Petróleo y carbón
En Colombia, de cara al cambio de gobierno, están abiertos varios interrogantes enormes y tal vez uno de los más grandes es qué va a pasar con el petróleo, la minería y el carbón ahora que Gustavo Petro estará al mando. Petro, en campaña, equiparó el petróleo y el carbón con la cocaína, anunció que frenaría los nuevos contratos para la exploración de crudo y dijo que no era partidario de la gran minería a cielo abierto.
Y a un grupo de productores de carbón metalúrgico de Boyacá le dijo que si llegaba a la Presidencia, les compraría la producción de carbón, equivalente a cinco millones de toneladas al año, para guardarla.
Lo que pasó la semana pasada con los precios de las acciones de Ecopetrol y de compañías mineras es reflejo de esa incertidumbre. La acción de Ecopetrol se desplomó 27 %, al pasar de 2.760 pesos a cerca de 2.000 pesos, a pesar de los extraordinarios resultados de la empresa en ingresos y utilidades. En apenas una semana, perdió 25,6 billones de pesos de su valor en bolsa, al caer de 113,5 billones a 87,9 billones. Aunque el viernes recuperó 6,7 % en bolsa. Por su parte, la acción de la compañía Mineros retrocedió 15 %.
Es cierto que en campaña se dicen muchas cosas que a veces luego no se hacen realidad en el gobierno. Pero también es cierto que un gobernante se tiene que cuidar más que nadie del impacto de lo que dice. De hecho, a Petro ya le había ocurrido. Semanas antes de asumir como alcalde de Bogotá dijo en una entrevista que pensaba fusionar la Empresa de Energía de Bogotá con la Empresa de Teléfonos, y la acción de la EEB se descolgó de tal forma que tuvieron que suspenderla tres días en la bolsa de valores y al final de cuentas en su alcaldía no hizo lo anunciado.
Como presidente electo se refirió al tema en su entrevista con la revista Cambio. Y sobre ambos temas habló no solo de manera muy matizada sino que dijo: “Nosotros seguiremos exportando petróleo. Es más en mi gobierno seguiremos exportando más carbón, paradójicamente, porque por la guerra de Ucrania van a seguir demandando más carbón”. Menos mal. Porque para Colombia este sector es una fuente de ingresos significativa. Hoy se vive un boom con el precio de estas dos materias primas. En el caso del petróleo, se ha mantenido por encima de los 100 dólares, mientras que el carbón, que hasta hace un par de años estaba por el suelo, con precios de 50 dólares por tonelada, ha llegado a dispararse hasta casi 400 dólares. Estos dos productos representaron el año pasado el 46 % de las exportaciones, con 19.166 millones de dólares, y así se logró que el descuadre en las finanzas públicas no fuera más grande después de la pandemia.
Es cierto que el mundo está empeñado en sustituir paulatinamente las fuentes de energía contaminante, que son responsables del calentamiento climático. Muchos países se fijaron como plazo el 2050 para alcanzar la neutralidad en carbono, es decir, lograr un balance cero entre las emisiones contaminantes y las acciones para lograr la captura de carbono. Colombia está entre esos países y el gobierno del presidente Iván Duque no solo anunció el compromiso del país de ser carbono neutral para esa fecha, sino que emprendió un ambicioso programa de energías renovables no convencionales (eólica y solar) que ha sido aplaudido y reconocido por autoridades en el mundo.
La noticia ahora es que, ante el impacto de la invasión rusa a Ucrania, algunos países europeos están considerando retrasar sus planes de descarbonización y están demandando más estos energéticos tradicionales, lo que ha empujado los precios al alza. Alemania decidió volver a prender sus plantas de carbón ante el desabastecimiento del gas ruso. China, el principal productor mundial y consumidor de carbón y uno de los principales importadores, está demandando más mineral, disparando los precios.
A veces hay mucho discurso y poco interés en retratar la realidad tal y como es. Cabe recordar que ya Colombia tiene una de las matrices energéticas más limpias del planeta, si se considera que el 70 % corresponde a fuentes hídricas y menos del 30 % a generación térmica —plantas alimentadas con gas natural, carbón y combustibles líquidos—.
Hay que seguir en la ruta de buscar menos contaminación, pero también hay que aprovechar estos recursos minero-energéticos que el mundo está demandando. No se puede satanizar un sector que ha reportado tantos ingresos, que ha sido el financiador de una gran parte de los programas sociales, y acabarlo de la noche a la mañana
“La semana fue dura para Ecopetrol, que sufrió una caída del 20 % en el valor de sus acciones. Ahora el presidente electo ajusta su discurso y dice que `seguiremos exportando petróleo y más carbón' ”.
³El empobrecimiento crea desapego al sistema, deteriora la convivencia y fomenta el rencor. Es el caldo de cultivo de la conflictividad social”.
En su columna del diario La Vanguardia de Barcelona, escribe sobre una nueva clase social, la de los vulnerables, que surge a partir del alza en los precios, lo que golpea directamente a la clase media.