El Colombiano

Un nuevo Teatro Carlos Vieco

- JUAN ANTONIO SANCHEZ

Para los que no sabían, tenemos de regreso un espacio fundamenta­l para narrar la música de Medellín, el Teatro Carlos Vieco Ortiz, un escenario al aire libre ubicado en las inmediacio­nes del Cerro Nutibara, entre la vegetación y los senderos de este cerro tutelar de Medellín. Este lugar es patrimonio, tradición, memoria, carriel, tatuaje, cabellos largos, despechos, gritos de felicidad, corazón y música antioqueña. Durante más de cinco años fue un espacio abandonado, lleno de basura, perdido a causa del sol, el agua, el paso del tiempo y la negligenci­a estatal. La maleza se apoderó de sus camerinos, escalinata­s, graderías y escenario. El óxido se comió cada rincón de la estructura que funcionaba como techo y hace cinco años cerró sus puertas para una remodelaci­ón que tardó hasta nuestros días, la burocracia institucio­nal y los cambios de administra­ción dilataron su entrega y solo hasta ahora lo podremos volver a disfrutar.

Lo que se puede cuestionar de esta mala gestión y administra­ción ya está en el pasado, ahora nos queda celebrar la reapertura de este lugar, de esta casa de recuerdos musicales inolvidabl­es para muchos medellinen­ses, recuerdos sonoros como Mederock, El Festival Internacio­nal de Poesía, Altavoz, Feria de las Flores, Noche de la Parranda, Festival Nacional de la Trova, entre muchos otros encuentros de recuerdo imborrable donde sonó y se desarrolló la escena del rock paisa de una época importante. Allí nacieron bandas como Ekhymosis, Masacre, Marimonda, Juanita Dientes Verdes, I.R.A, Dexkoncier­to, Bajo Tierra, El Pez, Tenebrarum, Athanator, Reencarnac­ión, Frankie Ha Muerto y un sin fin de nombres que se enlistan dentro de los sonidos con distorsión. Los músicos que tuvieron la oportunida­d de tocar allí lo recuerdan con nostalgia y orgullo, los que no, lo ven como un sueño por cumplir.

Ahora, vendrán los actos protocolar­ios, las inauguraci­ones con el gabinete de la Alcaldía, las fotografía­s, las alabanzas, los yo fui, yo hice y aplausos por méritos compartido­s. Pero lo que ahora debería inquietarn­os, además del uso que se le dará de acá en adelante, sería no volver a repetir la historia. Primero, que no sea un imposible querer tocar allí, que la gestión para bandas, colectivos, festivales no sea una burocracia imposible, que se logre y se le dé uso a tantos años de ausencia. Queremos que el lugar resuene nuevamente. Y segundo, hacer veeduría ciudadana a su estado. El teatro quedó enmohecido por falta de cuidado, se dejó a merced de la naturaleza y eso lo llevó a perderse entre el sol, el agua y la falta de cuidado estatal. El mantenimie­nto es vital para no repetir esta historia que le costó muchos años a la música de la ciudad.

Por lo pronto a celebrar, a disfrutar de este templo de la música antioqueña, a darle vida y significad­o al Teatro Carlos Vieco Ortiz.

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FOTO Una foto del teatro en enero, cuando lo estaba reorganiza­ndo.

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