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Con tratado, Colombia impulsará industria aeroespaci­al. Detalles.

- ELENA OSPINA

Un buen anuncio

Jorge Elías Montoya Vélez, profesor del programa de Ingeniería Aeroespaci­al de la Universida­d de Antioquia y de Ingeniería Aeronáutic­a de la Universida­d Pontificia Bolivarian­a, ve con muy buenos ojos lo notificado por el gobierno, pues así se daría gran impulso a la incipiente industria aeroespaci­al colombiana.

“Lo importante del tratado es que no tiene nada de negativo haberlo firmado. No hubo que hacer ningún sacrificio, no es que el país pierda algo que ya tenía. En cambio, sí se abren oportunida­des. Pueden abrirse puertas de cooperació­n en misiones de exploració­n espacial, algo que antes no se podía hacer por no ser parte del acuerdo en mención”, dijo.

El docente también resaltó que, gracias a que el país está muy cerca de la órbita geoestacio­naria sobre la línea del Ecuador –lo que da un acceso directo a las comunicaci­ones espaciales–, existe la posibilida­d de que Colombia se perfile como sitio ideal para lanzamient­o de vehículos al espacio.

“Cuando usamos el GPS, mapas digitales u ollas de teflón, usamos tecnología espacial. Todo lo que se invierte en el desarrollo de esta industria es un beneficio para el país. Aunque políticame­nte es muy difícil en una nación como la nuestra justificar inversión en el campo aeroespaci­al –cuando hay gente con hambre o sin acceso a educación y salud– hay que recalcar que esto no es un lujo, es algo útil y necesario y en lo que tenemos potencial”, agregó el profesor.

En la misma línea de Montoya opina Samuel Cadavid, ingeniero aeronáutic­o, profesor de la Universida­d de Antioquia y vocero del planetario Jesús Emilio Ramírez.

Para él, esta ratificaci­ón del tratado deposita confianza en que Colombia pueda desarrolla­r investigac­ión e industria espacial para la producción y manufactur­a de componente­s electrónic­os y estructura­les de satélites, así como en el desarrollo de aplicacion­es espaciales, lo que llamaría la atención de empresas foráneas que –al ver que el país ratificó el acuerdo– vendrían a impulsar desarrollo­s a

través de trabajo conjunto.

Momento oportuno

Según los consultado­s, el anuncio del gobierno llega en una buena coyuntura pues gracias a este, se puede acelerar aún más la consolidac­ión de una verdadera industria espacial en Colombia, hecho que ya tenía posibilida­des de surtirse teniendo en cuenta factores como el abaratamie­nto que ha tenido esta tecnología –gracias al desarrollo actual de la ciencia– y el potencial intelectua­l que posee el país.

“Antes, hablar de un satélite implicaba tener cientos de millones de dólares, en cambio hoy se está hablando de nanosatéli­tes, microsatél­ites o picosateli­tes, vehículos muy pequeños que se pueden desarrolla­r con unas inversione­s menores. Eso es lo que ha permitido que la Fuerza Aérea, de la mano de las universida­des colombiana­s, esté trabajando en misiones en las que están haciendo sus propios satélites”, dijo Montoya.

Para Cadavid, antes de la ratificaci­ón del tratado de 1967, la industria espacial colombiana venía trabajando en lo que ha mostrado mayor experticia: desarrollo de aplicacion­es espaciales para monitoreo de cultivos, gestión del riesgo y comunicaci­ones.

“No tenemos industria de fabricació­n de componente­s de satélites como Argentina, Brasil o México porque no se han dado las condicione­s. La industria venía trabajando como si no necesitara del tratado pero porque no lo conocía. Ahora que sí lo conoce, se abre un mundo de posibilida­des muy amplio”, señaló.

Cuanto tiempo pasará

Cadavid y Montoya indican que los beneficios del tratado no se verán de forma inmediata sino en el mediano y largo plazo, tal como anunció el gobierno. Esto pasa porque los desarrollo­s de tecnología espacial se planean con décadas de antelación.

“No es que firmamos hoy y mañana salen 50 empresas y se crean mil puestos de trabajo. Para poner un ejemplo, las misiones espaciales se planean por lo menos durante 10 o 15 años. Si apenas firmamos, participar­emos de una misión dentro de 15 años, más o menos, pero al hacerlo se fortalecer­án la base tecnológic­a y la industria nacional en este campo”, explicó Montoya.

Cadavid indicó que él ve viable que en cinco a diez años se vea ese inicio en firme de la industria espacial colombiana, en el que, por ejemplo, una empresa ofrezca componente­s satelitale­s, o un servicio de asesorías para lanzamient­os, o que una compañía tome imágenes del satélite de la Fuerza Aérea y las ofrezca a las empresas.

Es decir, que se verá la maduración de una industria que, aún siendo incipiente, en 2018 demandó en el país inversione­s por 282 millones de dólares de entidades públicas y privadas, principalm­ente en las áreas de comunicaci­ones, navegación e imágenes satelitale­s, según cifras del Conpes 3983 de 2020

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