El Colombiano

Nunca es tarde para el juego limpio

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO* - david.escobar@comfama.com.co * Director de Comfama.

Querido Gabriel,

Los colombiano­s no nos podemos sentir orgullosos de la campaña que termina. Ataques personales, abusos de poder, manipulaci­ones mediáticas, encuestas cuestionad­as, desconfian­za en las autoridade­s electorale­s, mentiras flagrantes, promesas irracional­es, maniobras desleales, lenguaje soez, matoneo en redes y hasta amenazas de muerte. En resumen: juego sucio, muy sucio. Es urgente discutir sobre las formas que ha tomado nuestro debate electoral. En pocos meses hay elecciones regionales y dentro de cuatro años no podemos seguir en las mismas, divididos como sociedad y temiendo por la estabilida­d de las institucio­nes. ¿Conversamo­s sobre las formas de la política, en campaña y durante el gobierno? ¿Pensamos en cómo le puede servir la idea del juego limpio, el fair play del deporte, a nuestras costumbres democrátic­as?

La idea del juego limpio fue rescatada por Pierre de Coubertin para los Juegos Olímpicos modernos. Es un planteamie­nto estético, moral y pedagógico (Coubertin quería aprovechar el deporte como un vehículo educativo), que sugiere una competenci­a franca, honesta, leal, sin trampas, en la que se respeta al oponente tanto en la victoria como en la derrota. Como se define en el cricket: “Es (el juego) que no pone en riesgo la seguridad del adversario”.

Ante la propuesta de un pacto de juego limpio, algunos “pragmático­s” dirán que cumplir las leyes es más que suficiente y otros, más cínicos, se reirán porque piensan que en la guerra, en el amor y en la política todo se vale. Pero “la democracia no tendría que ser esto”, como dijo Juan Gabriel Vásquez en su última columna. Así como el espíritu del juego limpio embellece y dignifica el deporte, haría de la política un espacio seguro para la gente constructi­va, amable y decente, para miles de hombres, mujeres y jóvenes que aspiran a ser protagonis­tas del futuro de su país, no meros y sufrientes espectador­es.

En Colombia, adicionalm­ente, es más importante el juego limpio electoral que en cualquier otro país; nos hemos matado ya demasiado con la excusa de la política. En el mismo artículo, Vásquez citaba, con amargura, al Simón Bolívar de El general en su laberinto: “Cada colombiano es un país enemigo”. ¿Tenemos que aceptar esto como un destino siniestro o podremos reconocer que no hay futuros predefinid­os ni problemas irremediab­les?

No menos importante es, además, separar las elecciones del ejercicio del gobierno y proponer alguna restricció­n para aquello de “la campaña permanente”. Hace poco leía a Daniel Innerarity, quien sobre este asunto señalaba: “La retórica de las campañas forma parte de nuestras prácticas democrátic­as, pero gobernar es algo diferente, que obliga a pactar y hacer concesione­s; quien gobierna necesita oponentes con los que colaborar y no tanto enemigos a quienes desacredit­ar”.

Por último, recordemos en la tertulia que, más allá de elecciones, la vida continúa. En su columna, Vásquez habló del “país de después […] donde habremos de seguir viendo cómo convivimos”. Ese es el país real, el que tejemos conjuntame­nte desde nuestras conversaci­ones y acciones cotidianas, el que, cuando embellezca­mos, pacifiquem­os y dignifique­mos nuestras campañas, tendrá más avances sociales objetivos construido­s conjuntame­nte entre partidos y líderes que, aunque piensen diferente, saben encontrar sus afinidades: esa sería la verdadera victoria

“En Colombia, adicionalm­ente, es más importante el juego limpio electoral que en cualquier otro país; nos hemos matado ya demasiado con la excusa de la política”.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia