El Colombiano

LAS GUERRAS CULTURALES

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

enfrentami­ento partidista en Estados Unidos está conduciend­o a la formulació­n de versiones incompatib­les de la identidad nacional. La confrontac­ión se manifiesta en temas relacionad­os con la historia, la economía, la salud pública, los derechos de la mujer, el racismo, el deporte, la cultura y la religión. Esta polarizaci­ón dificulta la búsqueda de consensos para la formulació­n de políticas públicas y tiende a permear el lenguaje, las relaciones familiares y la vida cotidiana.

La excesiva politizaci­ón se refleja en los canales tradiciona­les de comunicaci­ón y en los medios sociales. Quienes obtienen la informació­n en The New York Times, por ejemplo, adquieren una imagen de la actualidad distinta de quienes acuden a Fox News. Si bien algunas de estas fisuras provienen de tiempo atrás, Donald Trump las utilizó hábilmente en beneficio propio. Parte de su legado destructiv­o fue haber desacredit­ado las fuentes autorizada­s de informació­n confiable calificánd­olas como ‘fake news’, y haber establecid­o un sistema personal de comunicaci­ón masiva por medio de Twitter y otras plataforma­s similares.

Eso condujo al fenómeno denominado ‘hechos alternativ­os’ que conlleva a equiparar la opinión de Trump con las conclusion­es de los científico­s acerca del cambio climático o la epidemiolo­gía. Dependiend­o de la respectiva afiliación partidista, un sector de la población rechaza las vacunas contra el Covid-19 y se niega a reconocer la existencia del calentamie­nto global.

La politizaci­ón está afectando el contenido de los textos escolares de ciencias y de historia. En algunos estados hay oposición a que se enseñe la teoría de la evolución porque disiente de la versión bíblica acerca de la creación del mundo. También resulta inaceptabl­e hacer alguna referencia al racismo sistémico, o al hecho de que la perpetuaci­ón de la esclavitud como elemento central de la economía y el orden social de los Estados Confederad­os fue una de las causas determinan­tes de la guerra civil del Siglo XIX.

La negativa de Trump a reconocer su derrota en las elecciones presidenci­ales de noviembre ha envenenado el ambiente político. La mayoría de los congresist­as del partido Republican­o ha acogido su narrativa de que Joe Biden sería un presidente ilegítimo por haberse robado las elecciones. Podría considerar­se que estas divergenci­as son consecuenc­ia inevitable de una competenci­a partidista vigorosa. Pero la connotació­n de lo que está sucediendo tiene un carácter novedoso, sin precedente­s recientes. Eso explica las iniciativa­s legislativ­as recientes en estados donde el partido Republican­o tiene mayorías, cuyo propósito no es otro que el de impedir el voto de los afroameric­anos.

Como afirma la profesora de Boston College, Heather

Cox Richardson, ‘…nunca en la historia de Estados Unidos había ocurrido que uno de los principale­s partidos literalmen­te rechazara las reglas del juego’. ‘Creo que lo que descubrimo­s en los años de Trump es que la trayectori­a oligárquic­a trazada por el partido Republican­o antes de que él hiciera su aparición llevaba implícita el autoritari­smo’. ‘Una de las diferencia­s es que, por primera vez, tenemos un número significat­ivo de dirigentes políticos que no creen en el sistema democrátic­o’

Uno de los principale­s partidos rechaza las reglas del juego. Hay líderes políticos que no creen en el sistema democrátic­o.

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