribar ese muro. Detalles.
El 51 % de las empresas creadas en Colombia durante 2020 eran lideradas por mujeres, dijo Confecámaras en su reporte anual difundido en marzo. Esto se traduce en 104.617 unidades productivas, una cifra alentadora que, en palabras de Ana María Sánchez, directora ejecutiva de De mis manos (antes Corporación Mundial de la Mujer), ratifica el crecimiento del emprendimiento femenino en el país en los tres años más recientes: por cada diez hombres emprendiendo hay siete mujeres haciendo lo mismo, según cifras del Global Entrepreneurship Research Association de 2018, el más reciente que se tiene disponible.
El problema, tal como lo plantea Susana Martínez Restrepo, socia fundadora y directora ejecutiva de CoreWoman, es que la mayoría de esos emprendimientos no es escalable (capacidad del negocio de crecer) –aunque en Colombia no hay estadísticas al respecto– y en cambio es de sobrevivencia o de necesidad y genera ingresos bajos.
Por tanto, el acceso a fuentes de financiación externa es limitado (como concursos de capital semilla o fondos de inversión), ya sea por el tipo de negocio, que no es atractivo para un inversionista, o por el interés mismo de la emprendedora, que no lo concibe con el ánimo de crecer sino de atender una situación puntual e inmediata.
Camila Salamanca, directora ejecutiva de Endeavor Colombia, entidad que apoya el ecosistema emprendedor, recuerda que solo el 13 % de los emprendedores Endeavor seleccionados en el mundo en 2015 eran mujeres, “y esta cifra es aún más desalentadora en América Latina, en donde solo fue de un 7 %”.
Patricia Sáenz, fundadora de EWA Capital, uno de los pocos fondos de inversión en el país que es liderado por mujeres, agrega que en países como EE. UU., de los recursos provenientes de venture capital o capital de riesgo solo el 2 % llega a emprendimientos femeninos; en Colombia no hay cifras totales, pero el documento La brecha de género en el sector tecnológico, una tarea pendiente en América Latina, publicado por Endeavor México este año, estima que el 88 % del capital recaudado estaba dirigido a empresas creadas por hombres.
“Cuando arranqué con este fondo me preguntaba si esto ocurre por el género o porque los emprendimientos femeninos no cumplen los requisitos que los fondos exigen para acceder a ese capital”, anota Sáenz. ¿Qué está pasando para que los recursos y el capital no llegue a estas empresas?
La mentalidad
Una de las razones que desde Endeavor han querido trabajar con las emprendedoras para romper las barreras que les impiden acceder a capital es la mentalidad con la que crean sus empresas.
Salamanca considera que a pesar de que Colombia es uno de los países en Latinoamérica donde más rápido está creciendo el emprendimiento femenino (“pasó del 15 % en 2014 al 25 % en 2016, un aumanca, mento del 69%”), aún la proporción en comparación con los hombres sigue siendo baja.
Algunas razones que han identificado son que “en el entorno les enseñan a los hombres ser más emprendedores que a las mujeres, y estas son tres veces más propensas a iniciar negocios por necesidad”.
Endeavor, comenta Sala
ha procurado trabajar con las emprendedoras elegidas en sus programas temas como la mentalidad, incentivándolas a que “piensen en grande” y creen empresas que tengan potencial de escalamiento, replicabilidad y alto impacto en los sectores en los cuales se desenvuelven.
En el estudio que elaboró Endeavor México para el sector tecnológico, la firma identificó cuáles eran los cinco obstáculos mayores como barrera de crecimiento para los emprendimientos femeninos. Estos eran el acceso a financiamiento a través de inversión en capital (acciones) y por deuda; el equilibrio entre la vida personal y laboral; la falta de redes de contactos relevantes del ecosistema emprendedor y de conocimiento financiero.
“Adicional a estos obstáculos están los estereotipos. El confinamiento al que ha sido sometida la población mundial por la pandemia ha afectado más a las mujeres que a los hombres, pues generalmente la responsabilidad del cuidado de la familia recae sobre ellas. Esto ha ocasionado
“A los hombres les enseñan a ser más emprendedores. Las mujeres son más propensas a iniciar negocios por necesidad”.
CAMILA SALAMANCA
Directora Ejecutiva Endeavor Colombia
que la pérdida de puestos de trabajo, y las consecuencias para los emprendimientos sean más fuertes para este género”, añade la directora ejecutiva de Endeavor Colombia.
