Nelson ganó la pelea para decidir sobre su muerte
Un líder social de Caldas es el segundo caso público en Antioquia de un paciente no terminal en acceder a la eutanasia.
El 17 de marzo, fiel al carácter fuerte que siempre lo caracterizó para defender los derechos de los ciudadanos y en particular de la población con discapacidad, Nelson Estrada Cárdenas hizo pública una denuncia ante Procuraduría por trato negligente de los funcionarios del Tránsito Sabaneta a personas con discapacidad.
Dos días después salió juicioso a votar en la segunda vuelta presidencial y se zampó una buena comida junto a su familia mientras alardeaba la felicidad de saber que era su penúltimo día.
Al día siguiente, dichoso y decidido, caminó desde su casa hasta el carro que lo llevaría a encontrarse con su anhelada muerte, mientras su familia y amigos lloraban y reían, sosteniendo velas blancas en sus manos.
El lunes 20 de junio, a las 7:40 de la mañana, Nelson recibió la eutanasia por la que luchó durante 15 años, y se fue a descansar, tras una vida pródiga de 65 años en la que nunca ahorró esfuerzo ni tiempo para ayudar a la comunidad del municipio de Caldas y el sur del Valle de Aburrá.
Nélson sufría una enfermedad degenerativa llamada polineuropatía desmielinizante crónica. Esto, según cuenta Ferney Estrada –uno de sus siete hermanos– le produjo pérdida de la hemoglobina en la sangre, lo que le causó daños en el sistema nervioso central y muscular y desencadenó problemas de movilidad y dolores intolerables.
Ferney recuerda que en 2015, cuando se aprobó la ley de eutanasia, su hermano comenzó las diligencias para poder decidir los términos de su muerte. Llevaba cerca de siete años padeciendo los estragos progresivos de su enfermedad. Y mientras peleaba contra el Estado y el sistema de salud para acceder al derecho de morir dignamente, no dejó de pelear por las personas con discapacidad.
En su labor como veedor de las políticas para la población discapacitada apoyó a muchas personas con el trá
mite para acceder a sillas de ruedas, muletas y prótesis, a través de acciones de tutela.
Con el paso de los años, las trabas del sistema de salud se hicieron más difíciles de sortear, hasta que la sentencia C233, de la Corte Constitucional eliminó en octubre del año pasado la barrera para que pacientes con enfermedades terminales no agudas accedieran a la eutanasia.
El día que finalmente le avisaron que había vencido los obstáculos que le impusieron durante siete años fue el único momento en que lloró. De resto todo fue alegría.
El adiós
A las 7:00 de la mañana de ese lunes festivo, en la Clínica Neurológica de Antioquia en Medellín, comenzó el procedimiento que tardó cuarenta minutos. Nelson tenía su som
brero puesto y la lucidez para despedirse de sus papás, de sus siete hermanos y sus tres hijos. Ellos, comenzando por su mamá, de 84 años, y su padre, de 86 años, no solo respetaron su decisión sino que la apoyaron de forma irrestricta.
El de Nelson es el tercer caso que se conoce públicamente en Colombia de un paciente no terminal que se somete a eutanasia, tras Víctor Escobar y Martha Liria Sepúlveda, que estuvieron cargados de polémicas mediáticas antes de poder realizarse, a principios de enero pasado.
El caso de Nelson es significativo por los cientos de mensajes de ciudadanos y figuras políticas de los municipios del sur del Valle de Aburrá que expresaron públicamente su apoyo a la decisión que tomó el líder social. Esto es importante por varias razones.
Primero poque ratifica las cifras del Colombia Opina de Invamer que concluyó que el 72,5% de las personas en el país están a favor de la eutanasia. Segundo, confirma a Antioquia como el departamento con mayor apertura a la eutanasia. En Medellín se practica el 50% de todas las eutanasias realizadas en Colombia (96 procedimientos), seguido por Bogotá, que acoge el 32,6% de los procedimientos, de acuerdo con Minsalud.
En la capital antioqueña, a partir de 2021, los procedi
mientos aumentaron en más de un 85% frente al total de casos acumulados entre 2015 y 2021.
De manera que, a pesar de ser una región ampliamente conservadora, Medellín es, junto con la capital del país, las ciudades con mayor acceso a información, herramientas y recursos que facilitan las solicitudes y trámites de procedimientos eutanásicos, según el Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Desclab.
Sin embargo, Desclab sostiene que incluso en estas ciudades persisten once barreras plenamente identificadas que impiden el acceso a una muerte digna de los pacientes, tanto los terminales como los que tienen enfermedades degenerativas no curables.
Por eso antes de subirse al carro Nelson rindió homenaje a su lucha. “Yo me aplaudo, yo me felicito por pelear contra esos monstruos, contra esos abogados...”. Pidió a la ciudadanía no dejar solos a los pacientes de enfermedades degenerativas en su batalla ante el sistema de salud por tener una vida digna hasta el último minuto