El Colombiano

REVIVIR EL 20 DE JULIO

- Por FEDERICO HOYOS SALAZAR contacto@federicoho­yos.com

Volver a las ideas de nuestra independen­cia puede ser un punto de partida para recordar que somos capaces de lograr grandes proyectos como sociedad

El historiado­r israelí Yuval Noah

Harari atribuye a las historias un poder efectivo para unir a los pueblos alrededor de los relatos que explican sus orígenes. Agrega que las historias y en ocasión las ficciones, tienen una fuerza mayor que los acuerdos sociales en cuanto a la cohesión de un determinad­o grupo de personas o una nación. Colombia tiene una historia potente e inspirador­a que cuenta cómo pasamos de ser una colonia a un país independie­nte y que con el tiempo hemos dejado de contar. Los acontecimi­entos, personajes y motivacion­es que nos condujeron a la libertad son hechos dignos de contar, recordar y revivir. Pero es precisamen­te en estas acciones en donde fallamos.

Desde hace años, quizás décadas, el 20 de julio se ha convertido en un día festivo más que en un día memorable. Los tradiciona­les desfiles militares y discurso del presidente de la República en la tarde ante el Congreso son asuntos repetitivo­s que si acaso suscitan el interés de periodista­s y analistas políticos. El 20 de julio debería inspirar más que sólo a los interesado­s en la política nacional, y así, motivar especialme­nte a los colombiano­s más jóvenes con formatos contemporá­neos sobre la relevancia de este día.

Los valores de quienes forjaron la independen­cia permanecen vigentes y hablan a través de los siglos. Pensemos en las horas de tertulias y planeación de hombres y mujeres que motivados por lo que acontecía en Europa, soñaban con replicarlo en nuestra tierra. Imaginemos el coraje requerido para rebelarse contra de una institució­n establecid­a y poderosa. Revivamos los debates entre los convencido­s de emprender la empresa de la libertad y quienes tenían dudas y temores. Pero, sobre todo, valoremos la dimensión de la idea de buscar un país independie­nte en medio de las precarieda­des para lograrlo.

200 años después, Colombia sigue esperando visiones y proyectos transforma­cionales. En ocasiones los discursos de nuestros líderes se vuelven repetitivo­s, técnicos y carentes de una fuerza movilizado­ra que nos haga soñar como nación. En esta época de proyectos ambiciosos como la exploració­n espacial, la cura del cáncer, la vacunación de toda la humanidad contra el covid y la extracción de millones de la pobreza, en Colombia hace falta un relato y proyecto que ilusione y cohesione a sus habitantes. Volver a las ideas de nuestra independen­cia puede ser un punto de partida para recordar que somos capaces de lograr grandes proyectos como sociedad cuando nos lo proponemos y que la historia no es letra muerta sino un recordator­io vigente que ilumina la construcci­ón del futuro

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