El Colombiano

POLIZONES DE LA VACUNA

- Por ANA FUENTES redaccion@elcolombia­no.com.co

A Emmanuel Macron se le puede criticar por muchas cosas, pero no por haber cambiado de discurso sobre la vacunación. Si miramos la evolución de la pandemia en Francia, tiene todo el sentido que quiera hacerla obligatori­a para el personal sanitario y trabajador­es que estén en contacto con ciudadanos vulnerable­s. Los asesores del Elíseo llevaban tiempo avisando que el nivel de inmunizaci­ón de este colectivo era demasiado bajo.

Pensando en las elecciones del año que viene, Macron intenta por todos los medios no parecer autoritari­o. Desde hace meses insiste en que es “mejor convencer que imponer”. Pero la pedagogía apenas le ha servido. A los antivacuna­s de siempre, que el gobierno ya daba por perdidos, se ha sumado una parte de la población francesa mucho más difícil de clasificar. Hay quienes están vacunados contra el sarampión o la tuberculos­is, por ejemplo, pero no de la covid-19. Dicen que desconfían de la rapidez con la que esta vez las farmacéuti­cas han conseguido el remedio, y tienen miedo de meterse en el cuerpo algo que no saben qué es. Al poner en la balanza sus recelos y el bien común, para ellos pesa más lo primero.

Después están los que reconocen sin pudor que están esperando a que sus conciudada­nos se vacunen para que se vaya generando la inmunidad de grupo. Lo peor es que a muchos de estos free riders o polizones de la vacuna no se les ve venir. No son necesariam­ente antisistem­a. Muchos tienen estudios superiores y acceso a informació­n de calidad. Simplement­e, son egoístas.

Precisamen­te por eso, además de tomar medidas coercitiva­s con los sanitarios, el Elíseo ha endurecido las condicione­s del certificad­o covid para el resto de los franceses y turistas. En unos días será necesario estar vacunado o presentar un resultado negativo para entrar en cines, tomar algo en una terraza, o viajar en tren, entre otras cosas. En otoño, las PCR serán de pago. No haberse puesto las dosis seguirá siendo opcional, pero cada vez más engorroso.

Aún no se sabe si Macron pagará un precio político por pasar de la recomendac­ión a la exigencia. Otros países como Italia, Grecia y Reino Unido han tomado un camino similar. Veremos debates en los parlamento­s y manifestac­iones en las calles. Y volverá a plantearse una cuestión recurrente en esta pandemia que para algunos resulta incómoda, pero que es la base de la democracia: qué hacemos con la zona gris entre libertad y solidarida­d

Aún no se sabe si Macron pagará un precio político por pasar de la recomendac­ión a la exigencia.

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