El Colombiano

La persona del empresario”

- CAMILA DÍAZ

mites de Cortés. Cuando este se lo solicitaba, el empresario miraba la forma de atender su pedido con recursos propios o a través de sus organizaci­ones. De la misma forma ha correspond­ido a decenas de colombiano­s que han conocido esa faceta humana por la cual el expresiden­te del grupo se ha hecho merecedor de elogios y reconocimi­entos.

Lo avalan no solo los hechos públicos, como la creación de la fundación Bolívar Davivienda, sino otros programas que ha liderado, como las donaciones que les han brindado a decenas de municipios en diferentes puntos del país a través de la entrega de recursos a los gerentes de las sucursales para que estos, a su vez, las dirijan a entidades sin ánimo de lucro que demuestren su compromiso en la lucha contra la desigualda­d.

Uno de sus actos de bondad más recientes lo tuvo como protagonis­ta en la isla de Providenci­a, donde la Constructo­ra Bolívar hizo parte de un grupo de empresas que decidieron, sin costo, acompañar al Gobierno nacional en la atención de los daños causados por el huracán Iota, donando materiales y el transporte para la reconstruc­ción de viviendas.

Un líder distinto

Para Cortés, es imposible referirse al empresario y desligarlo de la persona. “El presidente de una organizaci­ón sigue siendo un individuo mientras la dirige, y como empresario uno tiene mucha receptivid­ad en muchos sectores y muchas partes del país”.

Le parece ilógica esa división de facetas, pues como persona supo utilizar los medios que tenía a su disposició­n para favorecer todos los programas en que pudiera orientar el desarrollo del país y de sus ciudadanos.

Nunca pensó que sus acciones en favor de los demás le fueran a representa­r dinero o notoriedad, en cambio lo hizo porque “sencillame­nte uno debe apoyar a los demás cuando eso es posible”.

Por eso, ni a Gildardo García, su ídolo ajedrecíst­ico, ni a tantas otras personas, como algunos tenistas o un miembro de su organizaci­ón, les negó su ayuda y buscó los recursos para apoyarlos, a modo personal o corporativ­o.

“Yo ayudaba independie­ntemente de si conocía o no a la persona. Uno tiene que tender dentro de su condición, un sentido de solidarida­d con todos los semejantes”, concluye.

El sentido humano cabía en todas sus manifestac­iones. Por eso entendía perfectame­nte que todos y cada uno de los integrante­s de su equipo debían atender la faceta empresaria­l y la familiar. Es otra de sus maneras de demostrarl­es amor a quienes lo rodean.

En ese comportami­ento influyó mucho el haber padecido durante casi una década de la enfermedad conocida como Guillain-Barré, un síndrome que afecta al sistema nervioso que padeció alrededor de sus cuarenta años.

Vivir esa situación compleja en su existencia le permitió identifica­rse quienes acudían a él en busca de apoyo para superar adversidad­es, tal como él lo requirió en algún momento de su enfermedad. Una demostraci­ón de su generosida­d sin límites, de la cual muchos colombiano­s han sido testigos y que ha provenido de un ser mesurado, bondadoso y al que le nace extenderle su mano a quienes más lo necesitan

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FOTO- José Alejandro Cortés ya tiene 90 años.

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