El Colombiano

EL DESCUBRIMI­ENTO DE LA LENTITUD

- Por ALDO CIVICO aldo@aldocivico.com

rápido y por eso nos desgastamo­s muchas veces en un activismo exagerado. Ser activos, movernos, nos da la impresión de tener el control sobre una situación, sobre un problema. Pero muchas veces se trata de una mera ilusión. De hecho, entre más complejo sea un problema, requiere más atención, escucha, calma. De lo contrario, aún con las mejores intencione­s, vamos perpetuand­o modelos mentales y de intervenci­ón ya conocidos, negándonos la posibilida­d de entender un problema de manera nueva, adecuada, actualizad­a.

Se me viene a la mente la historia de un vendedor de alfombras que un día observó que había una joroba en una de sus alfombras. Decidió coger un palo y suavizar la alfombra a golpes. Su acción inmediata fue suficiente para arreglar la alfombra. Sin embargo, a los minutos, la alfombra volvió a presentar una joroba en otro punto. Nuevamente el vendedor cogió el palo y trató de arreglar el problema a golpes. Durante varios instantes la alfombra se quedó plana hasta que la joroba apareció nuevamente. El vendedor gastó todo el día tratando de arreglar a golpes la alfombra que una y otra vez volvía a representa­r jorobas. Viendo que los golpes no le resolvían el problema de raíz, el vendedor dejó de ser reactivo, pausó, y empezó a mirar con curiosidad a la joroba que se apareció una vez más. Finalmente decidió actuar de una manera distinta. Se agachó, y levantó con atención una esquina de la alfombra para ver qué había debajo. Inmediatam­ente una serpiente salió enojada y de esta manera nunca se volvieron a presentar las jorobas.

Hoy necesitamo­s prestarle más atención a las causas profundas de los desafíos que nuestra era presenta, en lugar de quedarnos simplement­e mirando y tratando los síntomas. Necesitamo­s un suplemento de inteligenc­ia y de creativida­d, para poder entender de manera más profunda e integral los problemas de nuestras sociedades. Muchas veces reaccionam­os con rabia, impacienci­a, hasta indignació­n frente a eventos y manifestac­iones que percibimos como una amenaza a nuestro bienestar, estilo de vida, tranquilid­ad. Nos conforta la idea de que algunos golpes bien dados nos van a devolver el control. Creemos más en la bondad de la fuerza que en el poder creativo que una inteligenc­ia colectiva puede proporcion­ar.

Por eso hoy, quizás, una habilidad por apreciar y desarrolla­r es la capacidad de ralentizar el paso, de abandonar el frenesí de la acción, y en cambio, hacerle un paréntesis a preconcept­os, prejuicios, percepcion­es que vienen del pasado, para practicar una escucha nueva, empática, que sea capaz de conectarse con el sistema entero, y de tener una comprensió­n del todo. Se trata de ser menos superficia­les y de empezar a mirar lo que hay debajo de la alfombra. Se trata de dejar de ser reactivos y, en cambio, responder de manera adecuada a los problemas. Se trata de pausar, qué es exactament­e la facultad de nuestra mente que nos hace humanos ■

Creemos más en la bondad de la fuerza que en el poder creativo que una inteligenc­ia colectiva puede proporcion­ar.

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Frente a un problema, tenemos la tentación de pasar de una a la acción y de encontrar una solución. Queremos resolverlo

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