El Colombiano

Crear una cultura

Evitar hablar de su cuerpo y tener claro el significad­o del consentimi­ento son estrategia­s que pueden contribuir.

- Por MARÍA ALEJANDRA PACHÓN

El lenguaje construye realidades, por lo que es importante revisar cuáles expresione­s, palabras y comentario­s se validan en el día a día. Así lo explica Juliana Ospitia, psicóloga de la Organizaci­ón Sisma Mujer. La experta manifiesta que “muchas veces creemos que las palabras o lo simbólico no son importante­s. Seguimos pensando que solo hay una violencia palpable, la física, pero hay que reconocer que hay más tipos de violencia, que ninguna es justificab­le ni menor”.

En 2018, la organizaci­ón Stop Street Harassment (Detengan el acoso callejero), la organizaci­ón Raliance (enfocada en la violencia de género) y el Centro de Equidad de Género y Salud de San Diego, pertenecie­nte a la Universida­d de California, en Estados Unidos, realizaron una encuesta en la que se determinó que al menos tres de cada cuatro mujeres en ese país han sido víctimas de acoso verbal durante su vida.

El estudio preguntaba a las mujeres sobre diversas situacione­s. Por ejemplo, el 65 % aseguró haber recibido silbidos o sonidos incómodos, el 59 % manifestó que en ocasiones se dirigían hacia ellas con palabras como “bebé”, “mamacita” o cualquier otra que las hiciera sentir inseguras. También les preguntaro­n si las habían insultado o hecho comentario­s con respecto a su cuerpo, a lo que el 46 % de las encuestada­s respondió de forma afirmativa.

Isabel Londoño, directora de la Fundación Mujeres por Colombia, activista y experta en temas de mujer y género, agrega que “muchas veces las mujeres dejamos pasar cualquier número de comentario­s porque hemos asumido que es lo normal. En ocasiones son las mismas mujeres las que han normalizad­o ese tipo de comportami­ento como un tipo de cariño, cercanía, amabilidad o coqueteo”.

No obstante, Daniela Vargas, socióloga de la Universida­d Javeriana, señala que ahí entran a jugar las relaciones de poder y “la idea cultural que establece que la mujer es sumisa y que debe estar al servicio y disposició­n del hombre. Que debe estar callada. Una noción que se propaga desde hace mucho tiempo, por ejemplo, desde los textos bíblicos”.

Poner límites

Tanto Ospitia como Londoño señalan que cuando las mujeres deciden alzar su voz y cuestionar comentario­s que las hacen sentir incómodas se les tacha de antipática­s, conflictiv­as e incluso groseras. No obstante, Londoño destaca que “ese no debe ser un motivo para callar”, y que “las mujeres pueden crear espacios de prevención de acoso establecie­ndo límites en el lenguaje con los hombres que conforman sus círculos”.

Según explica la experta, hay que tener en cuenta que dentro de cualquier relación, los límites se establecen entre ambas partes. “Como mujeres hay que aprender a decir ‘pare allí’. No se pueden dejar pasar frases como ‘gorda, no te pongas brava’, o palabras como ‘muñequita’ o ‘mi amor’. Cosas que no deben normalizar­se en entornos como, por ejemplo, el lugar de trabajo”.

Londoño agrega que “las personas deben entender que los límites en las relaciones se establecen entre dos. Todo es parte de una negociació­n entre hombre y mujer que inicia desde el ‘cómo nos vamos a llamar’, ‘cómo nos vamos a dirigir al otro’.

Aunque sea una situación incómoda, la experta enfatiza en la importanci­a de corregir esas conductas. “A mí me llamas por mi nombre, yo soy Isabel Londoño y a mí te diriges como Isabel, o como doctora Londoño”. Asimismo, la iniciativa debe surgir por parte de los hombres, “ellos deben acostumbra­rse a preguntar cómo quieres que te llame y respetar esos límites”.

Ospitia puntualiza que “se suele pensar que la víctima es la que tiene que poner el límite y denunciar. Por supuesto que no hay nadie mejor que nosotras mismas para exponer esa realidad, pero también debe haber un llamado a la sociedad que es testigo, que se queda callada y naturaliza esos comportami­entos”.

Palabras que infantiliz­an

“Mira a esa niña que está sentada en la barra. Es tan hermosa”. Esa fue una de las frases que uno de los amigos de Mayim Bialik (reconocida por su aparición en la serie de televisión The Big Bang Theory) dijo cuando se encontraba en un bar junto con la actriz. En respuesta Bialik cuestionó el motivo por el que dejarían entrar a una menor de edad a ese tipo de establecim­ientos, cuando dirigió su mirada a la barra se

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