MEDELLIN, DISTRITO DE INNOVACIÓN
San Francisco es sin duda una de las ciudades más estudiadas en el mundo por su fortaleza tecnológica y su capacidad de generación de startups y de tecnologías disruptivas.
Su economía es más grande que el PIB de muchos países en el mundo. Todo esto ha llevado a que durante décadas se hayan realizado estudios, misiones, conferencias buscando encontrar las claves del éxito de este ecosistema. Es tal la magnitud que un sin número de consultores viven hoy de decir que tienen la receta secreta para hacer de una región específica el nuevo Silicon Valley.
En algún momento busqué profundizar en el tema. Para hacerlo no solo revisé el modelo de San Francisco sino también el Londres, Tel Aviv, y Singapur, entre otros. Traté de encontrar líneas generales que nos permitieran en Medellín, sofisticar nuestro ecosistema local y, por ende, lograr más densidad empresarial con mayores demandas de tecnología y modelos de negocio sofisticados.
Luego de un tiempo llegué a ciertas conclusiones, que más que recetas, pueden servir como guías generales para poder enrutar el sistema. Primero, los ecosistemas de innovación no se gobiernan, más bien se estimulan. La apuesta debe ser de largo plazo con bastante persistencia, ensayo y error y a la vez escogencias y renuncias basadas en capacidades distintivas. Siempre fuimos consecuentes con la estrategia cluster de la ciudad y por ello al plan CTi que lideró Ruta N enfocaba sus esfuerzos en salud, energía y TIC, siendo estas las apuestas sobre las cuales superpusimos toda la estrategia con sus programas y por supuesto las regalías. De esta forma queríamos no estar en una diáspora haciendo muchas cosas a la vez, malgastando recursos sin lograr hacernos diferentes.
Todos estos esfuerzos, sumado a las recomendaciones de Greg Horowitt, experto en la materia, que insistía bastante en el hardware, esto es, la gente, los perfiles profesionales, las infraestructuras físicas y las políticas, sumado al software que él lo enmarcaba en la diversidad, las motivaciones racionales, la confianza social, las reglas y a su vez la interpretación de las reglas, hacía que tuviéramos un camino tal vez no perfecto, pero sí muy claro.
La semana pasada se anunció Medellín como distrito de innovación, que a decir verdad tiene buenas intenciones, pero todavía sin claridad de lo que será el contenido y lo que se quiere lograr.
Vale la pena que desde Ruta N se revisen todos los esfuerzos hechos en la materia. Ojalá, esta vez se construya sobre lo construido, que este logro se apalanque en el conocimiento y las experiencias del pasado. Esto para que el Distrito, que en su momento abarcaba unas pocas cuadras de tres barrios alrededor de Ruta N y, en el que difícilmente logramos sembrar una semilla con algunos frutos, no dé ese salto al vacío que sería pretender abarcar toda la ciudad sin lograr densidad de actores que desate una verdadera polinización cruzada en las ideas, un mayor per cápita de recursos financieros disponible, mejores y más laboratorios de investigación, muchos más investigadores transfiriendo conocimiento a las empresas y, un estado invirtiendo más en alianza con el sector privado.
Si se convocan todos los actores a concertar las líneas del Distrito le augurio un posible éxito, de lo contrario será una ley más que, como muchas, consumieron tinta, papel y tiempo, pero al final no trascendieron
...los ecosistemas de innovación no se gobiernan, más bien se estimulan.