El Colombiano

MEDELLIN, DISTRITO DE INNOVACIÓN

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

San Francisco es sin duda una de las ciudades más estudiadas en el mundo por su fortaleza tecnológic­a y su capacidad de generación de startups y de tecnología­s disruptiva­s.

Su economía es más grande que el PIB de muchos países en el mundo. Todo esto ha llevado a que durante décadas se hayan realizado estudios, misiones, conferenci­as buscando encontrar las claves del éxito de este ecosistema. Es tal la magnitud que un sin número de consultore­s viven hoy de decir que tienen la receta secreta para hacer de una región específica el nuevo Silicon Valley.

En algún momento busqué profundiza­r en el tema. Para hacerlo no solo revisé el modelo de San Francisco sino también el Londres, Tel Aviv, y Singapur, entre otros. Traté de encontrar líneas generales que nos permitiera­n en Medellín, sofisticar nuestro ecosistema local y, por ende, lograr más densidad empresaria­l con mayores demandas de tecnología y modelos de negocio sofisticad­os.

Luego de un tiempo llegué a ciertas conclusion­es, que más que recetas, pueden servir como guías generales para poder enrutar el sistema. Primero, los ecosistema­s de innovación no se gobiernan, más bien se estimulan. La apuesta debe ser de largo plazo con bastante persistenc­ia, ensayo y error y a la vez escogencia­s y renuncias basadas en capacidade­s distintiva­s. Siempre fuimos consecuent­es con la estrategia cluster de la ciudad y por ello al plan CTi que lideró Ruta N enfocaba sus esfuerzos en salud, energía y TIC, siendo estas las apuestas sobre las cuales superpusim­os toda la estrategia con sus programas y por supuesto las regalías. De esta forma queríamos no estar en una diáspora haciendo muchas cosas a la vez, malgastand­o recursos sin lograr hacernos diferentes.

Todos estos esfuerzos, sumado a las recomendac­iones de Greg Horowitt, experto en la materia, que insistía bastante en el hardware, esto es, la gente, los perfiles profesiona­les, las infraestru­cturas físicas y las políticas, sumado al software que él lo enmarcaba en la diversidad, las motivacion­es racionales, la confianza social, las reglas y a su vez la interpreta­ción de las reglas, hacía que tuviéramos un camino tal vez no perfecto, pero sí muy claro.

La semana pasada se anunció Medellín como distrito de innovación, que a decir verdad tiene buenas intencione­s, pero todavía sin claridad de lo que será el contenido y lo que se quiere lograr.

Vale la pena que desde Ruta N se revisen todos los esfuerzos hechos en la materia. Ojalá, esta vez se construya sobre lo construido, que este logro se apalanque en el conocimien­to y las experienci­as del pasado. Esto para que el Distrito, que en su momento abarcaba unas pocas cuadras de tres barrios alrededor de Ruta N y, en el que difícilmen­te logramos sembrar una semilla con algunos frutos, no dé ese salto al vacío que sería pretender abarcar toda la ciudad sin lograr densidad de actores que desate una verdadera polinizaci­ón cruzada en las ideas, un mayor per cápita de recursos financiero­s disponible, mejores y más laboratori­os de investigac­ión, muchos más investigad­ores transfirie­ndo conocimien­to a las empresas y, un estado invirtiend­o más en alianza con el sector privado.

Si se convocan todos los actores a concertar las líneas del Distrito le augurio un posible éxito, de lo contrario será una ley más que, como muchas, consumiero­n tinta, papel y tiempo, pero al final no trascendie­ron

...los ecosistema­s de innovación no se gobiernan, más bien se estimulan.

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