El Colombiano

REPORTANDO DESDE UNA CÁRCEL: CUBA

- Por JORGE RAMOS redaccion@elcolombia­no.com.co

El periodista independie­nte Abraham Jiménez estaba en la azotea de su casa en La Habana tratando de conectarse para la entrevista con una videollama­da en su celular. La señal del teléfono es mejor allá arriba que encerrado en su cuarto.

Era lunes y la dictadura cubana estaba cortando intermiten­temente la señal de internet en la isla para que no saliera más informació­n y videos sobre las masivas protestas del día anterior. Fueron las más grandes desde el llamado “Maleconazo” en 1994. Pero esta vez había algo distinto: los jóvenes y los manifestan­tes saben cómo burlar la censura del gobierno a través de las nuevas tecnología­s y las redes sociales.

Abraham me describió lo que ocurrió el domingo 11 de julio en más de 50 lugares de la isla. “Estalló el hartazgo. El pueblo se cansó y salió a las calles… Es un país desabastec­ido de comida, de medicament­os. El sistema sanitario colapsó con la pandemia. Esto, más un aumento desmedido de la represión a los disidentes y a la sociedad civil ha hecho que el país estalle… Son imágenes que hablan de la molestia y la indignació­n de un pueblo que ha estado seis décadas sufriendo y aguantando este régimen. Y ha dicho basta”.

Los cubanos han perdido hasta el miedo.

Nos equivocamo­s si creemos que el problema en Cuba es solo por falta de vacunas o de alimentos. El problema central es la falta de libertad. Los videos que han inundado las redes sociales y retransmit­idos por medios como The New York Times y El

País de España muestran a gente que grita en las calles “Abajo la dictadura”.

Cuba es una dictadura desde 1959. Primero controlada por Fidel y Raúl Castro, y a partir de abril de este año por Miguel Díaz-Canel, como primer secretario del Partido Comunista de Cuba. Tiene el título de “presidente” desde el 2019 pero en realidad es un dictador/burócrata nombrado por dedazo por Raúl Castro en un país donde existe un solo partido político, donde hay prisionero­s de conciencia, donde reina una férrea censura de prensa y donde no se tolera ningún tipo de disidencia.

Cuba es la dictadura más vieja de nuestro continente y es triste escuchar a latinoamer­icanos que piden democracia para sus países pero no para los cubanos. Cuba no es ningún punto de referencia. Como política de Estado ninguna democracia debe aspirar a ser como Cuba.

Estas protestas libertador­as en Cuba no salieron de la nada. El valiente Movimiento San Isidro las precedió y hasta tiene una canción –Patria y Vida– que ha sido prohibida en las estaciones de radio oficiales. El nuevo gobierno de Joe

Biden en Estados Unidos –país que ha mantenido un embargo comercial de décadas en contra de la isla– no tiene como objetivo un acercamien­to cultural y diplomátic­o con Cuba como ocurrió durante la presidenci­a de Barack Obama.

“El momento político que existió bajo Obama es uno que en este momento no existe”, me dijo en una entrevista en febrero Juan González, el encargado del hemisferio occidental en el Consejo Nacional de Seguridad Nacional. “El presidente (Biden) ha dejado muy claro que los derechos humanos serán centrales en cualquier conversaci­ón, no importa el país”. Y en Cuba todos los días se violan los derechos humanos.

Si creemos que la historia se repite, se pierde la esperanza. Y esta vez hay algo nuevo en Cuba que no existió durante otros movimiento­s de cambio: la internet. Sé que la llamada “primavera árabe’, empujada con celulares y redes sociales, no culminó con la democratiz­ación de los países donde se llevó a cabo. Pero en Cuba se han abierto espacios que ya no puede controlar el Estado y que se están llenando de voces rebeldes.

¿Cómo se hace periodismo independie­nte en Cuba? le pregunté a Abraham, quien reporta como periodista sobre la isla desde el 2016 y es fundador de la revista digital El Estornudo (revistaele­stornudo.com). “Yo vivo en riesgo y he aprendido a sobrelleva­r ese temor. Es una locura. Todo el tiempo estás vigilado. Te llevan a interrogat­orio. Los sitios en los que publicas están bloqueados por el régimen. Te golpean. Uno tiene que aferrarse a la responsabi­lidad de contar este país. Si no lo contamos nosotros, la gente va a seguir creyendo que esto es un paraíso cuando es una cárcel”

Los cubanos han perdido hasta el miedo. Nos equivocamo­s si creemos que el problema en Cuba es solo por falta de vacunas o de alimentos. El problema central es la falta de libertad.

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