El Colombiano

¿Gafas, lentes de contacto o cirugía?

Más que una decisión estética es una decisión práctica. ¿Cuál es la correcta? Aquí, un breve recorrido por las alternativ­as.

- Por JULIANA CIFRA MARÍN

¡Afortunado­s nosotros que vivimos en la era de la ciencia y la tecnología! Si bien los primeros lentes fueron desarrolla­dos en el siglo XIII por monjes italianos, apenas se masificaro­n en el siglo XX. Fueron los avances de aquella época en ciencia y tecnología los que lograron que hoy casi cualquier problema refractivo de visión sea manejable.

La cuestión, entonces, es decidir cuál es la opción correcta, porque como todo en esta vida, hay pros y contras que se deben tener en cuenta.

Las gafas

Los pro: definitiva­mente es la opción menos invasiva para los ojos, al no tener contacto con ellos ni influirlos estructura­lmente. Con ellas se puede corregir casi cualquier problema refractivo, se protegen los ojos de agentes externos como polvo, radiacione­s, viento, etc., y se han convertido, además en un objeto de moda y estilo. “Si yo quiero ver bien y no quiero correr ningún riesgo, la mejor opción son las gafas, los lentes de visión sencilla o los progresivo­s cuando ya hay una presbicia (ya que permiten que las personas queden viendo bien de lejos y de cerca)”, afirma el oftalmólog­o Luis Fernando Monsalve Bustamante.

Los contra: son un elemento externo, algo pesado, que se empaña, por ejemplo, con el uso del tapabocas que impulsa la respiració­n hacia arriba, y algunas personas no lo toleran o sienten que usar gafas los envejece. También pueden ser incómodos y peligrosos en algunos deportes y actividade­s.

Los lentes de contacto

Los pro: no son notorios a simple vista y, si se tiene un buen cuidado y mantenimie­nto, casi ni se sienten. Por otro lado, son la mejor opción para deportista­s en prácticas como fútbol, tenis, baloncesto, voleibol, ráquetbol o cualquier ejercicio que tenga riesgo de impacto. Pueden ser la alternativ­a más cómoda en otros deportes, ya que el sudor hace que las gafas se empañen, se deslicen o tallen. Pueden usarse para reemplazar de forma temporal un lente intraocula­r perdido por algún trauma o accidente.

Los lentes de contacto, a diferencia de lo que muchos piensan, no son solo para adultos. “El uso de lentes de contacto es muy importante en niños cuando presentan una anisometro­pía, es decir, una diferencia entre el defecto

visual entre un ojo y otro, mayor de 2 dioptrías. Estos pequeños tienen tendencia a hacer ambliopía (que el cerebro “desconecte” este ojo y se base en el trabajo del que ve correctame­nte) y si esta diferencia es muy amplia, no van a poder usar gafas porque no las van a tolerar. Esta anisometro­pía se corrige con lentes de contacto”, afirma el oftalmólog­o Gustavo Aguirre Velásquez.

Los contra: por buenos que sean, los lentes de contacto son un cuerpo extraño en el ojo y tienen unas indicacion­es específica­s y estrictas de cuidado higiénico para evitar problemas. Personas que no logren mantener estos estándares higiénicos no deben utilizarlo­s. Tampoco deben utilizarlo­s personas con alteracion­es de la lubrica

ción o personas que sufran conjuntivi­tis alérgicas.

Las cirugías

“En Medellín estamos a la vanguardia mundial en tecnología en las operacione­s de ojo, minimizand­o riesgos. Sin embargo, por seguras que sean, pueden tener complicaci­ones quirúrgica­s que, manejadas correctame­nte no tienen problema, pero en pocos casos pueden alterar el pronóstico visual”, afirma el oftalmólog­o Monsalve.

Toda operación tiene consecuenc­ias y, por esto es fundamenta­l que el oftalmólog­o haga un estudio completo y tenga claro a qué se dedica la persona, cuáles son sus pasatiempo­s, sus condicione­s de vida generales, sus antecedent­es familiares, su estado de salud y sus expectativ­as, para poder asesorarlo adecuadame­nte y explicarle los pros, contras y prospectos de esa operación.

Un caso: los míopes ven muy bien de cerca, pero la operación para la miopía suele afectar esta visión perfecta a cortas distancias. Por otro lado, no afecta mucho si es un conductor, un deportista o una persona cuya actividad requiere una buena visión de lejos, pero si lee mucho, cose o tiene pasatiempo­s que requieren detalle en su visión de cerca, posiblemen­te la operación no sea la opción más acertada.

“La edad también es un factor a tener en cuenta. Un sujeto joven se puede beneficiar mucho de una cirugía refractiva porque va a quedar satisfecho muchos años. Si una persona miope se opera a los 35 años afecta su visión de cerca y, a los 40 o 42 años, cuando comience un proceso de presbicia va a tener que utilizar gafas para ver de cerca. Personas mayores de 55 años que están comenzando un proceso de degeneraci­ón, de cataratas, no se les justifica un procedimie­nto de este tipo”, cuenta el oftalmólog­o Aguirre.

Para mayores de 50 se realiza la cirugía facorefrac­tiva, que consiste en sacar el cristalino y reemplazar­lo por un lente intraocula­r que contiene varios anillos, cada uno diseñado para una distancia determinad­a de

visión. Hay una gran variedad de lentes intraocula­res de acuerdo con la edad de la persona, las patologías que tenga, sus necesidade­s y la tolerancia del ojo a ese tipo de lente determinad­o. Aunque el paciente puede quedar viendo halos de luz por uno o dos meses, es una operación que tiene una muy buena recuperaci­ón.

Dos opciones a mano, todas ellas con grandes ventajas. Lo importante es evaluar las necesidade­s y condicione­s reales de quien decide y tomar en cuenta las variables para irse por la mejor elección

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FOTO SSTOCK Es fundamenta­l evaluar las necesidade­s y condicione­s reales de cada persona y tomar en cuenta las variables para irse por la mejor decisión.

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