El Colombiano

EL HOMBRE, LA MUJER Y LA VACA

- Por DIEGO ARISTIZÁBA­L desdeelcua­rto@gmail.com

El libro estaba ahí, en el anaquel empolvado del anticuario. Como muchas de las cosas valiosas, un montón de artículos inútiles lo cubrían. Luego me quedé pensando que en el fondo no hay nada inútil, siempre alguien quiere eso que uno desprecia o descarta, más en un anticuario. Eso pasa con los libros, de otra forma, ese librito precioso, esa primera edición de “El hombre, la mujer y la vaca” (editorial Bedout, 1960), de mi siempre admirada Rocío Vélez

de Piedrahíta, no me hubiera costado sino tres mil pesos. Tres mil pesos que pagué no sin dejar de pensar que quien me había dado el precio se había equivocado y saldría detrás de mí para decirme el valor justo, con la vergüenza propia de su error.

Y es que esta primera obra de doña Rocío, perdón, de Rocío, como ella me dijo una vez que le dijera porque en su cédula no aparecía el “doña”, es un cuento que estaría muy bien leerse y releerse en estos tiempos donde existe la intención de ver las cosas distintas. Y claro que es “un cuento desagradab­le”, como bien subtitula su historia, porque me imagino la cara que habrán puesto muchos hombres y mujeres cuando se publicó por primera vez. Lástima que nunca le pregunté por el detrás de, con seguridad quedaron anécdotas. Rocío Vélez de Piedrahíta fue una escritora que retrató muy bien su tiempo y el entorno antioqueño, las condicione­s de la mujer que conoció y estudió.

“El hombre, la mujer y la vaca”, que se lee en un suspiro doloroso, es un cuento que, incluso hoy, pone el dedo sobre la llaga si hablamos del papel que ocupa la mujer en la sociedad. La historia, en un principio, recurre a esa frase que Musset le dedicó en un soneto a Víctor Hugo: “En este bajo mundo es preciso amar muchas cosas, para saber al fin cuál es la que nos gusta más”, luego, nos damos cuenta de que eso amado puede traer a cuesta muchísimos sacrificio­s, incluso egoísmos. Pero por ahora no digamos más al respecto, este tema amerita una columna solita. Me quiero detener en el dilema de fondo que no sé cuántos resolverán sin dudarlo. ¿Si tuvieran que salvarle la vida a una vaca Holstein o a una mujer, ambas a punto de parir, a quién elegirían?, les aseguro que para muchos la respuesta no es fácil, más en el contexto donde nos sumerge la autora, más cuando no pocos piensan “que las mujeres no valen, sino que cuestan”. ¡Qué falta hace esa mujer enorme que fue Rocío Vélez de Piedrahíta!

“El hombre, la mujer y la vaca”, que se lee en un suspiro doloroso, es un cuento que, incluso hoy, pone el dedo sobre la llaga si hablamos del papel que ocupa la mujer en la sociedad.

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