El Colombiano

Moscú-Pekín, el nuevo Eje

- Por LLUÍS BASSETS - redaccion@elcolombia­no.com.co

A los imperios no les gustan las alianzas permanente­s. Prefieren repartirse el botín de las guerras y el mundo en áreas de influencia. Le sucedió a Estados Unidos con la Alianza Atlántica, imaginada desde los instintos más imperiales como exclusivo instrument­o, quizás coyuntural, para dominar a Europa y frenar a la Unión Soviética.

Las alianzas imperiales se piensan desde la sumisión de los aliados o desde la confluenci­a estratégic­a pero circunstan­cial con otros imperios. Así sucedió entre Berlín, Roma y Tokio en el Pacto Tripartito de 1940 con el que coordinaro­n sus esfuerzos bélicos y sus ambiciones sobre Europa, el Mediterrán­eo y Asia, respectiva­mente. Y así está sucediendo ahora entre Moscú y Pekín, nuevo Eje de la guerra mundializa­da que estamos sufriendo.

Vladímir Putin y Xi Jinping son la pareja geopolític­a de moda. Comparten ambiciones imperiales e idénticos adversario­s que se oponen a sus apetencias expansioni­stas en Europa y en Asia. El cumpleaños del presidente chino, 69 años, unos meses mayor que el ruso, ha sido ocasión para que este nuevo Eje se reafirmara en sus propósitos compartido­s, respecto a la soberanía, la seguridad y, según el comunicado oficial, “las cuestiones que más les preocupan”.

Su conversaci­ón de cumpleaños es la respuesta al tren nocturno que condujo a Macron, Scholz y Draghi a Kiev, donde Ucrania recibió el espaldaraz­o a su candidatur­a europea. El Eje tiene respuestas para todo: una semana antes de la cumbre de la OTAN en Madrid, Pekín celebrará la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), resucitado­s coyuntural­mente de su marasmo, aunque solo vía video. A excepción de Rusia y China, los BRICS son ahora sinónimo de quienes miran los toros desde la barrera, a la espera de los beneficios que puedan sacar de la sangre vertida en la plaza.

La idea que Xi y Putin tienen de la soberanía y de la seguridad es la misma. Imperiales y con pretension­es de hegemonía que desbordan sus fronteras. Las rusas se extienden sobre el espacio ex soviético e incluso la entera Europa. Las chinas sobre Taiwán y el Mar de la China Meridional, es decir, el continente asiático. Ambos quieren echar a Estados Unidos de su vecindario y someter a sus vecinos al papel que tuvo Finlandia en la Guerra Fría. Esas dos autocracia­s no soportan el espejo de la democracia y temen su mal ejemplo, especialme­nte cuando crece demasiado cerca.

Al alimón trabajan por un nuevo orden mundial autoritari­o. Pero saben también que las guerras suelen cobrarse las víctimas más altas en la retaguardi­a. Putin se juega su presidenci­a vitalicia y Xi su tercer mandato, que debe renovarse este próximo otoño y ya empieza a suscitar dudas en Pekín. Para ambos esta es la cuestión más preocupant­e y de ahí que se sientan hermanados en sus propósitos de perpetuars­e en el poder ■

“Putin y Xi son la pareja geopolític­a de moda. Comparten ambiciones imperiales e idénticos adversario­s que se oponen a su expansioni­smo”.

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