El Colombiano

Gobierno desengavet­ó la regasifica­dora del Pacífico

Upme sacó a comentario­s proyecto de resolución que buscaría revivir una obra que es cuestionad­a por la Dimar, Armada Nacional y la Contralorí­a.

- Por ALFONSO LÓPEZ SUÁREZ

La Nación no quita el dedo del renglón en su intención por desarrolla­r el megaproyec­to de la regasifica­dora del Pacífico.

Así, la obra vuelve y juega, ya que en días pasados la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), con el aval del Ministerio de Minas y Energía, publicó para comentario­s hasta la semana del 26 de junio, el proyecto de resolución con el que busca desengavet­ar la megaobra.

El proyecto, que tiene una inversión superior a los US$700 millones, centra el desarrollo de su infraestru­ctura en la planta de regasifica­ción y el gasoducto entre Buenaventu­ra a Jumbo, tubo que en este punto se conecta al Sistema de Transporte Nacional (STN) que abastece al país de gas natural.

“Las modificaci­ones con respecto al primer pliego y al anterior proceso están más por el lado regulatori­o y en cómo se va a remunerar el proyecto. Después de haber escuchado a los inversioni­stas interesado­s se ajustaron los términos de referencia, y se espera que resulte uno o varios interesado­s en desarrolla­r la infraestru­ctura. La idea es dejar andando el proyecto antes de que se finalice el actual Gobierno”, señaló Diego Mesa, ministro de Minas y Energía.

El funcionari­o recalcó que el objetivo de la regasifica­dora es brindar confiabili­dad y respaldo en la oferta del gas natural para el territorio nacional. “Ofrecer el combustibl­e en firme, tanto en transporte, como en suministro y distribuci­ón

para el occidente y sur occidente del país”, dijo.

El éxito final del megaproyec­to corre por cuenta del gasoducto que es la obra anexa de vital importanci­a para la operación de la planta. Su desarrollo debe cumplir con la normativid­ad ambiental, y previo con la etapa de consulta previa con todas las comunidade­s.

Así mismo, la financiaci­ón del proyecto correría por cuenta de la remuneraci­ón de la demanda en el país, es decir, los colombiano­s de todos los estratos asumirían los costos de su desarrollo. Se estima que entre un 80% y 90% del mercado no residencia­l tendría a su cargo costos para el montaje de la regasifica­dora, mientras que del 10% al 20% estaría en manos del residencia­l.

Para la Contralorí­a General el montaje de la planta y el gasoducto, derivarían en un impacto tarifario para los usuarios de gas en el país, con un incremento del 32% en tres años.

Según el ente de control,

para un usuario residencia­l no subsidiado con un consumo de 15 metros cúbicos (tarifa de $28.800), la entrada en operación de la planta implicaría pagar hasta $38.000 mensuales.

“En tarifas, es difícil hablar en números exactos. Y la fórmula depende en gran medida de la generación, precio y transporte del energético, variables que cambian mucho por la misma dinámica de los precios internacio­nales del petróleo”, explicó el ministro Mesa.

Para la Nación, el desarrollo de la regasifica­dora del Pacífico no solo es vital para el país desde el punto de vista de confiabili­dad y competitiv­idad para el abtastecim­iento del combustibl­e en el Occidente y Surocciden­te del país, sino también en materia de respaldo en la oferta.

“La gran apuesta es incrementa­r las reservas de gas natural en el largo plazo, y los campos gasíferos que se entregaron para desarrollo (exploració­n y producción), hasta dentro de 10 o 15 años estarán en plena producción comercial, entonces mientras llega este combustibl­e, la planta regasifica­dora entraría a respaldar la oferta de gas para cubrir la demanda”, subrayó el alto funcionari­o.

Los pecados de la obra

El segundo intento por sacar adelante la regasifica­dora no borra los tres inconvenie­ntes para el desarrollo de la obra.

El primero tiene que ver con el trazado del gasoducto para transporta­r el combustibl­e desde Buenaventu­ra hasta una sub-terminal receptora en el municipio de Yumbo (Valle del Cauca).

EL COLOMBIANO pudo establecer con fuentes de la Upme que su trazado atraviesa no una, sino varias zonas complejas por temas de orden público. Ahí radicaría el verdadero obstáculo para el montaje del tubo y de la misma planta, ya que no habría modo de llevar el gas desde el puerto hasta Yumbo. Y los costos se elevarían si se transporta el energético por tierra desde Buenaventu­ra.

El segundo inconvenie­nte tiene que ver con dos cartas, una de la Dirección General Marítima (Dimar) y la otra de la Armada Nacional, en las que se exponen argumentos que harían inviable el proyecto.

En su misiva, la Dimar explica de manera técnica a la Upme que las dimensione­s actuales del canal interno de Buenaventu­ra no son las más óptimas para la navegación segura del buque tipo Qmax, debido a que el ancho de este corredor es menor al requerido.

Por su parte, la carta de la Armada Nacional expone las inconvenie­ncias del proyecto “ya que la planta se ubicaría a 500 metros de los batallones de infantería de marina 21 y 25, y la Estación de Guardacost­as, con un riesgo mayor para el personal militar y civil que allí labora, ya que además de los alojamient­os hay almacenes de combustibl­es, explosivos y depósitos de munición”.

Y la tercera problemáti­ca tiene que ver con la necesidad real de la importació­n y el valor del combustibl­e que se compra en el mercado internacio­nal.

Al respecto, Jorge Linero, directivo de Canacol Energy señaló que el gas importado cuesta el doble del nacional ( US $ 6 - US$ 7 vs US$ 14 /mbtu), así que el precio estimado para el consumidor de Bogotá pasaría de US$ 7,5 a US$13,5 /mbtu

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FOTO CORTESÍA La regasifica­dora del Pacífico tendría las mismas caracterís­ticas de la regasficad­ora de Barú (foto) que opera la Sociedad Portuaria el Callao (Spec).

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