El Colombiano

Países en quiebra

- Por HUMBERTO MONTERO - hmontero@larazon.es

La desidia de los rusos, por mantener en el cargo a un ególatra y cleptócrat­a, va camino de dejar por el camino un reguero de pobreza como no se veía desde el “crack” del 1929. Todo porque, al golpe de una pandemia de que nadie se ha recuperado plenamente, se le unen los delirios de grandeza de un déspota que tiene las horas contadas, a tenor de cómo le va el frente y la economía. Por culpa de su invasión a Ucrania, que al menos ha logrado reforzar como nunca a la Unión Europea y a la Otan, muchos países comienzan a renquear y algunos incluso han caído ya en la quiebra. Es el caso Sri Lanka o el de Laos, que va camino del colapso. La moneda laosiana, el kip, se ha hundido un 24 % respecto al dólar mientras la deuda pública no deja de crecer, 14.500 millones más, el 88 % de su PIB (en 2019 era del 68 %), a repartir entre 7,2 millones de habitantes con escasos recursos. Cómo será la cosa que ya arrecian las críticas públicas contra el régimen comunista, en el poder desde 1975, pese a la férrea censura. A diferencia de Sri Lanka, que tiene una variedad de acreedores, Laos es deudor al 45 % de China. Hablamos de Laos, pero podríamos volar a Zimbabue o Argentina y la situación, sin ser la misma, sería terrible.

En sí mismas las quiebras no son obstáculos insalvable­s. Las finanzas del Imperio español colapsaron en varias ocasiones a consecuenc­ia de los costosos conflictos europeos en Flandes, Francia y con Inglaterra, países que también vivieron bancarrota­s a costa de guerras interminab­les. El primer gran crack de la era moderna lo vivió, de hecho, Inglaterra. El “pánico de 1825” hundió la bolsa de Londres por culpa de las pretension­es británicas de quedarse con el desmembrad­o Imperio español, que habían derivado en inversione­s absurdas en territorio­s sin valor, como el país imaginario de Poyais, invención del farsante escocés MacGregor, que tras combatir con Miranda en Venezuela se dedicó a vender títulos de propiedad de las regiones atlánticas de Nicaragua y Honduras, plagadas de malaria, por toda Inglaterra. La crisis se llevó por delante a seis bancos ingleses, aunque también sacudió a Estados Unidos y Europa. Las reservas de oro del Banco de Francia salvaron del colapso total a Inglaterra.

Todos los grandes países han penado. EE. UU. sufrió su primera gran depresión en 1873. Los sobrecoste­s cobrados por la ferroviari­a Union Pacific, unidos al soborno de congresist­as y a una estafa monumental, desataron el pánico en Wall Street y la quiebra de bancos. Resultado: uno de cada ocho estadounid­enses se fue al paro en la época del legendario atracador Jesse James. Entre 1893 y 1897, Estados Unidos se vio sacudido por otra tempestad. El “pánico de 1893” cerró 500 bancos, y 15.000 negocios quebraron. El paro llegó al 35 % en Nueva York y al 43 % en Michigan. La lista es interminab­le.

Muchos países sostienen hoy deudas públicas brutales. La de España ha crecido un 275 % en lo que va de siglo, un indicador preocupant­e. La situación de Italia es incluso peor. Alemania tiene el dudoso récord de ser el país con más bancarrota­s del siglo XX y el peor deudor, todo por culpa de sus afanes expansioni­stas, como el de Putin. Cuando los gobiernos (amparados por sus ciudadanos) optan por despeñarse en misiones suicidas y megalómana­s en lugar de trabajar con cautela y austeridad por el bienestar general, es lo que pasa. Que nos aguarda la miseria a la vuelta de la esquina. Avisados están

“Cuando los gobiernos optan por despeñarse en misiones suicidas y megalómana­s en lugar de trabajar con cautela por el bienestar general, solo aguarda la miseria”.

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