Lina Uribe, integrante de la junta directiva de Mujeres TIC, un colectivo que promueve el empoderamiento y el emprendimiento femenino, cree que derribar esos estereotipos y prejuicios que existen en la sociedad acerca de que las mujeres no son capaces de liderar una empresa es el camino para conseguir que sus proyectos crezcan con los recursos y el capital que consigan atraer.
No en vano, Uribe recurre a estudios de la Universidad de Stanford en los que se señala que “las empresas de base tecnológica con líderes femeninas generan un retorno de inversión 35 % mayor que las que tienen a líderes hombres.
“Hay entidades públicas y
privadas que están dispuestas a apoyar emprendimientos femeninos para impulsar el cumplimiento de dos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: equidad de género y trabajo digno.
Pero las mujeres tenemos que creer en nosotras mismas para desarrollar proyectos exitosos. A veces no pedimos ayuda, nos da pena, somos más temerosas de hacer networking y contar nuestras ideas y proyectos o acceder a asesorías”, asegura.
Uribe celebra que cada vez haya más programas e iniciativas que quieran acompañar a las mujeres emprendedoras, no como una moda sino porque, como decía, es un beneficio común como sociedad. Ella, de hecho, lidera el proyecto Emprender Mujer, en conjunto con Impact Hub Medellín y Bancolombia, que apoya a 50 emprendedoras en un plan de capacitación de ocho meses para derribar, justamente, las barreras que les impiden crecer en sus negocios.
Otro tema que podría incrementar el número de emprendedoras con negocios escalables por recursos externos es incentivar la inserción de estas en carreras denominadas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). El estudio de Endeavor México reportó que en un análisis realizado a los perfiles de 160 mujeres emprendedoras, se encontró que “tan solo el 27 % tenía ese perfil, mientras que para los hombres este
2
% de los recursos de capital de riesgo en EE. UU. llegan a emprendimientos femeninos.
35
% se incrementaron las acciones de Mastercard con equidad de género: Accenture.
porcentaje equivalía a 53 % (1.105 emprendedores)”.
Así se podrían superar barreras de hostilidad para permitir que las mujeres hagan parte de ese ecosistema y crecer en su participación de la distribución de los recursos dirigidos a apalancar sus emprendimientos.
Barreras jurídicas
Susana Martínez Restrepo, de CoreWoman, acota que en Colombia crear empresa, sin distingo de género, es “muy difícil” y demanda muchos gastos (ella, de hecho, creó su empresa en EE. UU.), con lo cual, como la mayoría de emprendimientos femeninos son “informales o de bajos ingresos”, no logra registrarse ante las entidades competentes, lo que limita sus oportunidades de acceder a recursos externos.
“Al no tener la personalidad jurídica crece la brecha de acceso a créditos, que se suma a otras dificultades como el hecho de que, en países como Colombia, los hombres son los que suelen tener las propiedades o los activos a su nombre”, por lo que se quedan sin un respaldo o una garantía para presentar una solicitud.
Otro tema sobre el cual discute Martínez Restrepo es que en el escenario de emprendimiento se afirma que las mujeres tienen una mayor aversión al riesgo, por tanto sus solicitudes de préstamo o de inversión son menores que las de los hombres, pero otro punto de vista puede ser que ellas “tienden a endeudarse
menos”, lo cual limita sus ambiciones de financiación o recursos externos.
¿Hay sesgos?
Patricia Sáenz, de EWA Capital, concuerda con Susana Martínez Restrepo en que la gran mayoría de emprendimientos femeninos no son escalables y por tanto no están en la mira de los fondos de inversión, pero también afirma que “las mujeres son más conservadora y no aprovechan tanto como los hombres las opciones de financiamiento que tienen disponibles en el mercado”.
Lo que sí es un hecho, en su concepto, es que hay una brecha de género que genera un sesgo en algunos inversionistas, quienes además de excusarse en un “problema de producto” para no dirigir su capital hacia sus emprendimientos, desconfían de las responsabilidades que las mujeres podrían asumir en sus negocios dadas sus otras ocupaciones que, se cree, puedan tener y que las desconcentre de sus objetivos empresariales. “A veces creo que en ocasiones no lo hacen a propósito, porque no creo que sea por las capacidades de las mujeres”, sugiere Sáenz.
De hecho, ella piensa que del otro lado también hay una brecha respecto a las mujeres que toman las decisiones de inversión en los fondos –como lo hace en EWA Capital–, ya que “menos del 2 % de los fondos en Latinoamérica son dirigidos por mujeres. Eso toca cambiarlo a través de la educación, tanto para los emprendedores como los inversionistas”